a) Oración inicial:
“Cuando
tu hablas, Señor, la nada palpita de vida: los huesos secos se
convierten en personas vivientes, el desierto florece… Cuando me
dispongo a hablarte, me siento árido, no sé qué decir. No estoy,
evidentemente, sintonizado con tu voluntad, mis labios no están de
acuerdo con mi corazón y mi corazón no hace un esfuerzo por entonarse
con el tuyo. Renueva mi corazón, purifica mis labios, para que hable
contigo como tú quieres, para que hable con los demás como tú quieres,
para que hable conmigo mismo, con mi mundo interior, como tú quieres (L.
Renna).
b) Lectura del evangelio:
1
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su
hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,
3 sabiendo
que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de
Dios y a Dios volvía,
4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y,
tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego echa agua en un lebrillo y se
puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con
que estaba ceñido.
6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
7 Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo
comprenderás más tarde.»
8 Le dice Pedro: «No me lavarás los pies
jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»
9
Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la
cabeza.»
10 Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse;
está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
11
Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios
todos.»
12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
13 Vosotros me
llamáis `el Maestro' y `el Señor', y decís bien, porque lo soy.
14 Pues
si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también
debéis lavaros los pies unos a otros.
15 Porque os he dado ejemplo, para
que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
c) Momentos de silencio orante:
En una escucha amorosa la palabra no es necesaria, porque también el silencio habla y comunica amor.
2. MEDITATIO
a) Preámbulo a la Pascua de Jesús:
El
pasaje del evangelio de este día está inserto en un conjunto literario
que comprende los capítulos 13-17. El comienzo está constituido por la
narración de la última cena que Jesús comparte con sus discípulos,
durante la cuál realiza el gesto del lavatorio de los pies (13,1-10).
Después, Jesús pronuncia un largo discurso de despedida con sus
discípulos (13, 31-14,31), los capítulos 15 -17 tienen la función de
profundizar algo más el precedente discurso del Maestro. Inmediatamente
sigue, el hecho del prendimiento de Jesús (18, 1-11). De todos modos,
los sucesos narrados en 13-17,26 están conectados desde el 13,1 con la
Pascua de Jesús. Es interesante anotar este punto: desde el 12,1 la
Pascua no se llama ya la pascua de los judíos, sino la Pascua de Jesús.
Es Él, de ahora en adelante, el Cordero de Dios que librará al hombre de
su pecado. La Pascua de Jesús es una Pascua que mira a la liberación
del hombre: un nuevo éxodo que permite pasar de las tinieblas a la luz
(8,12) y que llevará vida y fiesta a la humanidad (7,37).
Jesús
es consciente de que está por terminarse su camino hacia el Padre, y
por tanto dispuesto a llevar a término su éxodo personal y definitivo.
Tal pasaje al Padre se realiza mediante la Cruz, momento nuclear en el
que Jesús entregará su vida en provecho del hombre.
Llama
la atención del lector el constatar cómo el evangelista Juan sepa
representar muy bien la figura de Jesús siendo consciente de los últimos
acontecimientos de su vida y, por tanto, de su misión. Y a probar que
Jesús no es arrastrado por los acontecimientos que amenazan su
existencia, sino que está preparado para dar su vida. Precedentemente el
evangelista había anotado que todavía no había llegado su hora; pero
ahora en la narración del lavatorio de los pies dice, que Jesús es
consciente de que se aproxima su hora.
Tal conciencia está a la base de
la expresión juanista: “después de haber amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el fin” (v.1) El amor “por los suyos”,
aquéllos que forman la nueva comunidad, ha sido evidente mientras ha
estado con ellos, pero resplandecerá de modo eminente en su muerte. Tal
amor viene mostrado por Jesús en el gesto del lavatorio de pies que , en
su valor simbólico, muestra el amor continuo que se expresa en el
servicio.
b) Lavatorio de los pies:
Jesús
se encuentra en una cena ordinaria con los suyos. Tiene plena
conciencia de la misión que el Padre le ha confiado: de Él depende la
salvación de la humanidad. Con tal conocimiento quiere mostrar a “los
suyos”, mediante el lavatorio de los pies, cómo se lleva a cumplimiento
la obra salvífica del Padre e indicar con tal gesto la entrega de su
vida para la salvación del hombre. Es voluntad de Jesús que el hombre se
salve y un consumidor deseo lo guía a dar su vida y entregarse. Es
consciente de que “el Padre había puesto todo en sus manos” (v. 3a); tal
expresión deja entrever que el Padre deja a Jesús la completa libertad
de acción.
