Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

7 de mayo de 2024

MARTES, 7 DE MAYO DE 2024. COMENTARIOS DE LAS LECTURAS


 

Hech. 16, 22-34. Los caminos de Dios son tan distintos de los de los hombres. La Palabra de Dios no está encadenada. Quien ha recibido la misión de proclamar el Evangelio no puede cerrar la boca ante las persecuciones, las burlas y las amenazas de muerte. Aun en la cárcel o en el destierro debe uno convertirse en testigo del Señor y llamar a todos a la fe en Él.

Esta misión no sólo corresponde a unos cuantos, sino a toda la Comunidad de los fieles en Cristo, es decir, a toda la Iglesia.

Dios quiere que todas las gentes se salven, que se conviertan de su mala vida, que crean en Cristo, que se bauticen y participen del Banquete que nos hace entrar en una continua comunión de vida con el Señor.

Nosotros, convocados en Cristo para proclamar su Evangelio, somos responsables ante Dios y ante la humanidad, de que el Señor continúe presente entre nosotros con toda su fuerza salvadora.

Sal 138 (137). Dios, Dios se ha fijado en la humildad de sus siervos y por su medio ha hecho obras grandes y maravillosas. Que el mismo Dios concluya, lleve a buen término su obra en nosotros.

Dios es siempre fiel a sus promesas. Él nos ha recibido como hijos suyos en Cristo Jesús y no se arrepiente de su amor por nosotros. Tendremos tentaciones, seremos perseguidos, pero Dios jamás nos abandonará ni nos dejará a merced de la maldad ni de la muerte. Somos obra suya, le pertenecemos; por eso confiamos en que jamás nos abandonará.

A nosotros corresponde no alejarnos, no desconfiar, no cerrar la puerta a su presencia, sino darle cabida amplia en nosotros de tal forma que Él viva en nosotros y nosotros en El.

Jn. 16, 5-11. Importantísima e insustituible la presencia de Cristo, y la realización de su Obra en la historia.

Él fue engendrado por obra del Espíritu Santo en el seno de María Virgen. El Espíritu del Señor bajó y se posó en Él, lo ungió y lo envió a Evangelizar a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor. Al final, habiendo cumplido todo lo que se le había confiado, entregó el Espíritu en manos del Padre para que lo distribuyera a todos los pueblos.

Jesús proclama la conveniencia de irse para enviarnos, desde el seno del Padre, ese Espíritu, fruto principal de su obra redentora. No podemos añorar la presencia física del Señor entre nosotros, pues Él continúa estando entre nosotros mediante su Cuerpo, que es la Iglesia, en la que habita el Espíritu Santo como en un templo.

Quien rechace al Espíritu Santo no puede decir que tenga la vida de Dios sino que continuará bajo la maldición del pecado; no puede tener la justificación pues Cristo, glorificado junto al Padre, es el único camino, el único medio por el que recibimos el Espíritu que nos justifica, que nos hace santos; no puede tener la salvación, pues al rechazar al Espíritu Santo no vivirá como hijo de Dios en Cristo, sino bajo la ley del pecado que conduce al juicio y a la condenación.

Vivamos con un corazón capaz de recibir el Don de Dios sin encerrarlo ni encadenarlo, sino con la mente y el corazón dispuestos a escuchar su voz y a dejarnos guiar por Él para convertirnos en testigos cualificados de la Verdad, que es Cristo.

Participar de la Eucaristía es abandonar las cadenas que nos atan al pecado y a las manifestaciones de maldad y de muerte. En Cristo hemos sido liberados del pecado y de sus consecuencias.

Quien acude a la Celebración Eucarística de un modo inconsciente y falto de fe y de compromiso, podrá aparentar mucha cercanía al Señor, pero sus obras, al no coincidir con su fe, estarán poniendo al descubierto su hipocresía a causa de su incongruencia entre fe y vida.

El Señor nos ha convocado para que, unidos a Él, participemos de su Espíritu y nos manifestemos como hijos de Dios. La Eucaristía es todo un compromiso que nos debe llevar a dejarnos poseer por el Espíritu del Señor para convertirnos en portadores de Aquel que ha venido a nosotros y en nosotros ha hecho su morada.

¡Cuánto cuesta despegarnos de aquellos o de aquello a lo que nos hemos acostumbrado! Muchos quisieran incluso no dejar el hogar para realizar su vida como personas maduras. Muchos padres no quisieran que sus hijos se alejaran sino que se quedaran encadenados para siempre al hogar. Muchos quisieran que la Iglesia se quedara con viejas costumbres que nos hicieron sentir bien y a gusto en la presencia de Dios; muchos quisieran resucitar viejos esquemas de una Iglesia en la que se encuentra la paz, la serenidad del espíritu en medio de un mundo lleno de ruidos y ajetreos, pero sin asumir compromisos de fe, sino sólo encontrando paz y consuelo interior.

El Señor nos pide atravesar campos, ciudades, calles proclamando a Jesucristo resucitado; proclamando con la vida que tiene sentido comprometerse a amar con todas sus consecuencias; proclamando la alegría que nace de sentirse amado por el Señor; proclamando con la voz alegre, ilusionada y esperanzada la cercanía con el Dios amado; proclamando con fe que no nos hemos derrumbado ni aún en las más grandes persecuciones.

Quien posee el Espíritu del Señor no puede vivir en la tristeza ni en la cobardía. 

Somos testigos de la esperanza de un mundo nuevo que ha sido redimido por la sangre del Cordero inmaculado. Si esto no es realidad entre nosotros tendremos que cuestionarnos acerca de la sinceridad de nuestro creer en Cristo y de haber sido marcados con el Sello de su Espíritu Santo.

Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que así como ella concibió, por obra del Espíritu Santo al Verbo de Dios hecho hombre, así nosotros, por obra del mismo Espíritu Santo en el seno de la Iglesia, vayamos siendo formados conforme a la imagen del Hijo de Dios y, fortalecidos por Él mismo, seamos, por nuestras obras y palabras, testigos de Cristo delante de todos.
 
 Amén.

 
Homiliacatolica.com

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