“Estamos llamados a ser santos no por nuestras fuerzas, puesto que carecemos completamente de ellas, sino por la fuerza que comunica la cruz de Cristo”(143);
“No estamos llamados únicamente a temer a Dios o a honrarle: estamos llamados a amarle con todas nuestras fuerzas; amarle hasta olvidarnos radicalmente de nosotros mismos; hasta identificarnos con Él”
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