Jesús,
además, sabe que su origen y la meta de su itinerario es Dios; sabe que
su muerte en la cruz, expresión máxima de su amor, es el último momento
de su camino salvador. Su muerte es un “éxodo”: el ápice de su victoria
sobre la muerte; en el dar su vida, Jesús nos revela la presencia de
Dios como vida plena y ausente de muerte.
Con
esta plena conciencia de su identidad y de su completa libertad Jesús
se dispone a cumplir el grande y humilde gesto del lavatorio. Tal gesto
de amor se describe con un cúmulo de verbos (ocho) que convierten la
escena complicada y henchida de significado. El evangelista presentando
la última acción de Jesús sobre los suyos, usa esta figura retórica de
acumulación de verbos sin repetirse para que tal gesto permanezca
impreso en el corazón y en la mente de sus discípulos y de cualquier
lector y para que se retenga un mandamiento que no debe olvidarse. El
gesto cumplido por Jesús intenta mostrar que el verdadero amor se
traduce en acción tangible de servicio. Jesús se despoja de sus vestidos
se ciñe un delantal símbolo de servicio. El despojarse de sus vestidos
es una expresión que tiene la función de expresar el significado del don
de la vida. ¿Qué enseñanza quiere Jesús transmitir a sus discípulos con
este gesto? Les muestra que el amor se expresa en el servicio, en dar
la vida por los demás como Él lo ha hecho.
En
tiempos de Jesús el lavado de los pies era un gesto que expresaba
hospitalidad y acogida con los huéspedes. De ordinario era hecho por un
esclavo con los huéspedes o por una mujer o hijas a su padre. Además era
costumbre que el rito del lavado de pies fuese siempre antes de
sentarse a la mesa y no durante la comida. Esta forma de obrar de Jesús
intenta subrayar la singularidad de su gesto.
Y
así Jesús se pone a lavar los pies a sus discípulos. El reiterado uso
del delantal con el que Jesús se ha ceñido subraya que la actitud de
servicio es un atributo permanente de la persona de Jesús. De hecho,
cuando acaba el lavatorio, Jesús no se quita el paño que hace de
delantal. Este particular intenta subrayar que el servicio-amor no
termina con la muerte. La minuciosidad de tantos detalles muestra la
intención del evangelista de querer poner de relieve la importancia y
singularidad del gesto de Jesús. Lavando los pies de sus discípulos
Jesús intenta mostrarles su amor, que es un todo con el del Padre
(10,30.38).
Es realmente impresionante esta imagen que Jesús nos revela
de Dios: no es un soberano que reside sólo en el cielo, sino que se
presenta como siervo de la humanidad. De este servicio divino brota para
la comunidad de los creyentes aquella libertad que nace del amor y que
vuelve a todos su miembros “señores” (libres) en tanto que servidores.
Es como decir que sólo la libertad crea el verdadero amor. De ahora en
adelante el servicio que los creyentes darán al hombre tendrá como
finalidad el de instaurar relaciones entre los hombres en el que la
igualdad y la libertad sean una consecuencia de la práctica del servicio
recíproco. Jesús con su gesto intenta demostrar que cualquier asomo de
dominio o prepotencia sobre el hombre no está de acuerdo con el modo de
obrar de Dios, quien, por el contrario, sirve al hombre para atraerlo
hacia Sí. Además no tienen sentido las pretensiones de superioridad de
un hombre sobre otro, porque la comunidad fundada por Jesús no tiene
forma piramidal sino horizontal, en la que cada uno está al servicio del
otro, siguiendo el ejemplo de Dios y de Jesús.
En
síntesis, el gesto que Jesús cumple expresa los siguientes valores: el
amor hacia los hermanos exige un cambio en acogida fraterna,
hospitalidad, o sea, servicio permanente.
c) Resistencia de Pedro:
La
reacción de Pedro al gesto de Jesús es de estupor y protesta. También
hay cambio en el modo de dirigirse a Jesús: Pedro lo llama “Señor”
(13,6). Tal título reconoce en Jesús un nivel de superioridad que choca
con el “lavar” los pies, una acción que compete, en verdad, a un sujeto
inferior. La protesta es enérgicamente expresada por las palabras: “¿Tú
lavarme a mí los pies?” A los ojos de Pedro este humillante gesto del
lavatorio de los pies parece una inversión de valores que regulan las
relaciones entre Jesús y los hombres: el primero es el Mesías, Pedro es
un súbdito. Pedro no aprueba la igualdad que Jesús quiere establecer
entre los hombres.
A
tal incomprensión Jesús responde a Pedro invitándolo a acoger el
sentido de lavar los pies como un testimonio de su afecto hacia él. Más
precisamente: le quiere ofrecer una prueba concreta de cómo Él y el
Padre lo aman.
Pero
la reacción de Pedro no cesa: rechaza categóricamente que Jesús se
ponga a sus pies. Para Pedro cada uno debe cumplir su papel, no es
posible una comunidad o una sociedad basada en la igualdad. No es
aceptable que Jesús abandone su posición de superioridad para hacerse
igual a sus discípulos. Tal idea del Maestro desorienta a Pedro y lo
lleva a protestar. No aceptando el servicio de amor de su Maestro, no
acepta ni siquiera que muera en la cruz por él (12,34;13,37). Es como
decir, que Pedro está lejos de comprender qué cosa es el verdadero amor y
tal obstáculo sirve de impedimento para que Jesús se lo muestre con la
acción.
Mientras
que Pedro no esté dispuesto a compartir la dinámica del amor que se
manifiesta en el servicio recíproco no puede compartir la amistad con
Jesús, y se arriesga, realmente, a autoexcluirse.
A
continuación de la advertencia de Jesús: “Si no te lavo, no tendrás
parte conmigo” (v.8), Pedro consiente a las amenazantes palabras del
Maestro, pero sin aceptar el sentido profundo de la acción de Jesús. Se
muestra abierto, dispuesto a dejarse lavar, no sólo los pies, sino
también las manos y la cabeza. Parece que Pedro admite mejor el gesto de
Jesús como una acción de purificación o ablución, más que como
servicio. Pero Jesús responde que los discípulos están purificados
(“limpios”) desde el momento en que han aceptado dejarse guiar por la
Palabra del Maestro, rechazando la del mundo. Pedro y los discípulos no
tienen necesidad del rito judaico de la purificación, sino de dejarse
lavar los pies por Jesús; o mejor, de dejarse amar por él , que les da
dignidad y libertad.
d) El memorial del amor:
Al
término del lavatorio de los pies, Jesús intenta dar a su acción una
validez permanente para su comunidad y al mismo tiempo dejar en ella un
memorial o mandamiento que deberá regular para siempre las relaciones
fraternas.
Jesús
es el Señor, no en la línea de dominio, sino en cuanto comunica el amor
del Padre (su Espíritu) que nos hace hijos de Dios y aptos para imitar a
Jesús, que libremente da su amor a los suyos. Esta actitud interior de
Jesús lo ha querido comunicar a los suyos, un amor que no excluye a
ninguno, ni siquiera a Judas que lo va a traicionar. Por tanto si los
discípulos lo llaman Señor, deben imitarlo; si lo consideran Maestro
deben escucharlo.
e) Algunas preguntas para meditar:
-
se levantó de la mesa: ¿cómo vives la Eucaristía? ¿De modo sedentario o
te dejas llevar por la acción de fuego del amor que recibes? ¿Corres el
peligro de que la Eucaristía de la que participas se pierda en el
narcisismo contemplativo, sin llevarte al compromiso de solidaridad y
deseos de compartir? Tu compromiso por la justicia, por los pobres,
¿viene de la costumbre de encontrarte con Jesús en la Eucaristía, de la
familiaridad con Él?
