La escena inicial de esta fina poesía -"Los Pasos"- nos muestra el momento en que una Madre enseña a caminar a su Hijo: Evoca los primeros pasitos del Dios-niño, seguido de la actitud protectora de María. La poesía, con suave delicadeza, habla de ese primer caminar de Jesús. El Niñito va veloz y ríe. Luego cae. Y termina ahí la lección de ese día: "es mucho andar para hoy".
De pronto, a la mitad, el texto se relaciona con una visión futura. La escena cambia radicalmente. Nos impacta con la dura descripción: "silbar de látigo aquí!" y la cruel carga de una cruz..."¡ay, bajo qué peso atroz!". "Sangra la Boca rubí" y cayó otra vez. Así se asocian los primeros pasos del divino Niño y los últimos del Hombre-Dios, las primeras caídas del Dios-Niño con las últimas del Redentor bajo el peso del madero.
Al final se repiten las palabras de cuando Niño: "¡Ay y qué cansado estoy! / María, ponme a dormir...". Nos parten, en verdad, el corazón. Tras ellas, evocamos el cuerpo inerte del Salvador en la escena de la Piedad que cinceló magistralmente en mármol Miguel Ángel: El último abrazo de la Madre al Hijo que yace ya muerto en sus brazos. ¡Qué escena más triste y conmovedora!. Palabras son que habrá recordado la Madre al tener a su Hijo en su regazo.
Al principio del relato: Tropiezos de aprendizaje y temblorosos pasos que se encaminan a la vida, a una historia -que entonces se va gestando- de trascendencia vital para la humanidad. Luego, pasos ensangrentados y caídas con aromas de Redención del Dios que asumió nuestros pecados para poder ofrecernos la Justificación a quienes deseemos aprovecharla.
LOS PASOS
Uno, dos,
-temblor de piernas aquí-,
los pasos del Niño Dios...
¡Uno, dos, y tres por fin!
¡Ay, Niño, que vas veloz!
-Ríe la Boca rubí,
gorjea la dulce Voz-.
Un breve reposo aquí;
ahora otra vez, uno, dos,
¡cayó!, no pasó de ahí:
-Es mucho andar para hoy,
María, ¿verdad que sí?
¡Ay y qué cansado estoy!
María, ponme a dormir...
Uno, dos,
-silbar de látigo aquí-,
los pasos del Hombre Dios...
¡Uno, dos y tres por fin!
¡ay, bajo qué peso atroz!
-Sangra la Boca rubí,
solloza la herida Voz-.
Breve detenerse aquí;
ahora otra vez, uno, dos
¡cayó! no pasó de ahí:
-Es mucho andar para hoy,
María, ¿verdad que sí?
¡Ay, y qué cansado estoy!
María, ponme a dormir...
Autora: Gloria
Riestra
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