Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les anunciará lo que ha de venir.
Reflexión: Juan 16,12-15
La Verdad es Dios y Dios tiene Espíritu. El Espíritu de la Verdad será el que vendrá a guiarnos hasta la Verdad completa. Ahora no podemos con ella. Sin el Espíritu no podemos con ella. Es demasiado. Lo hemos dicho en innumerables oportunidades: es como tratar de meter el océano en un vaso. ¡Imposible! Pero…lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Dicho de otro modo: no hay nada imposible para Dios. Debemos tener paciencia y esperar con fe.
Jesucristo no nos abandona. Dios no nos ha abandonado jamás. Él nos envió a Jesucristo, Su Único Hijo a salvarnos. Jesucristo ha cumplido con la Misión encomendada y ahora vuelve al Padre, pero no sin antes anunciarnos que nos dejará al Espíritu Santo, que es el Espíritu de Dios, el Espíritu de la Verdad. ¡No tenemos pierde! ¡No estamos solos! ¡Jamás lo hemos estado y no lo estaremos! ¡Tenemos un defensor! Es el Paráclito.
Todo corresponde a un Plan, el Plan de Dios. Obviamente en el todo ha sido previsto y nada ocurre por casualidad. Lo que nos toca a nosotros es confiar en él. Hemos de tener fe en el Plan de Dios, que es finalmente tener fe en Dios. Seamos conscientes que Su Voluntad es que seamos felices y vivamos eternamente. Nos hizo por amor y para el amor, porque Él es Amor. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? Tomar una decisión? ¿Por qué? Porque el juicio está en nuestras manos; depende de nosotros. ¿Por qué? Porque Dios nos creó libres. ¿Por qué? Porque nos hizo a Su imagen y Semejanza.
Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les anunciará lo que ha de venir.
Quiere decir que somos nosotros los que tenemos que decidir, fundados en nuestra inteligencia, voluntad y libertad, si hacemos lo que nos manda, es decir, Su Voluntad, que sería lo más acertado. O, si por el contrario decidimos hacer lo que nos parece y le desobedecemos. Es nuestra decisión. En eso consiste el Juicio. Haremos lo que Dios nos manda, aquello para lo cual fuimos creados, o haremos nuestra propia voluntad, con lo que nos arriesgamos a perder la Vida Eterna y a morir para siempre. ¿Por qué? Porque solo hay dos opciones posibles: el Bien o el Mal.
Si escogemos hacer la Voluntad de Dios, que Jesucristo ha resumido como “amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”, estaremos cumpliendo el propósito para el cual fuimos creados y alcanzaremos la Vida Eterna. Todo lo que necesitamos es creer en Él y no alejarnos por nada de este mundo de Él. Nunca mejor dicho: “por nada de este mundo”, porque nada, absolutamente nada de lo que puede ofrecernos este mundo vale lo que Él nos ofrece.
El gran error nuestro es que hasta ahora no hayamos comprendido el valor inconmensurable de lo que nos ofrece. Y es que, como dice Jesucristo: no podemos con ello. Necesitamos del Espíritu Santo para llegar a la Verdad. Solo lo conseguiremos orando incesantemente y pidiendo esta Gracia a Dios. Pidamos incansablemente la fe, que es la que nos dará la confianza, la esperanza y la paz. Solo con los ojos de la fe nos es posible intuir o presentir la Verdad, dejando entrar al Espíritu en nuestras vidas.
Padre Santo, te pedimos que nos envíes Tú Espíritu Santo, que anide en nuestros corazones, que nos haga dóciles y que nos guíe a la Verdad, por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les anunciará lo que ha de venir.
roguemos.org
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