- se quitó los vestidos: Cuando de la Eucaristía pasas a la vida ¿sabes dejar los vestidos del contracambio, del interés personal, para dejarte guiar por un amor auténtico hacia los demás? ¿O después de la Eucaristía no eres capaz de dejar los vestidos del dominio y de la arrogancia para vestir el de de la sencillez, el de la pobreza?
- se puso un delantal: es la imagen de la “iglesia del delantal”. En la vida de tu familia, de tu comunidad eclesial ¿vas por la vía del servicio? ¿Estás comprometido directamente con el servicio a los pobres y marginados? ¿Sabes percibir el rostro de Cristo cuando pide ser servido, amado en los pobres?
3. ORATIO
a) Salmo 116 (114-115), 12-13;15-16;17-18
El
salmista que se encuentra en el templo y en presencia de la asamblea
litúrgica escoge su sacrificio de acción de gracias. Voltaire, que
nutría una particular predilección por el v.12, así se expresaba: “¿Qué
cosa puedo ofrecer al Señor por los dones que me ha dado?”
¿Cómo pagar a Yahvé
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de salvación
e invocaré el nombre de Yahvé.
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de salvación
e invocaré el nombre de Yahvé.
Mucho le cuesta a Yahvé
la muerte de los que lo aman.
¡Ah, Yahvé, yo soy tu siervo,
tu siervo, hijo de tu esclava,
tú has soltado mis cadenas!
la muerte de los que lo aman.
¡Ah, Yahvé, yo soy tu siervo,
tu siervo, hijo de tu esclava,
tú has soltado mis cadenas!
Te ofreceré sacrificio de acción de gracias
e invocaré el nombre de Yahvé.
Cumpliré mis votos a Yahvé
en presencia de todo el pueblo,
e invocaré el nombre de Yahvé.
Cumpliré mis votos a Yahvé
en presencia de todo el pueblo,
b) Oración final:
Fascinado por el modo con que Jesús expresa su amor a los suyos, Orígenes reza así:
Jesús, ven, tengo los pies sucios,
Por mí te has hecho siervo,
versa el agua en la jofaina;
Ven, lávame los pies..
Lo sé, es temerario lo que te digo,
pero temo la amenaza de tus palabras:
“Si no te lavo los pies,
no tendrás parte conmigo”
Lávame por tanto los pies,
para que tenga parte contigo.
(Homilía 5ª sobre Isaías)
Por mí te has hecho siervo,
versa el agua en la jofaina;
Ven, lávame los pies..
Lo sé, es temerario lo que te digo,
pero temo la amenaza de tus palabras:
“Si no te lavo los pies,
no tendrás parte conmigo”
Lávame por tanto los pies,
para que tenga parte contigo.
(Homilía 5ª sobre Isaías)
Y San Ambrosio, preso de un deseo ardiente de corresponder al amor de Jesús, así se expresa:
¡Oh, mi Señor Jesús!
Déjame lavar tus sagrados pies;
te los has ensuciado desde que caminas por mi alma…Jueves Santo
2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,
6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13 Vosotros me llamáis `el Maestro' y `el Señor', y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
Pero ¿dónde debo coger el agua de la fuente
para lavarte los pies?
A falta de ella,
me quedan los ojos para llorar:
bañando tus pies con mis lágrimas,
haz que yo mismo quede purificado.
(Tratado sobre la penitencia).
Déjame lavar tus sagrados pies;
te los has ensuciado desde que caminas por mi alma…Jueves Santo
Lavatorio de los pies
1. LECTIO
a) Oración inicial:
“Cuando
tu hablas, Señor, la nada palpita de vida: los huesos secos se
convierten en personas vivientes, el desierto florece… Cuando me
dispongo a hablarte, me siento árido, no sé qué decir. No estoy,
evidentemente, sintonizado con tu voluntad, mis labios no están de
acuerdo con mi corazón y mi corazón no hace un esfuerzo por entonarse
con el tuyo. Renueva mi corazón, purifica mis labios, para que hable
contigo como tú quieres, para que hable con los demás como tú quieres,
para que hable conmigo mismo, con mi mundo interior, como tú quieres (L.
Renna).
b) Lectura del evangelio:
1
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su
hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,
3 sabiendo
que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de
Dios y a Dios volvía,
4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y,
tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego echa agua en un lebrillo y se
puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con
que estaba ceñido.
6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
7 Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo
comprenderás más tarde.»
8 Le dice Pedro: «No me lavarás los pies
jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»
9
Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la
cabeza.»
10 Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse;
está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
11
Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios
todos.»
12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13 Vosotros me llamáis `el Maestro' y `el Señor', y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
c) Momentos de silencio orante:
En una escucha amorosa la palabra no es necesaria, porque también el silencio habla y comunica amor.
2. MEDITATIO
a) Preámbulo a la Pascua de Jesús:
El
pasaje del evangelio de este día está inserto en un conjunto literario
que comprende los capítulos 13-17. El comienzo está constituido por la
narración de la última cena que Jesús comparte con sus discípulos,
durante la cuál realiza el gesto del lavatorio de los pies (13,1-10).
Después, Jesús pronuncia un largo discurso de despedida con sus
discípulos (13, 31-14,31), los capítulos 15 -17 tienen la función de
profundizar algo más el precedente discurso del Maestro. Inmediatamente
sigue, el hecho del prendimiento de Jesús (18, 1-11). De todos modos,
los sucesos narrados en 13-17,26 están conectados desde el 13,1 con la
Pascua de Jesús. Es interesante anotar este punto: desde el 12,1 la
Pascua no se llama ya la pascua de los judíos, sino la Pascua de Jesús.
Es Él, de ahora en adelante, el Cordero de Dios que librará al hombre de
su pecado. La Pascua de Jesús es una Pascua que mira a la liberación
del hombre: un nuevo éxodo que permite pasar de las tinieblas a la luz
(8,12) y que llevará vida y fiesta a la humanidad (7,37).
Jesús
es consciente de que está por terminarse su camino hacia el Padre, y
por tanto dispuesto a llevar a término su éxodo personal y definitivo.
Tal pasaje al Padre se realiza mediante la Cruz, momento nuclear en el
que Jesús entregará su vida en provecho del hombre.
Llama
la atención del lector el constatar cómo el evangelista Juan sepa
representar muy bien la figura de Jesús siendo consciente de los últimos
acontecimientos de su vida y, por tanto, de su misión. Y a probar que
Jesús no es arrastrado por los acontecimientos que amenazan su
existencia, sino que está preparado para dar su vida. Precedentemente el
evangelista había anotado que todavía no había llegado su hora; pero
ahora en la narración del lavatorio de los pies dice, que Jesús es
consciente de que se aproxima su hora. Tal conciencia está a la base de
la expresión juanista: “después de haber amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el fin” (v.1) El amor “por los suyos”,
aquéllos que forman la nueva comunidad, ha sido evidente mientras ha
estado con ellos, pero resplandecerá de modo eminente en su muerte. Tal
amor viene mostrado por Jesús en el gesto del lavatorio de pies que , en
su valor simbólico, muestra el amor continuo que se expresa en el
servicio.
b) Lavatorio de los pies:
Jesús
se encuentra en una cena ordinaria con los suyos. Tiene plena
conciencia de la misión que el Padre le ha confiado: de Él depende la
salvación de la humanidad. Con tal conocimiento quiere mostrar a “los
suyos”, mediante el lavatorio de los pies, cómo se lleva a cumplimiento
la obra salvífica del Padre e indicar con tal gesto la entrega de su
vida para la salvación del hombre. Es voluntad de Jesús que el hombre se
salve y un consumidor deseo lo guía a dar su vida y entregarse. Es
consciente de que “el Padre había puesto todo en sus manos” (v. 3a); tal
expresión deja entrever que el Padre deja a Jesús la completa libertad
de acción.
Jesús,
además, sabe que su origen y la meta de su itinerario es Dios; sabe que
su muerte en la cruz, expresión máxima de su amor, es el último momento
de su camino salvador. Su muerte es un “éxodo”: el ápice de su victoria
sobre la muerte; en el dar su vida, Jesús nos revela la presencia de
Dios como vida plena y ausente de muerte.
Con
esta plena conciencia de su identidad y de su completa libertad Jesús
se dispone a cumplir el grande y humilde gesto del lavatorio. Tal gesto
de amor se describe con un cúmulo de verbos (ocho) que convierten la
escena complicada y henchida de significado. El evangelista presentando
la última acción de Jesús sobre los suyos, usa esta figura retórica de
acumulación de verbos sin repetirse para que tal gesto permanezca
impreso en el corazón y en la mente de sus discípulos y de cualquier
lector y para que se retenga un mandamiento que no debe olvidarse. El
gesto cumplido por Jesús intenta mostrar que el verdadero amor se
traduce en acción tangible de servicio. Jesús se despoja de sus vestidos
se ciñe un delantal símbolo de servicio. El despojarse de sus vestidos
es una expresión que tiene la función de expresar el significado del don
de la vida. ¿Qué enseñanza quiere Jesús transmitir a sus discípulos con
este gesto? Les muestra que el amor se expresa en el servicio, en dar
la vida por los demás como Él lo ha hecho.
En
tiempos de Jesús el lavado de los pies era un gesto que expresaba
hospitalidad y acogida con los huéspedes. De ordinario era hecho por un
esclavo con los huéspedes o por una mujer o hijas a su padre. Además era
costumbre que el rito del lavado de pies fuese siempre antes de
sentarse a la mesa y no durante la comida. Esta forma de obrar de Jesús
intenta subrayar la singularidad de su gesto.
Y
así Jesús se pone a lavar los pies a sus discípulos. El reiterado uso
del delantal con el que Jesús se ha ceñido subraya que la actitud de
servicio es un atributo permanente de la persona de Jesús. De hecho,
cuando acaba el lavatorio, Jesús no se quita el paño que hace de
delantal. Este particular intenta subrayar que el servicio-amor no
termina con la muerte. La minuciosidad de tantos detalles muestra la
intención del evangelista de querer poner de relieve la importancia y
singularidad del gesto de Jesús. Lavando los pies de sus discípulos
Jesús intenta mostrarles su amor, que es un todo con el del Padre
(10,30.38). Es realmente impresionante esta imagen que Jesús nos revela
de Dios: no es un soberano que reside sólo en el cielo, sino que se
presenta como siervo de la humanidad. De este servicio divino brota para
la comunidad de los creyentes aquella libertad que nace del amor y que
vuelve a todos su miembros “señores” (libres) en tanto que servidores.
Es como decir que sólo la libertad crea el verdadero amor. De ahora en
adelante el servicio que los creyentes darán al hombre tendrá como
finalidad el de instaurar relaciones entre los hombres en el que la
igualdad y la libertad sean una consecuencia de la práctica del servicio
recíproco. Jesús con su gesto intenta demostrar que cualquier asomo de
dominio o prepotencia sobre el hombre no está de acuerdo con el modo de
obrar de Dios, quien, por el contrario, sirve al hombre para atraerlo
hacia Sí. Además no tienen sentido las pretensiones de superioridad de
un hombre sobre otro, porque la comunidad fundada por Jesús no tiene
forma piramidal sino horizontal, en la que cada uno está al servicio del
otro, siguiendo el ejemplo de Dios y de Jesús.
En
síntesis, el gesto que Jesús cumple expresa los siguientes valores: el
amor hacia los hermanos exige un cambio en acogida fraterna,
hospitalidad, o sea, servicio permanente.
c) Resistencia de Pedro:
La
reacción de Pedro al gesto de Jesús es de estupor y protesta. También
hay cambio en el modo de dirigirse a Jesús: Pedro lo llama “Señor”
(13,6). Tal título reconoce en Jesús un nivel de superioridad que choca
con el “lavar” los pies, una acción que compete, en verdad, a un sujeto
inferior. La protesta es enérgicamente expresada por las palabras: “¿Tú
lavarme a mí los pies?” A los ojos de Pedro este humillante gesto del
lavatorio de los pies parece una inversión de valores que regulan las
relaciones entre Jesús y los hombres: el primero es el Mesías, Pedro es
un súbdito. Pedro no aprueba la igualdad que Jesús quiere establecer
entre los hombres.
A
tal incomprensión Jesús responde a Pedro invitándolo a acoger el
sentido de lavar los pies como un testimonio de su afecto hacia él. Más
precisamente: le quiere ofrecer una prueba concreta de cómo Él y el
Padre lo aman.
Pero
la reacción de Pedro no cesa: rechaza categóricamente que Jesús se
ponga a sus pies. Para Pedro cada uno debe cumplir su papel, no es
posible una comunidad o una sociedad basada en la igualdad. No es
aceptable que Jesús abandone su posición de superioridad para hacerse
igual a sus discípulos. Tal idea del Maestro desorienta a Pedro y lo
lleva a protestar. No aceptando el servicio de amor de su Maestro, no
acepta ni siquiera que muera en la cruz por él (12,34;13,37). Es como
decir, que Pedro está lejos de comprender qué cosa es el verdadero amor y
tal obstáculo sirve de impedimento para que Jesús se lo muestre con la
acción.
Mientras
que Pedro no esté dispuesto a compartir la dinámica del amor que se
manifiesta en el servicio recíproco no puede compartir la amistad con
Jesús, y se arriesga, realmente, a autoexcluirse.
A
continuación de la advertencia de Jesús: “Si no te lavo, no tendrás
parte conmigo” (v.8), Pedro consiente a las amenazantes palabras del
Maestro, pero sin aceptar el sentido profundo de la acción de Jesús. Se
muestra abierto, dispuesto a dejarse lavar, no sólo los pies, sino
también las manos y la cabeza. Parece que Pedro admite mejor el gesto de
Jesús como una acción de purificación o ablución, más que como
servicio. Pero Jesús responde que los discípulos están purificados
(“limpios”) desde el momento en que han aceptado dejarse guiar por la
Palabra del Maestro, rechazando la del mundo. Pedro y los discípulos no
tienen necesidad del rito judaico de la purificación, sino de dejarse
lavar los pies por Jesús; o mejor, de dejarse amar por él , que les da
dignidad y libertad.
d) El memorial del amor:
Al
término del lavatorio de los pies, Jesús intenta dar a su acción una
validez permanente para su comunidad y al mismo tiempo dejar en ella un
memorial o mandamiento que deberá regular para siempre las relaciones
fraternas.
Jesús
es el Señor, no en la línea de dominio, sino en cuanto comunica el amor
del Padre (su Espíritu) que nos hace hijos de Dios y aptos para imitar a
Jesús, que libremente da su amor a los suyos. Esta actitud interior de
Jesús lo ha querido comunicar a los suyos, un amor que no excluye a
ninguno, ni siquiera a Judas que lo va a traicionar. Por tanto si los
discípulos lo llaman Señor, deben imitarlo; si lo consideran Maestro
deben escucharlo.
e) Algunas preguntas para meditar:
-
se levantó de la mesa: ¿cómo vives la Eucaristía? ¿De modo sedentario o
te dejas llevar por la acción de fuego del amor que recibes? ¿Corres el
peligro de que la Eucaristía de la que participas se pierda en el
narcisismo contemplativo, sin llevarte al compromiso de solidaridad y
deseos de compartir? Tu compromiso por la justicia, por los pobres,
¿viene de la costumbre de encontrarte con Jesús en la Eucaristía, de la
familiaridad con Él?
- se quitó los vestidos: Cuando de la Eucaristía pasas a la vida ¿sabes dejar los vestidos del contracambio, del interés personal, para dejarte guiar por un amor auténtico hacia los demás? ¿O después de la Eucaristía no eres capaz de dejar los vestidos del dominio y de la arrogancia para vestir el de de la sencillez, el de la pobreza?
