Pero yo les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; pero si me voy, se los enviaré
Reflexión: Juan 16,5-11
El Señor ha establecido una relación de confianza y amistad con los suyos, con nosotros, los que le seguimos. Podemos confiar porque Él nos habla siempre con la verdad. No nos engaña ni oculta nada. Él ha venido a salvarnos y nos ha revelado que Dios es nuestro Padre, que nos ha creado por amor y que es Su Voluntad que vivamos eternamente en el Cielo. Toda esta es la Verdad Revelada por Jesucristo, clara y diáfana, como todo lo que tiene que ver con Él.
No hay nada que no nos explique, ni que mantenga oculto innecesariamente. Es muy distinto, que no estemos en capacidad de entender. Nunca encontraremos en Él mentira o engaño. Ese no es ni será nunca el Camino ni el argumento del Señor, porque Él es la Verdad y cuando nos la debe presentar lo hace sin velos. En Él podemos y debemos creer. Es precisamente a lo que nos llama, a creerle, porque en creerle está nuestra salvación, porque quien le cree alcanza la vida eterna.
Nosotros habremos llegado a entender el Evangelio cuando en vez de estar tristes porque el Señor se va, o porque es preciso que pase por la cruz, estemos alegres porque con Su vida, muerte, resurrección y ascensión al Cielo, nos ha salvado. Todo esto ocurrió porque era necesario. Obedece a un Plan que debía ejecutarse hasta la última coma para salvarnos y Jesucristo, cumpliendo la Voluntad del Padre, lo siguió al pié de la letra, mostrando Su Infinito amor por el Padre y por nosotros, Sus creaturas.
Pero yo les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; pero si me voy, se los enviaré
Siguiendo esta línea, debemos alegrarnos tanto porque se va, como porque nos enviará al Paráclito, al Espíritu de la Verdad, al Espíritu de Dios, quien nos explicará y enseñará todo lo que necesitemos saber. El convencerá al mundo en lo referente al pecado, la justicia y el juicio. ¿Cómo hará esto? Nos lo dice en este texto de un modo que puede resultarnos difícil de entender, pero podemos estar seguros que lo hará, porque el Señor siempre habla con la verdad.
Pecado y fe; justicia y Cristo junto al Padre; juicio porque el Príncipe de este mundo está juzgado. El pecado queda descubierto porque la ruina del hombre es no creer en Jesucristo, Hijo de Dios y nuestro Salvador. Esto es algo que podemos ver a lo largo de toda la historia, con su secuela de dolor, destrucción y muerte, por no querer darle la supremacía al amor, a la verdad y a Dios. Esta necedad nos sigue enfrentando, pero muy pronto quedará al descubierto para el mundo.
Justicia, porque finalmente, como Jesucristo nos lo prometió, con Su muerte y resurrección nos ha salvado, con lo que ha terminado Su Misión, subiendo al Padre, de donde salió. Hizo lo que el Padre dispuso, hasta el final y en cumplimiento de Sus promesas, vuelve al Padre, con lo que también tenemos garantizados que habrá de prepararnos un lugar, en la Mansión del Padre, donde viviremos eternamente.
Y, finalmente, en lo que se refiere al juicio, el Príncipe de este mundo ya ha sido juzgado, y debemos entender que condenado, puesto que Jesucristo ha subido triunfante al Padre. ¿Cuál debe ser entonces nuestra respuesta? La fe, es decir, creer en Él, porque el enemigo, porque el Príncipe de este mundo ha sido derrotado. ¡No le rindamos honores, entonces! ¡No andemos con dudas! ¡No sostengamos posiciones ambiguas que lo único que hacen es dañarnos y dañar a los demás!
La victoria sobre la muerte es un hecho real. Ha ocurrido. Cristo ha resucitado. ¡Esa es la prueba! No hay más. ¡Hagamos lo que nos manda y alcanzaremos la plenitud y la Vida Eterna! No le demos la más mínima ventaja al enemigo, pues constituye un absurdo tratar de revertir algo que ya fue. ¡Creamos en Jesucristo y hagamos lo que nos manda! El resultado será la Gloria. Y ya lo es, puesto que ha salido vencedor. Se trata de un capítulo cerrado, en cuyo final no tenemos que participar, porque Jesucristo ya ha vencido al mundo.
Padre Santo, danos fe para vivir según nos manda Jesucristo, amándote a Ti y a nuestros hermanos como a nosotros mismos. Que nuestras vidas canten solo esta melodía, te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor,
Amen.
Pero yo les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; pero si me voy, se los enviaré
roguemos.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario