Meditación: Filipenses 1,18-26
Aunque San Pablo estaba preso por anunciar a Cristo, no dejaba de sacar fuerzas de flaqueza para exhortar a sus amados hermanas y hermanos de Filipos: “Y todavía me alegraré más, pues yo sé que todo esto será para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo.”
Filipos fue la ciudad en que Pablo fundó la primera iglesia en territorio europeo. Su carta denota un gran afecto personal por los hermanos de ese lugar, especialmente porque el apóstol se regocijaba al escuchar que la comunidad seguía creciendo en fe y generosidad, mientras él los exhortaba a permanecer unidos y llenos de gozo en el Señor.
Es admirable el calor humano y el entusiasmo que demostraba San Pablo a pesar de estar preso y esperando su condena. ¡Su vida corría peligro! Pero su esperanza y su confianza en Dios eran inquebrantables: “Espero firmemente que Dios no me dejará quedar mal… y se verá más en mí la grandeza de Cristo, tanto si sigo vivo como si muero” (Filipenses 1,20). Pese a la soledad y al tormento emocional, el apóstol llegó a entender, mediante la oración y la fe, que “la vida es Cristo, y la muerte es ganancia” (Filipenses 1,21).
La fe de Pablo es modelo y desafío para nosotros. Todos los creyentes estamos llamados a fijar la mirada nada más que en Cristo Jesús. Cada día podemos pedirle al Señor que nos permita estar más conscientes de la presencia de su Espíritu en nosotros y acogernos a su misericordia, elevando oraciones cortas y sencillas de amor, fe y confianza. Al retirarnos por la noche, podemos pedirle al Señor que nos muestre en qué hemos fallado durante el día y que nos purifique con su sangre preciosa. En la Santa Misa, podemos contemplar al Cordero de Dios sacrificado y adorarlo y amarlo con todo el corazón, la mente, el alma y las fuerzas. Es cierto que a veces las circunstancias son extremas y terminan por quitarnos el gozo del Señor, pero debemos recordar que todo lo que necesita el Señor es la entrega de nuestro corazón. ¡Con eso Él hace milagros!
“Jesús, Redentor nuestro, nos entregamos a Ti por completo en este preciso momento. Tenemos el profundo deseo de estar en tu presencia cada vez más; ayúdanos, Señor, a permanecer firmes en nuestra fe.”
Salmo 42,2-3.5
Lucas 14,1.7-11
Tomado de: la_Palabra.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario