Hoy, imploramos tus cuidados de Madre en favor de las innumerables almas que viven en pecado mortal y, si no se convierten, se condenarán para siempre, según nos advirtió Jesús: “¡Qué espaciosa es la senda que lleva a la Condenación, y cuántos son los que van por ella…”. Madre Inmaculada, ya que eres esperanza de los desesperados, refugio de los pecadores, auxilio de los cristianos, consuelo de los afligidos… te suplicamos por esos endurecidos corazones; tú bien sabes quiénes son.
Obsequio.- Confesarnos prontamente si estamos en pecado mortal y evitarlos, para comenzar, durante el Mes de Mayo.
Día dos
I. La rosa del mes de mayo
1. Se divide la rosa en varias especies. La que florece en el mayo, y es propia de esta estación, es la que reúne en sí más cualidades de una verdadera flor. Fragancia, belleza, abundancia y variedad.
II. La caridad: amor de Dios
2. Dice la ley, amarás a Dios de todo tu corazón, de toda tu alma y con la plenitud de todas tus fuerzas. ¿Qué cosa es este amor?... Busquemos en el jardín de Dios esta fragantísima y hermosísima flor. El amor está en Dios como un fuego inmenso en su propio foco y elemento. Con el amor con que el Padre ama al Hijo, el Hijo nos ama a nosotros y con este mismo amor nosotros hemos de corresponder. Hemos de amar a Dios, porque es infinitamente amable... y todo cuanto se ama sin Dios, fuera de Dios, sin respeto a Dios y contra Dios, es un amor impuro. Siendo el amor de Dios la causa de cuanto amamos con amor puro y el móvil de todas las acciones buenas, no puede la caridad, en orden a este su primer objeto, ser mejor representada que por la reina de la flores, la rosa del mes de mayo. La bondad suma de Dios y su inmensa belleza atrae, eleva y roba todos los afectos del corazón humano con la suavísima fragancia de sus infinitas perfecciones y atributos.
III. El amor de Dios en María
3. María, asistida por la gracia y dones del Espíritu Santo desde su inmaculada concepción, amó con tal intensidad a Dios, que atrajo a su seno virginal con la fragancia suave y pura de esta flor mística al mismo Hijo de Dios, y el Hijo del Eterno no vaciló, aunque hija de Adán prevaricador, en tomarla por Madre.
IV. La rosa de olor a María
4. Nuestro corazón está fabricado para amar, y para amar un objeto infinito, inmenso y eterno, que reúne en sí cuantas perfecciones puede concebir nuestro débil entendimiento. El amor de Dios ¿está en el jardín de tu alma? Piénsalo bien: busca el rosal que brota en mayo, llenando de suave olor toda la comarca. Busca bien este rosal, ¿está en ti?... Míralo bien... Si no le hallares, aún tienes tiempo: marcha a María tu jardinera, y dile que le ponga, que le plante, que le riegue y que le cuide. ¿Amas? ¿qué amas? Donde está el amor, está el corazón; donde está el corazón, está toda la plenitud y fuerza de tus afectos; donde están éstos, está tu alma toda, tus pensamientos, tus potencias y sentidos. ¿Amas a Dios de todo tu corazón? Mira que sin este amor no puedes entrar en el cielo. Presentación de la rosa a María
ORACIÓN. Señora: Recibid en vuestras manos un ramillete de rosas del mes de mayo: aceptadle, es mi amor para con Dios mi Señor. Desde hoy, postrado al pie de este altar, yo os prometo, sí, lo tengo resuelto, amar con todos mis afectos a Dios. Yo me complazco de que Dios sea quien es, sumamente bueno... Sin él, y fuera de él, nada quiero amar.
Yo quiero lo que Dios quiere, yo aborrezco lo que Dios aborrece; la voluntad de Dios será la mía de hoy en adelante: así yo lo propongo.
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