La presencia de los buenos amigos
es una gran ayuda que tenemos en los momentos de dificultades.
Es una bendición poder contar con alguien cuando las cosas no están fáciles; es una bendición poder tener el respaldo de un buen amigo al momento de tomar decisiones trascendentales.
Quisiera que nuestra reflexión hoy se centrara en la importancia que tiene el ser un buen amigo. Por la ligereza del mundo hemos rebajado mucho este término, hasta el punto de considerar amigos a miles de personas que tenemos agregadas en una red social a pesar de que ni siquiera las conozcamos.
Creo que el concebir la amistad así la ha hecho efímera. La amistad va mucho más allá, no se da a través de una solicitud, de un “me gusta” o de comentarios en una foto; por cierto, comentarios que son frases de cajón, insulsos y a veces son insultos, pero no nos damos cuenta de ello.
La amistad se construye a medida que se va viviendo junto a la otra persona. Los cristianos estamos llamados a ser buenos amigos, a darla toda por ellos. Me viene a la mente la imagen de los cuatro hombres del Evangelio de Marcos, que cargaron a su amigo en una camilla hacia Jesús y, al ver que no podían entrar, lo descolgaron por el techo. Marcos 2, 1-11.
Esos son los verdaderos amigos, los que están dispuestos a hacer hasta lo imposible por el bien de sus amigos, los que no escatiman sus fuerzas por ayudar a los suyos. Tenemos que ser capaces de ayudarnos entre amigos, sobre todo, reconocernos amigos porque buscamos el bien común.
REZO POR TÍ:
Padre Dios, te pido que bendigas a este hijo tuyo y le permitas ser un buen amigo para sus amigos. Amén.
TAREA DEL DÍA:
Hoy ora por tus amigos, pide a Dios que los bendiga.
Alberto Linero
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