1) Oración inicial
Señor,
tú que en la resurrección de Jesucristo nos has
engendrado de nuevo para que renaciéramos a una vida eterna,
fortifica la fe de tu pueblo y afianza su esperanza, a fin de que nunca
dudemos que llegará a realizarse lo que nos tienes prometido.
Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 14,27-31a
Os
dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el
mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que
os he dicho: Me voy y volveré a vosotros. Si me amarais, os alegraríais
de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande
que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando
suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el
Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero
ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me
ha ordenado.
3) Reflexión
•
Aquí, en Juan 14,27, comienza la despedida de Jesús y al
final del capítulo 14, él cierra la conversación diciendo:
"¡Levantaos! ¡Vámonos de aquí!" (Jn 14,31). Pero, en vez de salir de la
sala, Jesús sigue hablando por otros tres capítulos: 15, 16 y
17. Si se leen estos tres capítulos, al comienzo del capítulo 18 se
encuentra la siguiente frase: "Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos
al otro lado del torrente Cedrón, donde había un
huerto, en el que entraron él y sus discípulos”. (Jn 18,1). En Juan
18,1 está la continuación de Juan 14,31. El Evangelio de Juan es como un
prólogo bonito que se fue construyendo lentamente,
pedazo por pedazo, ladrillo sobre ladrillo. Aquí y allá, quedan
señales de estos reajustes. De cualquier forma, todos los textos, todos
los ladrillos, forman parte del edificio y son Palabra de
Dios para nosotros.
•
Juan 14,27: El don de la Paz. Jesús comunica su paz a los
discípulos. La misma paz se dará después de la resurrección (Jn
20,19). Esta paz es más una expresión de manifestación del Padre, de la
que Jesús había hablado antes (Jn 14,21). La paz de Jesús
es la fuente de gozo que él nos comunica (Jn 15,11; 16,20.22.24;
17,13). Es una paz diferente da la paz que el mundo da, es diferente de
la Pax Romana. Al final de aquel primero siglo la Pax
Romana se mantenía por la fuerza de las armas y por la represión
violenta contra los movimientos rebeldes. La Pax Romana garantizaba la
desigualdad institucionalizada entre ciudadanos romanos y
esclavos. Esta no es la paz del Reino de Dios. La Paz que Jesús
comunica es lo que en el AT se llama Shalôm. Es la organización completa
de toda la vida alrededor de los valores de justicia,
fraternidad e igualdad.
•
Juan 14,28-29: El motivo por el que Jesús vuelve al Padre.
Jesús vuelve al Padre para poder volver enseguida entre nosotros.
Dirá a la Magdalena: “Suéltame porque aún no he vuelto al Padre “(Jn
20,17). Subiendo hacia el Padre, el volverá a través del
Espíritu que nos enviará (Cf. Jn 20,22). Sin el retorno al Padre, no
podrá estar con nosotros a través de su Espíritu.
•
Juan 14,30-31a: Para que el mundo sepa que amo al Padre.
Jesús está terminando la última conversación con los discípulos. El
príncipe de este mundo se encargará del destino de Jesús. Jesús será
condenado. En realidad, el príncipe, el tentador, el
diablo, no podrá nada contra Jesús. Jesús hace en todo lo que el
Padre le ordena. El mundo sabrá que Jesús ama al Padre. Este es el gran y
único testimonio de Jesús que puede llevar el mundo a
creer en él. En el anuncio de la Buena Nueva no se trata de divulgar
una doctrina, ni de imponer un derecho canónico, ni de unir todos en
una organización. Se trata, ante todo, de vivir y de
irradiar aquello que el ser humano más desea y que lleva en lo
profundo de sí: el amor. Sin esto, la doctrina, el derecho, la
celebración no pasa de ser una peluca sobre una cabeza sin
pelo.
•
Juan 14,31b: Levantaos, vámonos de aquí. Son las últimas
palabras de Jesús, expresión de su decisión de ser obediente al
Padre y revelar su amor. En una de las oraciones eucarísticas, en el
momento de la consagración, se dice: “La víspera de su pasión,
voluntariamente aceptada”. Jesús dice en otro lugar: “El Padre me
ama, porque yo doy mi vida para retomarla de nuevo. Nadie me la quita,
yo mismo la doy libremente. Tengo poder para dar la vida y
para retomarla. Este es el mandato que recibí de mi Padre” (Jn
10,17-18).
4) Para la reflexión personal
• Jesús dice: “Os doy mi paz”. ¿Cómo contribuyo en la
construcción de paz en mi familia y en mi comunidad?
• Mirando al espejo de la obediencia de Jesús al Padre, ¿en qué
punto podría mejorar mi obediencia al Padre?
5) Oración final
Alábente, Yahvé, tus creaturas,
bendígante tus fieles;
cuenten la gloria de tu reinado,
narren tus proezas. (Sal 145,10-11)
www.ocarm.org
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