Que el dolor se convierta en gozo es parte de la condición humana. Un grano de trigo cae en la tierra y muere, y luego se convierte en una cosecha abundante. Una pérdida y un dolor nos pueden acercar a Dios, y a cada uno de los que nos rodean; pero también puede que no nos acerque. En nuestra oración podemos rogar por aumentar nuestra capacidad de descubrir lo bueno en todo lo que nos rodea, y pedir que nuestro dolor se convierta en alegría.
Jesús conocía el corazón de los discípulos y sabía lo que deseaban pedirle. En mi oración de hoy, sé que Jesús conoce lo que está en mi corazón, y pido que la Voluntad de Dios me sea revelada un poco más.
Al reflexionar sobre mi vida, me doy cuenta que han habido tiempos de luces y de sombras. Ruego por todos los que hoy atraviesan la oscuridad, para que puedan tener esperanza por las promesas de Jesús. Ruego también por todos los que disfrutan de la alegría, para que puedan dar gracias por las bendiciones de Dios.
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