- se puso un delantal: es la imagen de la “iglesia del delantal”. En la vida de tu familia, de tu comunidad eclesial ¿vas por la vía del servicio? ¿Estás comprometido directamente con el servicio a los pobres y marginados? ¿Sabes percibir el rostro de Cristo cuando pide ser servido, amado en los pobres?
- se quitó los vestidos: Cuando de la Eucaristía pasas a la vida ¿sabes dejar los vestidos del contracambio, del interés personal, para dejarte guiar por un amor auténtico hacia los demás? ¿O después de la Eucaristía no eres capaz de dejar los vestidos del dominio y de la arrogancia para vestir el de de la sencillez, el de la pobreza?
- se puso un delantal: es la imagen de la “iglesia del delantal”. En la vida de tu familia, de tu comunidad eclesial ¿vas por la vía del servicio? ¿Estás comprometido directamente con el servicio a los pobres y marginados? ¿Sabes percibir el rostro de Cristo cuando pide ser servido, amado en los pobres?
3. ORATIO
a) Salmo 116 (114-115), 12-13;15-16;17-18
El
salmista que se encuentra en el templo y en presencia de la asamblea
litúrgica escoge su sacrificio de acción de gracias. Voltaire, que
nutría una particular predilección por el v.12, así se expresaba: “¿Qué
cosa puedo ofrecer al Señor por los dones que me ha dado?”
¿Cómo pagar a Yahvé
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de salvación
e invocaré el nombre de Yahvé.
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de salvación
e invocaré el nombre de Yahvé.
Mucho le cuesta a Yahvé
la muerte de los que lo aman.
¡Ah, Yahvé, yo soy tu siervo,
tu siervo, hijo de tu esclava,
tú has soltado mis cadenas!
la muerte de los que lo aman.
¡Ah, Yahvé, yo soy tu siervo,
tu siervo, hijo de tu esclava,
tú has soltado mis cadenas!
Te ofreceré sacrificio de acción de gracias
e invocaré el nombre de Yahvé.
Cumpliré mis votos a Yahvé
en presencia de todo el pueblo,
e invocaré el nombre de Yahvé.
Cumpliré mis votos a Yahvé
en presencia de todo el pueblo,
b) Oración final:
Fascinado por el modo con que Jesús expresa su amor a los suyos, Orígenes reza así:
Jesús, ven, tengo los pies sucios,
Por mí te has hecho siervo,
versa el agua en la jofaina;
Ven, lávame los pies..
Lo sé, es temerario lo que te digo,
pero temo la amenaza de tus palabras:
“Si no te lavo los pies,
no tendrás parte conmigo”
Lávame por tanto los pies,
para que tenga parte contigo.
(Homilía 5ª sobre Isaías)
Por mí te has hecho siervo,
versa el agua en la jofaina;
Ven, lávame los pies..
Lo sé, es temerario lo que te digo,
pero temo la amenaza de tus palabras:
“Si no te lavo los pies,
no tendrás parte conmigo”
Lávame por tanto los pies,
para que tenga parte contigo.
(Homilía 5ª sobre Isaías)
Y San Ambrosio, preso de un deseo ardiente de corresponder al amor de Jesús, así se expresa:
¡Oh, mi Señor Jesús!
Déjame lavar tus sagrados pies;
te los has ensuciado desde que caminas por mi alma…
Pero ¿dónde debo coger el agua de la fuente
para lavarte los pies?
A falta de ella,
me quedan los ojos para llorar:
bañando tus pies con mis lágrimas,
haz que yo mismo quede purificado.
(Tratado sobre la penitencia).
Déjame lavar tus sagrados pies;
te los has ensuciado desde que caminas por mi alma…
Pero ¿dónde debo coger el agua de la fuente
para lavarte los pies?
A falta de ella,
me quedan los ojos para llorar:
bañando tus pies con mis lágrimas,
haz que yo mismo quede purificado.
(Tratado sobre la penitencia).
Pero ¿dónde debo coger el agua de la fuente
para lavarte los pies?
A falta de ella,
me quedan los ojos para llorar:
bañando tus pies con mis lágrimas,
haz que yo mismo quede purificado.
(Tratado sobre la penitencia).
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