Señor Jesús ayúdame a renunciar a lo superfluo, que no quede nada, a desprenderme de todo, para así tener lo que realmente es valioso a tus ojos.
Jesús Maestro, confiere a mi espíritu la verdadera libertad; enséñame a dejar a un lado aquello que a este mundo me ata y le impide a mi alma desplegar sus alas.
Jesús de Nazaret aleja de mi corazón el orgullo y la soberbia; anímame en la virtud de la humildad, dale a mi corazón la grandeza y la sencillez de tu bondad.
Cristo Jesús, contemplar tu rostro será deleite angelical alegría a mi alma y gozo espiritual; favorece en mí, un corazón manso, limpio y puro; que mi actitud para todo sea serena y con mis manos construya la paz que tú nos dejas.
Jesús Mesías, redentor y salvador nuestro; corrige el error que pueda haber en mis pensamientos, la indiferencia en mis sentimientos, la indolencia en mis emociones; haz de mí en ti, un hombre nuevo.
Amén
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