1) Oración inicial
Señor,
tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la
felicidad de los santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la
abundancia de tus dones a los que tienen sed de tus promesas. Por
nuestro Señor.
Amén
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 12,44-50
Jesús
gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me
ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la
luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las
tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo,
porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El
que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la
palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he
hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha
mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida
eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a
mí.»
3) Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae la parte final del Libro de las Señales,
en la cual el evangelista hace un balance. Muchos creen en Jesús y
tienen el valor de manifestar su fe públicamente. Otros discípulos
creyeron, pero no tuvieron el valor de manifestar públicamente su fe.
Tenían miedo a ser expulsados de la sinagoga. Y muchos no creyeron:
“Después de tantas señales que había hecho delante de ellos, no creyeron
en él. Así se cumplió la palabra dicha por el profeta Isaías: "Señor,
¿quién ha dado crédito a nuestras palabras? ¿A quién descubriste los
secretos de nuestra salvación?" (Jn 12,37-38). Después de esta
constatación general, Juan vuelve a tomar algunos temas centrales de su
evangelio:
•
Juan 12,44-45: Creer en Jesús es creer en aquel que le ha enviado. Esta
frase es un resumen del evangelio de Juan. Es un tema que aparece y
reaparece de muchas maneras. Jesús está tan unido al Padre, que ya no
habla en su nombre, sino que siempre habla en nombre del Padre. Quien ve
a Jesús, ve al Padre. Si se quiere conocer a Dios, hay que mirar a
Jesús. ¡Dios es Jesús!
•
Juan 12,46: Jesús es la luz que vino al mundo. Aquí Juan retoma lo que
había dicho en el prólogo: “El verbo era la luz verdadera que ilumina a
todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9). “La luz brilla en las
tinieblas, pero las tinieblas no pudieron vencerla” (Jn 1,5). Aquí él
repite: “Yo vine al mundo como luz, para que todo aquel que cree en mí
no siga en las tinieblas”. Jesús es una respuesta vital a los grandes
interrogantes que mueven e inspiran la búsqueda del ser humano. Es una
luz que aclara el horizonte. Hace descubrir el lado luminoso de la
oscuridad de la fe.
•
Juan 12,47-48: No vine para juzgar al mundo. Llegando al final de una
etapa, surge la pregunta: “¿Cómo va a ser el juicio? En estos dos
versículos el evangelista aclara el tema del juicio. El juicio no se
hace con amenazas de maldiciones. Jesús dice: Yo no condeno quien oye
mis palabras y no obedece a mis palabras, porque no he venido al mundo
para condenar al mundo, sino para salvar al mundo. Quien me rechaza y no
acepta mis palabras, ya tiene su juez: la palabra que yo hablé será su
juez en el último día. El juicio consiste en la manera en que la persona
se define ante la verdad y ante su propia conciencia.
•
Juan 13,49-50: Lo que digo, lo digo según el Padre me dice. Las últimas
palabras del Libro de las Señales son un resumen de todo que Jesús dice
y hace hasta ahora. El reafirma lo que afirmaba desde el comienzo:
“Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha
enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su
mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre
me lo ha dicho a mí.» Jesús es el reflejo fiel del Padre. Por esto
mismo, no ofrece prueba ni argumento a los que le provocan para que se
legitime y presente sus credenciales. Es el Padre quien lo legitima a
través de las obras que él hace. Y diciendo obras, no se refiere sólo a
los grandes milagros, sino a todo lo que él dice y hace, hasta en las
más mínimas cosas. Jesús, él mismo, es Señal del Padre. El es el milagro
ambulante, la transparencia total. El ya no se pertenece, sino que es
enteramente propiedad del Padre. Las credenciales de un embajador no
vienen de él, sino que vienen de aquel que le presenta. Vienen del
Padre.
4) Para una relación personal
• Juan hace un balance de la actividad reveladora de Jesús. Si yo hiciera un balance de mi vida, ¿qué habría de positivo en mí?
• ¿Hay algo en mí que me condena?
5) Oración final
¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
Que se alegren y exulten las naciones,
pues juzgas al mundo con justicia,
con equidad juzgas a los pueblos,
gobiernas las naciones de la tierra. (Sal 67,4-5)
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