Gracias, Señor, por dar a tu Iglesia la figura de San José, el santo de la vida ordinaria. Gracias porque me enseñas que la fe, la obediencia, el silencio y el trabajo, no son virtudes difíciles de conseguir, o sólo destinadas a los sacerdotes, sino que son virtudes que todos podemos alcanzar, con tu gracia y con nuestro esfuerzo. Ayúdame a que, en medio de las actividades del día, pueda encontrar un momento para unirme a ti y escuchar cuál es tu voluntad.
Jesucristo, Tú sabes lo difícil es ver con fe ciertas circunstancias de la vida, Tú mismo lo experimentaste en carne propia. Fortalece mi fe para seguir el camino de felicidad y salvación que has escogido para mí, y que pueda repetir como tú: ¡Hágase tu voluntad!
San José, hoy inicio esta meditación recordando tu ejemplo en el Evangelio: Modesto y sencillo, pero impregnado de fe, esperanza y amor. Siempre fiel y prudente supiste escuchar la voz de Dios, y abrazar su voluntad, aunque no tuviera lógica ni sentido para ti
No hay comentarios:
Publicar un comentario