Porque temo que la pueda perder. Sé, Señor, que el verdadero camino eres Tú, porque Tú das la vida por mí, y me acompañas hasta mi muerte, y la compartes conmigo. Nadie podrá estar como Tú, Señor, junto a mí en el momento de mi muerte. Solo Tú y yo.
Pero soy débil, Señor, y temo perderme en el camino. Mis miserias se sienten atraídas por este mundo, y en mi empeño de seguirte tropiezo distraído mirándolo. No puedo negar que el mundo me gusta, es hermoso, y todo lo que en él habita. Tú lo has creado para nuestro disfrute, pero nosotros lo estropeamos todo. Y yo no me puedo excluir, porque soy un pobre pecador.
Por eso, Señor, te pido que me tomes y no me sueltes. Si me quedo solo presiento que el Maligno me tienta y cederé a sus tentaciones. Quisiera, como Tú en el desierto, aguantar y ser fuerte, pero me temo que mis fuerzas no son suficientes para salir victorioso. ¡Necesito tu Gracia, tu Vida, Tu Poder!
Señor, no dejes que me pueda perder. Yo quiero, y Tú me amas. Coge, pues, mi vida y ponla fuera de las tentaciones que la puedan destruir. Cobíjame bajo el Manto de tu Madre. Ella venció a la orgullosa serpiente. Ponme bajo su protección.
Aquí estoy, Dios mío, confío en Ti y me pongo en tus Manos.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario