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Gracias


Maria Beatriz.



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En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

1 de julio de 2024

JULIO, MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO.

 


MISTERIO INSONDABLE DE AMOR Y MISERICORDIA.

 

Tradicionalmente el mes de julio está dedicado en la Iglesia a la contemplación de la Preciosísima Sangre de Cristo.

 

La Sangre de Cristo es la prueba irrefutable del amor del Padre celestial por cada hombre, sin excluir a nadie. Todo esto ha sido recalcado por San Juan XXXIII, devoto de la Sangre del Señor desde la infancia, cuando en su familia escuchaba que repetían las Letanías dedicadas a esta. Cuando fue elegido Papa, escribió una Carta Apostólica para promover el culto (Inde a primis, 30 junio 1959) invitando a los fieles a meditar en el valor infinito de esa Sangre, de la cual “una sola gota puede salvar a todo el mundo de todo culpa” (Himno Adoro Te, devote de S. Tomás de Aquino).

 

Precisamente al inicio de este mes, dedicado a celebrar las gloria y los beneficios de la Preciosísima Sangre de Jesús, la Iglesia nos ha hecho celebrar hasta hace poco tiempo, en honor de esta Sangre, una fiesta solemne, casi como coronación del mes del Sagrado Corazón.

 

El origen de esta fiesta no es antigua: remonta a Pio IX, cuyo pontificado fue una de las épocas más gloriosas para el desarrollo de esta devoción. Ya se celebraba en algunos lugares la fiesta de la Preciosísima Sangre el viernes de la cuarta semana de cuaresma, pero fue Pio IX quien quiso instituir una fiesta universal el primer domingo de julio, como un monumento a las vicisitudes de la Santa Sede y como un “Te Deum” perpetuo de agradecimiento por la liberación obtenida del exilio de Gaeta. La fiesta más tarde fue movida por S. Pio X al primero de Julio.

 

El significado de esta solemnidad que se celebraba está totalmente en consonancia con la del Sagrado Corazón, con quien tenía en común el Evangelio de la Misa. Hay una relación íntima entre el Corazón y la Sangre, no solamente porque del Corazón de Jesús, traspasado por la lanza, brotó agua y Sangre: sino porque el primer cáliz en el que la Sangre divino fue consagrada y vivificada, fue precisamente el Corazón del Verbo encarnado. La S. Misa exalta la eficacia redentora de la Preciosísima Sangre y nos invita a quitarnos la sed en las fuentes divinas de las llagas de Jesús, para que su Sangre sea prenda de vida eterna para nosotros.

 

El mes de julio nos invita a meditar en la Pasión de Jesús. De hecho está dedicado a recordar su Sangre derramada por nuestra salvación. Cuando Jesús sobre la cruz fue traspasado por la lanza del soldado, salió de su Corazón un poco de líquido, que no era solamente Sangre, sino Sangre mezclada con agua.

 

De esto se entiende que Jesús se donó totalmente a sí mismo para salvarnos: no se quedó con nada. Además fue al encuentro de su muerte voluntariamente. No estaba obligado, lo hizo solamente por amor a los hombres. Su amor fue verdaderamente el más grande. Es por eso que dijo en el Evangelio: “Nadie tiene amor más grande que este: dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). Si Jesús sacrificó su vida por todos los hombres esto significa que para él todos son sus amigos: nadie está excluido. Jesús considera amigo al más grande pecador de esta tierra. Tan es así que comparó al pecador con una oveja de su rebaño, que se alejó de él, se perdió en el desierto del pecado. Pero en cuanto se da cuenta que se alejó va a buscarlo por donde sea, hasta que la encuentra.

 

Jesús ama a todos del mismo modo, buenos y malos, y no excluye a nadie de su gran amor. No hay ningún pecado que nos pueda privar de su amor. Él siempre nos ama. Aun cuando entre los hombres de este mundo hay amigos y enemigos, para Dios no: todos somos sus amigos.

 

Acerquémonos a él con confianza, sin miedo, como nos dice San Pablo en la carta a los Hebreos: “Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna.”(Heb 4, 15) Por eso no debemos permanecer alejados de Dios: él es bueno con todos, lento a la ira y grande en el amor, como dice la Sagrada Escritura. Él no quiere el mal para nosotros, sino solamente el bien, ese bien que nos hace felices aquí en la tierra, y sobre todo después de la muerte en el Paraíso. No cerremos nuestro corazón, escuchemos su llamada sincera y de corazón cuando nos dice: “Venid a mí todos vosotros que estáis cansado y agobiados y os daré descanso (Mt 11, 28). ¿Qué esperamos para acercarnos a él, siendo él tan bueno y tan amable? Si él ha dado su vida por nosotros, ¿podemos tal vez pensar que quiera el mal para nosotros? ¡Absolutamente no! Quien se acerca a Dios con confianza y con simplicidad de corazón adquiere una gran alegría, paz y serenidad.

 

La Sierva de Dios Luisa Piccarreta contempló siempre el amor de Dios que nos ha donado para la salvación del mundo a través de la meditación de la Pasión sufrida por Jesús. Las “24 Horas de la Pasión” es el texto que mejor describe el don de este gran amor de Jesús por los hombres y Luisa quiso describir precisamente lo que Jesús vivía en su Corazón, sufriendo las penas sufridas en la Pasión.

 

La diferentes expresiones que brotaron (no solamente en el libro del Reloj de la Pasión) de su meditación sobre la Pasión que se refieren a la Sangre Preciosa derramada por Jesús, nos hacen palpar cómo, en su experiencia espiritual y mística, Luisa se sintió profundamente unida a su Divino Maestro verdaderamente en todo y cómo de los sufrimientos de Jesús se derraman enormes gracias para la humanidad.

 

Tres veces el Corazón de Jesús derramó sangre: en el Huerto durante su agonía, en momento de la crucifixión y después de su muerte, cuando con una lanza le abrieron su costado. Y esto no por casualidad, sino todo de acuerdo a un orden divino y para darle al Padre la gloria que se le debe, la reparación que se le debía de parte de las criaturas y el bien que debía merecer para las mismas criaturas.

 

Las espinas que traspasaron la cabeza de Jesús sirvieron para traspasar el orgullo, la soberbia, las llagas más escondidas, para hacer que saliera la infección que contienen, y las espinas bañadas en su Sangre sanarán y restituirán la corona que el pecado le quitó.

 

Todos los ríos de sangre que brotaban de su cabeza eran tantos pequeños ríos que ataban la inteligencia humana al conocimiento de su soberanía sobre ellos.

 

El cuerpo de Jesús, golpeado por los flagelos y despedazado, y su sangre derramada por toda su Humanidad sirvió para reunir a toda la humanidad dispersa. Haciendo todo esto, en la Resurrección nada quedó disperso, sino que todo fue reunido de nuevo a su Humanidad, y además incorporó a todas las criaturas a él, de manera que, después de esto quien se aparta de él, es por su propia y obstinada voluntad que, separándose de él lleva al hombre a perderse.

 

Por lo tanto, hagamos que la Sangre de Cristo derramada por nuestra salvación sea útil, y lavemos nuestra alma con el Sacramento de la Reconciliación. Jesús nos pide la conversión, mejorar nuestra vida con la observancia de sus mandamientos. Su Gracia y su ayuda, recibidas por el Sacerdote, nos harán vivir felices y en paz en esta tierra, y un día nos harán gozar de la felicidad eterna en el Paraíso.

 

“La Sangre de Cristo es la llave del Paraíso”

 

(S. Tomás de Aquino)

 


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