Les dijo: «Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.»
Vayan al mundo entero
La misión de la Iglesia y de todo cristiano es Evangelizar. El Señor antes de subir al cielo, nos lo manda. No se trata de un deseo, ni de una sugerencia. ¡Es un mandato! Nadie puede abstenerse de obedecer este mandato.
Esta orden de Jesús le hace decir a San Pablo: “¡Ay de mi si no evangelizara!” Estas son palabras que deben resonar en nuestras mentes y corazones. Se trata de una obligación que tenemos que cumplir. No es voluntaria ni de libre elección.
El que no lo hace incurre en responsabilidad grave. Será declarado en rebeldía y como tal al final se perderá en el abismo oscuro del infierno. Esto quiere decir que somos responsables solidarios de nuestros hermanos.
No nos salvamos solos
Esto lo decimos en el doble sentido siguiente. Por nosotros mismos no podemos salvarnos. Es decir que sin la ayuda de la Gracia de Dios salvarnos sería una tarea imposible. Por lo tanto, esta es una Gracia un Don que debemos pedir al Señor de modo incansable.
Y, complementariamente, no podemos aspirar a salvarnos solos, es decir sin comprometernos con nuestros hermanos. Dicho de otro modo, somos responsables solidarios de la salvación de nuestro prójimo. Quiere decir que seremos juzgados por la suerte que corran nuestros hermanos.
El Señor nos manda: vayan al mundo entero. A todas partes. A todo lugar, sin excepción. Eso es TODO el mundo. Es más, toda la Creación ha de ser evangelizada por nosotros. Personas, animales y cosas. Todas deben ser ordenadas para mayor Gloria de Dios.
No todos serán salvados
En estos tiempos de confusión se ha difundido la idea protestante que todos se salvarán. Es la lógica consecuencia de negar al demonio y al infierno. Pero estas especulaciones no son cristianas. Jesucristo no da motivo para ellas. Él es contundente: el que se resista a creer, será condenado.
Es muy claro. La salvación no es automática, ni se da a quien no la quiere. Hay personas, y conozco lamentablemente muchas, que se resisten a creer, por lo menos de la boca para afuera. Es difícil saber si se trata de una pose externa, por considerar una señal de debilidad el reconocer que están equivocados.
Finalmente, Dios sabrá qué hacer con cada uno. Pero queda claro el mandato: vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio. Y de lo que se trata es de creer para salvarse. Y, El que no crea se condenará. Así de claro.
Los signos completan el cuadro
Hay que decirlo, que hay unos signos que acompañarán a los que crean. Esto sí me parece inquietante. Porque podríamos deducir que hay grados en la fe. Y dado que no siempre vemos estos signos, podríamos concluir en que no todos creemos con tal convicción.
No a todos nos están dados estos poderes a pesar que decimos o confesamos creer. ¿Será que nuestra fe es escasa o pobre? ¿Es en esta medida en que debe manifestarse la verdadera fe? ¿Es esta medida la que debemos pedir y buscar?
La llave o clave es la fe. Esta fe debe manifestarse en obras. No es algo que esté sujeto a nuestra manifestación verbal, sino que debe ser comunicado en forma visible a los demás a través de estos signos. Este es el reto. Esta la medida.
Oración
Padre Santo, ayúdanos a ser y dar testimonio creíble de la fe que profesamos. Que no sea un mero barniz decorativo que exhibimos cuando no incomodamos, sino que por el contrario nos esmeremos y esforcemos por evidenciarla con nuestras obras. Ayúdanos a que afloren oportunamente estos signos. Te lo pedimos por Tú Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…
Amén.
roguemos.org
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