Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

9 de mayo de 2024

LITURGIA DE LAS HORAS-Jueves, VI semana de Pascua, feria

 

 

OFICIO DE LECTURAS

Inicio

Si Oficio de Lecturas es la primera oración del día se reza el Invitatorio.

(se hace la señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)

V/. -Señor, ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

en el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin

Ant: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Si no:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Himno

¡Cristo ha resucitado!
¡Resucitemos con él!
¡Aleluya, aleluya!

Muerte y Vida lucharon,
y la muerte fue vencida.
¡Aleluya, aleluya!

Es el grano que muere
para el triunfo de la espiga.
¡Aleluya, aleluya!

Cristo es nuestra esperanza
nuestra paz y nuestra vida.
¡Aleluya, aleluya!

Vivamos vida nueva,
el bautismo es nuestra Pascua.
¡Aleluya, aleluya!

¡Cristo ha resucitado!
¡Resucitemos con él!
¡Aleluya, aleluya! Amén.


o bien:



La bella flor que en el suelo
plantada se vio marchita
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

De tierra estuvo cubierto,
pero no fructificó
del todo, hasta que quedó
en un árbol seco injerto.
Y, aunque a los ojos del suelo
se puso después marchita,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Toda es de flores la fiesta,
flores de finos olores,
más no se irá todo en flores,
porque flor de fruto es ésta.
Y, mientras su Iglesia grita
mendigando algún consuelo,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Que nadie se sienta muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la cristiandad se quita
sus vestiduras de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo. Amén.

Primer Salmo

Salmo 43 - I: Oración del pueblo en las calamidades

Ant: Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre. Aleluya.

 

Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos.

Tú mismo con tu mano desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos.

Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dió la victoria,
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.

Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor.

Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios.

Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre. Aleluya.

Segundo Salmo

Salmo 43 - II:

Ant: Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio. Aleluya.

 

Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.

Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.

Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio. Aleluya.

Tercer Salmo

Salmo 43 - III:

Ant: Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia. Aleluya.

 

Todo esto nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;
Y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas.

Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón.

Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?

Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia. Aleluya.

Lectura Bíblica

V/. Dios, con su poder, resucitó al Señor. Aleluya.

R/. Y nos resucitará también a nosotros. Aleluya.

 

Pablo ante el consejo de ancianos

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
Hch 22,22-23,11 (del lecc. par-impar)

En aquellos días, los judíos que estaban escuchando a Pablo alzaron sus voces diciendo:

«Quita de la tierra a ese, pues no merece vivir».

Y como ellos siguiesen gritando, agitando sus vestidos y echando polvo al aire, el tribuno ordenó que lo llevasen dentro del cuartel y dijo que lo sometieran a los azotes para averiguar por qué motivo gritaban así contra él. Mientras lo estiraban con las correas, preguntó Pablo al

centurión que estaba presente: «¿Os está permitido azotar a un ciudadano romano sin previa sentencia?».

Al oírlo, el centurión fue a avisar al tribuno:

«Mira bien lo que vas a hacer, pues ese hombre es ciudadano romano».

Acudió el tribuno y le pregunto:

«Dime, ¿tú eres romano?».

Él respondió:

«Sí».

El tribuno añadió:

«Yo adquirí esta ciudadanía por una gran suma».

Pablo contestó:

«Pues yo nací con ella».

Los que iban a atormentarlo para hacerlo hablar se retiraron enseguida, y el tribuno tuvo miedo al darse cuenta de que lo había encadenado siendo ciudadano romano.

Al día siguiente, queriendo conocer con certeza los motivos por los que lo acusaban los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno y, bajando a Pablo, lo presentó ante ellos.

Pablo, mirando fijamente al Sanedrín, dijo:

«Hermanos, yo, hasta este día, he procedido ante Dios con conciencia buena e íntegra».

El sumo sacerdote Ananías ordenó a sus ayudantes que lo golpeasen en la boca. Entonces Pablo le dijo:

«A ti te va a golpear Dios, muro blanqueado. Tú te sientas para juzgarme según la ley, ¿y actuando contra la ley ordenas que me golpeen?».

Los presentes dijeron:

«¿Insultas al sumo sacerdote de Dios?».

Respondió Pablo:

«Hermanos, no sabía que era sumo sacerdote, pues está escrito: No hablarás mal del jefe de tu pueblo».

Pablo sabía que una parte eran fariseos y otra saduceos y gritó en el Sanedrín:

«Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos».

Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección ni ángeles ni espíritus, mientras que los fariseos admiten ambas cosas). Se armó un gran griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando:

«No encontramos nada malo en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?».

