Jesús, gracias por quedarte en la Eucaristía, eres quien me reconforta cuando caigo en el camino, quien me ayuda a quitar los obstáculos y las asperezas que me quieren alejar del camino a la santidad. Ayúdame a nunca «acostumbrarme» a este milagro de amor.
Señor, ayúdame a prepararme para poder tener este momento de oración. Permite que el meditar sobre tu Cuerpo y tu Sangre, que se me ofrece como fuente inagotable de gracia, me de la fuerza, la sabiduría, la confianza, para hacer tu voluntad hoy y siempre.
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