El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo:

«¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio en Jerusalén de lo que a mí se refiere, tienes que darlo en Roma».

Cf. Hch 23,11; 26,18b

R/. Dijo el Señor: «Ten ánimo. Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, has de dar testimonio en Roma.» Aleluya.

V/. Para que por la fe en mí reciban el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los justos.

R/. Has de dar testimonio en Roma.» Aleluya.

Lectura Patrística

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR AUMENTA NUESTRA FE
SAN LEÓN MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

Sermón sobre la Ascensión del Señor2,1-4

Así como en la solemnidad de Pascua la resurrección del Señor fue para nosotros causa de alegría, así también ahora su ascensión al cielo nos es un nuevo motivo de gozo, al recordar y celebrar litúrgicamente el día en que la pequeñez de nuestra naturaleza fue elevada, en Cristo, por encima de todos los ejércitos celestiales, de todas las categorías de ángeles, de toda la sublimidad de las potestades, hasta compartir el trono de Dios Padre. Hemos sido establecidos y edificados por este modo de obrar divino, para que la gracia de Dios se manifestara más admirablemente, y así, a pesar de haber sido apartada de la vista de los hombres la presencia visible del Señor, por la cual se alimentaba el respeto de ellos hacia él, la fe se mantuviera firme, la esperanza inconmovible y el amor encendido.

En esto consiste, en efecto, el vigor de los espíritus verdaderamente grandes, esto es lo que realiza la luz de la fe en las almas verdaderamente fieles: creer sin vacilación lo que no ven nuestros ojos, tener fijo el deseo en lo que no puede alcanzar nuestra mirada. ¿Cómo podría nacer esta piedad en nuestros corazones, o cómo podríamos ser justificados por la fe, si nuestra salvación consistiera tan sólo en lo que nos es dado ver?

Así, todas las cosas referentes a nuestro Redentor, que antes eran visible, han pasado a ser ritos sacramentales; y, para que nuestra fe fuese más firme y valiosa, la visión ha sido sustituida por la instrucción, de modo que, en adelante, nuestros corazones, iluminados por la luz celestial, deben apoyarse en esta instrucción.

Esta fe, aumentada por la ascensión del Señor y fortalecida con el don del Espíritu Santo, ya no se amilana por las cadenas, la cárcel, el destierro, el hambre, el fuego, las fieras ni los refinados tormentos de los crueles perseguidores. Hombres y mujeres, niños y frágiles doncellas han luchado, en todo el mundo, por esta fe, hasta derramar su sangre. Esta fe ahuyenta a los demonios, aleja las enfermedades, resucita a los muertos.

Por esto los mismos apóstoles, que, a pesar de los milagros que habían contemplado y de las enseñanzas que habían recibido, se acobardaron ante las atrocidades de la pasión del Señor y se mostraron reacios a admitir el hecho de su resurrección, recibieron un progreso espiritual tan grande de la ascensión del Señor, que todo lo que antes era motivo de temor se les convirtió en motivo de gozo. Es que su espíritu estaba ahora totalmente elevado por la contemplación de la divinidad, sentada a la derecha del Padre; y al no ver el cuerpo del Señor podían comprender con mayor claridad que aquél no había dejado al Padre, al bajar a la tierra, ni había abandonado a sus discípulos, al subir al cielo.

Entonces, amadísimos hermanos, el Hijo del hombre se mostró, de un modo más excelente y sagrado, como Hijo de Dios, al ser recibido en la gloria de la majestad del Padre, y, al alejarse de nosotros por su humanidad, comenzó a estar presente entre nosotros de un modo nuevo e inefable por su divinidad.

Entonces nuestra fe comenzó a adquirir un mayor y progresivo conocimiento de la igualdad del Hijo con el Padre, y a no necesitar de la presencia palpable de la substancia corpórea de Cristo, según la cual es inferior al Padre; pues, subsistiendo la naturaleza del cuerpo glorificado por Cristo, la fe de los creyentes es llamada allí donde podrá tocar al Hijo único, igual al Padre, no ya con la mano, sino mediante el conocimiento espiritual.

R/. Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos. Acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia. Aleluya.

V/. Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, pues es fiel quien hizo la promesa.

R/. Acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia. Aleluya.

Final


Oremos:

Oh Dios, que nos haces participes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios
 

LAUDES

Inicio

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Himno

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua."

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén. Aleluya.


o bien:



¡Alegría!, ¡Alegría!, ¡Alegría!
La muerte, en huida,
ya va malherida.
Los sepulcros se quedan desiertos.
Decid a los muertos:
"¡Renace la Vida,
y la muerte ya va de vencida!"

Quien le lloró muerto
lo encontró en el huerto,
hortelano de rosas y olivos.
Decid a los vivos:
"¡Viole jardinero
quien le viera colgar del madero!"

Las puertas selladas
hoy son derribadas.
En el cielo se canta victoria.
Gritadle a la gloria
que hoy son asaltadas
por el hombre sus "muchas moradas".


o bien:



Cristo,
alegría del mundo,
resplandor de la gloria del Padre.
¡Bendita la mañana
que anuncia tu esplendor al universo!

En el día primero,
tu resurrección alegraba
el corazón del Padre.

En el día primero,
vio que todas las cosas eran buenas
porque participaban de tu gloria.

La mañana celebra
tu resurrección y se alegra
con claridad de Pascua.

Se levanta la tierra
como un joven discípulo en tu busca,
sabiendo que el sepulcro está vacío.

En la clara mañana,
tu sagrada luz se difunde
como una gracia nueva.

Que nosotros vivamos
como hijos de luz y no pequemos
contra la claridad de tu presencia.


o bien:



La noche y el alba, con su estrella fiel,
se gozan con Cristo, Señor de Israel,
con Cristo aliviado en el amanecer.

La vida y la muerte luchándose están.
Oh, qué maravilla de juego mortal,
Señor Jesucristo, qué buen capitán.

En él se redime todo pecado,
el árbol caído devuelve su flor,
oh santa mañana de resurrección.

Qué gozo de tierra, de aire y de mar,
qué muerte, qué vida, qué fiel despertar,
qué gran romería de la cristiandad. Amén.

Salmodia

Salmo 79: Ven, Señor, a visitar tu viña

Ant: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Aleluya.

 

Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?

Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno, y echó raíces
hasta llenar el país;

Su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.

La han talado y le han prendido fuego;
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Aleluya.

Isaías 12, 1-6: Acción de gracias del pueblo salvado

Ant: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador. Aleluya.

 

Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.

Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

Aquel día diréis:
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
"Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel."»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador. Aleluya.

Salmo 80: Solemne renovación de la alianza

Ant: El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.

 

Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:

acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta.

Porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.

Oigo un lenguaje desconocido:
"Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases Israel!

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre la boca que te la llene."

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;

los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.

Lectura Bíblica

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Rm 8,10-11

Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Cf. Hch 23,11; 26,18b

V/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

V/. El que por nosotros colgó del madero.

R/. Aleluya, aleluya.

V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

Cántico Evangélico

Ant: «Dentro de poco ya no me veréis -dice el Señor-, pero poco más tarde me volveréis a ver, porque me voy al Padre.» Aleluya.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: «Dentro de poco ya no me veréis -dice el Señor-, pero poco más tarde me volveréis a ver, porque me voy al Padre.» Aleluya.

Preces

Oremos confiados a Dios Padre, que quiso que Cristo fuera la primicia de la resurrección de los hombres, y aclamémosle diciendo:

Que el Señor Jesús sea nuestra vida

  • - Tú que con la columna de fuego iluminaste a tu pueblo en el desierto,
    ilumina hoy con la resurrección de Cristo el día que empezamos.
  • - Tú que por la voz de Moisés adoctrinaste a tu pueblo en el Sinaí,
    por la resurrección de Cristo sé hoy palabra de vida para nosotros.
  • - Tú que con el maná alimentaste a tu pueblo peregrino en el desierto,
    por la resurrección de Cristo danos hoy el pan de vida.
  • - Tú que por el agua que manó de la roca diste de beber a tu pueblo en el desierto,
    por la resurrección de tu Hijo danos hoy parte en tu Espíritu de vida.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Dirijamos ahora, todos juntos, nuestra oración al Padre, y digámosle:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Final

Oh Dios, que nos haces participes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
 

Si el que preside es un ministro ordenado, utiliza una de estas dos fórmulas finales:
(Fórmula larga)

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
 

(Fórmula breve)

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
 

Si se despide a la asamblea se añade:

V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.

HORA INTERMEDIA (TERCIA)

Inicio

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Himno

El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Esta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Esta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.


o bien:



Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.

Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: «Venid y trabajad.»

Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: «Llenadla de pan.»

Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: «Construid la paz.»

Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: «Levantad la ciudad.»

Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: «Es tiempo de crear.»

Escucha a mediodía el rumor del trabajo
con que el hombre se afana en tu heredad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Por los siglos. Amén.


o bien:



El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en Él quien nada puede. Amén.

Salmodia

utilizar salmodia complementaria

Salmo 118,65-72: IX (Teth)

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Has dado bienes a tu siervo,
Señor, con tus palabras;
enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos;
antes de sufrir, yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa.

Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes;
los insolentes urden engaños contra mí,
pero yo custodio tus leyes;
tienen el corazón espeso como grasa,
pero mi delicia es tu voluntad.

Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos;
más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 55,2-7b.9-14: Confianza en la palabra de Dios

 

En este salmo aparece Cristo en su pasión (S. Jerónimo)

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa.

Levántate en el día terrible,
yo confío en ti.

En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un mortal?

Todos los días discuten y planean
pensando sólo en mi daño;
buscan un sitio para espiarme,
acechan mis pasos y atentan contra mi vida.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 56: Oración matutina de un afligido

 

Este salmo canta la pasión del Señor (S. Agustín)

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

Lectura Bíblica

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1Co 12,13

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

V/. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

R/. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.

Final


Oremos:

Oh Dios, que nos haces participes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios

 

 

HORA INTERMEDIA (SEXTA)

Inicio

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Himno

Te está cantando el martillo,
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!

Quien diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.


o bien:



Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto, los primeros animales.

De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta
de los sonoros ríos de la vida.

El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.

No hay brisa, si no alientas; monte, si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.

¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.


o bien:



Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.


o bien:



Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.

Salmodia

Salmo 118,65-72: IX (Teth)

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Has dado bienes a tu siervo,
Señor, con tus palabras;
enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos;
antes de sufrir, yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa.

Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes;
los insolentes urden engaños contra mí,
pero yo custodio tus leyes;
tienen el corazón espeso como grasa,
pero mi delicia es tu voluntad.

Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos;
más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 55,2-7b.9-14: Confianza en la palabra de Dios

 

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa.

Levántate en el día terrible,
yo confío en ti.

En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un mortal?

Todos los días discuten y planean
pensando sólo en mi daño;
buscan un sitio para espiarme,
acechan mis pasos y atentan contra mi vida.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 56: Oración matutina de un afligido

 

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

Lectura Bíblica

Lectura de la carta a Tito
Tt 3,5b-7

Dios nos ha salvado con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

Cf. Hch 23,11; 26,18b

V/. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.

R/. Al ver al Señor. Aleluya.

Final


Oremos:

Oh Dios, que nos haces participes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios
 

HORA INTERMEDIA (NONA)

Inicio

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Himno

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.


o bien:



Fuerza tenaz, firmeza de las cosas,
inmóvil en ti mismo;
origen de la luz, eje del mundo
y norma de su giro:

Concédenos tu luz en una tarde
sin muerte ni castigo,
la luz que se prolonga tras la muerte
y dura por los siglos. Amén.


o bien:



Se cubrieron de luto los montes
a la hora de nona.
El Señor rasgó el velo del templo
a la hora de nona.
Dieron gritos las piedras en duelo
a la hora de nona.
Y Jesús inclinó la cabeza
a la hora de nona.

Hora de gracia,
en que Dios da su paz a la tierra
por la sangre de Cristo.

Levantaron sus ojos los pueblos
a la hora de nona.
Contemplaron al que traspasaron
a la hora de nona.
Del costado manó sangre y agua
a la hora de nona.
Quien lo vio es el que da testimonio
a la hora de nona.

Hora de gracia,
en que Dios da su paz a la tierra
por la sangre de Cristo. Amén.

Salmodia

utilizar salmodia complementaria

Salmo 118,65-72: IX (Teth)

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Has dado bienes a tu siervo,
Señor, con tus palabras;
enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos;
antes de sufrir, yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa.

Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes;
los insolentes urden engaños contra mí,
pero yo custodio tus leyes;
tienen el corazón espeso como grasa,
pero mi delicia es tu voluntad.

Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos;
más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 55,2-7b.9-14: Confianza en la palabra de Dios

 

En este salmo aparece Cristo en su pasión (S. Jerónimo)

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa.

Levántate en el día terrible,
yo confío en ti.

En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un mortal?

Todos los días discuten y planean
pensando sólo en mi daño;
buscan un sitio para espiarme,
acechan mis pasos y atentan contra mi vida.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 56: Oración matutina de un afligido

 

Este salmo canta la pasión del Señor (S. Agustín)

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

Lectura Bíblica

Lectura de la carta a los Colosenses
Col 1,12-14 (Cfr.)

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

V/. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.

R/. Porque atardece. Aleluya.

Final


Oremos:

Oh Dios, que nos haces participes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios

 

 

VÍSPERAS

Inicio

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Himno

Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.

Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,
despierta, tú que duermes,
y el Señor te alumbrará.

Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
canta un himno a su Señor.

Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.

Pascua sagrada, ¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas
renacemos al Señor.

Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad al hombre viejo,
revestíos del Señor.

Pascua sagrada. La sala del festín
se llena de invitados
que celebran al Señor.

Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría
dada a luz en el dolor.


o bien:



Quédate con nosotros,
la noche está cayendo.

¿Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

¿Cómo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

Arroja en nuestras manos,
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia, en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa.


o bien:



¿Qué ves en la noche,
dinos centinela?

Dios como un almendro
con la flor despierta;
Dios que nunca duerme
busca quien no duerma,
y entre las diez vírgenes
sólo hay cinco en vela.
¿Qué ves en la noche,
dinos centinela?

Gallos vigilantes
que la noche alertan.
Quien negó tres veces
otras tres confiesa,
y pregona el llanto
lo que el miedo niega.
¿Qué ves en la noche,
dinos centinela?

Muerto lo bajaban
a la tumba nueva.
Nunca tan adentro
tuvo al sol la tierra.
Daba el monte gritos,
piedra contra piedra.
¿Qué ves en la noche,
dinos centinela?

Vi los cielos nuevos
y la tierra nueva.
Cristo entre los vivos,
y la muerte muerta.
Dios en las criaturas,
¡y eran todas buenas! Amén.


o bien:



Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo! Amén.

Salmodia

Salmo 71-I: Poder real del Mesías

Ant: Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. Aleluya.

 

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. Aleluya.

Salmo 71-II:

Ant: Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.

 

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba,
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.

Apocalipsis 11, 17-18;12, 10b-12a: El juicio de Dios

Ant: Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y siempre. Aleluya.

 

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y siempre. Aleluya.

Lectura Bíblica

Lectura de la primera carta de Pedro
1P 3,18.21b-22

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

Cf. Hch 23,11; 26,18b

V/. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

R/. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

V/. Al ver al Señor.

R/. Aleluya, aleluya.

V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

Cántico Evangélico

Ant: Vuestra tristeza se convertirá en alegría, y nadie os quitará vuestra alegría. Aleluya.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Vuestra tristeza se convertirá en alegría, y nadie os quitará vuestra alegría. Aleluya.

Preces

Alabemos y glorifiquemos a Cristo, a quien Dios Padre constituyó fundamento de nuestra esperanza y garantía de nuestra resurrección, y aclamémosle suplicantes:

Rey de la gloria escúchanos

  • - Señor Jesús, tú que con tu propia sangre y por tu resurrección entraste en el santuario de Dios,
    llévanos contigo al reino del Padre.
  • - Tú que por la resurrección robusteciste la fe de tus discípulos y los enviaste al mundo,
    haz que los obispos y presbíteros sean fieles heraldos de tu Evangelio.
  • - Tú que por la resurrección eres nuestra reconciliación y nuestra paz,
    haz que todos los bautizados vivan en la unidad de una sola fe y de un solo amor.
  • - Tú que por la resurrección diste la salud al lisiado del templo,
    mira con bondad a los enfermos y manifiesta en ellos tu gloria.
  • - Tú que por la resurrección fuiste constituido primogénito de los muertos que resucitan,
    haz que los difuntos que en ti creyeron y esperaron participen de tu gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, acudamos confiadamente a nuestro Padre:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Final

Oh Dios, que nos haces participes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
 

Si el que preside es un ministro ordenado, utiliza una de estas dos fórmulas finales:
(Fórmula larga)

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
 

(Fórmula breve)

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
 

Si se despide a la asamblea se añade:

V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.
 

COMPLETAS: JUEVES

Inicio

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Examen de conciencia

En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada, que en la celebración comunitaria puede desarrollarse como en el acto penitencial de la misa:
El que preside dice:

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.

Todos examinan en silencio su conciencia. Después se prosigue con una de las fórmulas siguientes:

Primera fórmula:

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.


Segunda fórmula:

V/. Señor, ten misericordia de nosotros.
R/. Porque hemos pecado contra ti.
V/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R/. Y danos tu salvación.


Tercera fórmula:

V/. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
V/. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.
V/. Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.


Si preside la celebración un ministro, él solo dice la conclusión siguiente; en caso contrario, la dicen todos:

V/. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

 
Himno

Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos, al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. Amén.

Salmodia

Salmo 15: El Señor es el lote de mi heredad

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte (Hch 2,24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.

Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

Lectura Bíblica

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
1Ts 5,23

Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

V/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

V/. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R/. Aleluya, aleluya.

V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

Cántico Evangélico

Ant: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

Final


Oremos:

Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R/. Amén.
 

 
Se canta o se dice la siguiente antífona mariana:
 

Reina del Cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor,
a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

V. Alégrate y goza, Virgen María, aleluya.
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.

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