Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
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Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

14 de abril de 2024

 PAZ A VOSOTROS

 



“Se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros»” (Lc. 24, 35). No creo equivocarme cuando pienso que vivimos en un mundo necesitado de paz, de muchos tipos de paz, pero también de la paz interior. ¿Cómo podemos estar en paz con nosotros mismos? Con nuestra historia, con nuestras decisiones, equivocaciones, inconsciencias, con la persona en la que nos hemos ido configurando, a veces tan alejada de Jesús de Nazareth.
 

Para encontrar la paz tenemos que aprender a perdonarnos, para ir hacia el perdón que nos pueda sanar tenemos que reconocernos nuestros pecados. Identificar qué cosas he hecho en mi vida que me han dañado y con las que he dañado, qué cosas me alejan y alejan al mundo del proyecto de amor que Dios tiene para con nosotros.

 
Vivimos en un mundo que se ha inventado a sí mismo, con prepotencia y soberbia ha considerado no necesitar a Nadie ante quien rendir cuentas, pero tampoco ante Quien dirigir un ‘perdóname Dios mío porque he pecado’, vivimos en desamparo. Hemos pasado de una sociedad dónde todo era pecado a otra donde no hay más límites o normas que los jurídicos, y con estos no bastan para ser persona. Creyendo que en ese proceso nos íbamos a liberar nos hemos convertido en esclavos de nosotros mismos, y la mayoría de nosotros somos mucho menos misericordiosos que Dios.
 

Aunque nuestro medir el pecado puede ser más o menos flexible, aunque podamos vivir sin esa conciencia, sin querer saber que he dañado o me he hecho daño, el pecado existe, es una realidad objetiva, no un invento de la religión, por tanto el daño se produce, vivimos dañando y dañándonos, hasta que el sufrir se acumula y explotamos sin saber cómo ni porqué. A veces por increíble que parezca no somos capaces ni de poner nombre a los males que nos asolan pero constatamos que vivimos arrastrando pequeñas o grandes losas que caen sobre nuestra alegría de vivir y la van marchitando. Nos sentimos mal, mal con nosotros mismos, sin saber porqué, ni que hacer. Pero sabemos que no vivimos con paz.
 

La vida está llena de decisiones equivocadas y actos inconscientes de sus consecuencias, necesitamos como el sol de cada mañana perdonar y perdonarnos, porque sino cargamos con esos pesados fardos que se van acumulando en nuestra historia, hasta que el fardo pesa tanto que casi no podemos ni levantarnos. Y a todo ellos le añadimos la culpa: ‘y si yo’, entramos en un círculo en el que nos sentimos mal con nosotros mismos por lo que podríamos o deberíamos haber hecho o no, y de ahí no sabemos salir, aumentando todavía más nuestro dolor.
 

No es fácil perdonarnos si no nos han enseñado, si Nadie ha derramado sobre nosotros su perdón infinito y nos ha dicho: no pasa nada, aún conociendo todo eso, aun escudriñando todo lo que hay en tu corazón, lo que te hace sentir sucio e indigno, yo te quiero. Te conozco y te quiero con un amor inmenso.
 

Para levantarnos y reconstruirnos necesitamos oír estas palabras que nos permitan seguir caminado en paz. Por grave que sea lo que has vivido, todo queda sanado con las palabras de perdón del Autor de la vida, por grandes que sean los fardos que soportas, Él puede hacerlos soportables, por triste que vivas Él puede resucitarte. No se trata de mirar hacia otro lado, ni de evadirnos, se tratar de mirarnos dentro y sentir que Él con su perdón y su paz nos vivifica.
 

Más allá del sentido grande y esperanzador de la resurrección, de nuestro esperar encontrarnos con Él y con otros, además de la vida eterna que da sentido a este vacío que vivimos ante la muerte, que ilumina tanto dolor al sentirnos desgajados por la pérdida de un ser querido, Dios nos puede resucitar en la cotidianidad, puede levantar los pesados fardos de la culpa que arrastramos hasta quebrarnos. Jesús vino a hablarnos de su misericordia, cargó con todo el daño que nos hemos y hemos hecho para que pudiéramos sentir el alivio de su perdón: «en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos».
 

Ojalá pudiera todo el mundo vivir la liberación de tanta losa pesada. Desde esa experiencia de perdón, el amor de Dios llega en él a su plenitud. Y nacemos a una vida nueva, más acorde con el Espíritu, al reconocer su amor hacia nosotros. Resucitamos cada vez que acogemos su perdón, que nos sentimos dignos merecedores de éste y nos abrimos a confiar que Él puede liberarnos, que lo que no he logrado de ninguna otra manera encuentra solución en Sus manos. Resucitamos también en vida.

 
ELENA GASCÓN
elena@dabar.net


DIOS HABLA
 

HECHOS DE LOS APOSTOLES 3, 13 15. 17 19
 
En aquellos días, Pedro dijo a la gente: «El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida; pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados».
 

I JUAN 2, 1-5a
 
 
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
 

LUCAS 24, 35 48
 
 
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo que comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».


EXEGESIS


PRIMERA LECTURA
 

En la estructura de Hechos estos versos son parte del segundo discurso de Pedro, después de la curación del paralítico en el Templo. Pero en realidad es, como los demás discursos de este libro, reflejo del anuncio primitivo en su versión lucana, que recoge la predicación tradicional.
 

Este anuncio, en la selección litúrgica, insiste en la intervención de las autoridades judías – e implícitamente al pueblo - en la muerte de Cristo, en un fuerte contraste con la de Dios que lo ha resucitado.
 

Es curioso que, después de esa invectiva se exculpe un tanto al pueblo y a dichas autoridades. Se achaca a ignorancia – no culpable – y, se acentúa en cambio que han sido instrumentos de los planes de Dios. No ha lugar, por tanto, a ningún antijudaísmo, sino, en todo caso, lo contrario.
 

Dos detalles más: hay una perspectiva cristiana del Mesías sufriente que no se encuentra en la tradición del judaísmo. Es algo que proviene de la incorporación de los textos del Siervo que padece a la figura mesiánica.
 

La otra es la consecuencia de todo lo dicho: conversión y perdón de pecados, que es de lo que realmente se trata.

 
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


SEGUNDA LECTURA
 
En esta perícopa Juan añade a su mensaje básico el tener en cuenta que está dirigido a pecadores.
 

Lo mejor es, ciertamente, no pecar, pero aun en el caso de que se caiga es mayor la confianza que Jesucristo genera. Intercesión y víctima de propiciación han de entenderse adecuadamente a la luz del resto del mensaje del NT.
 

Ambas categorías no significan que Dios Padre necesite un abogado intercesor a la manera de un juez inexorable, ni mucho menos una víctima que, de alguna manera, lo haga propicio para con los seres humanos, interpretación común a partir de San Anselmo, pero tributaria de concepciones medievales y aun paganas de la divinidad que poco tienen que ver con el mensaje evangélico.
 

Jesucristo intercede en el sentido de que los humanos por si solos no son capaces de llegar al destino de ser hijos y que, para conseguirlo, han de unirse con el propio Hijo.
 

“Víctima de propiciación” es una forma de traducir el hylasmos original. Teniendo en cuenta la complicada prehistoria del término en el culto judío puede decirse que se trata del lugar donde Dios y se humano se unen.
 

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO
 

Texto. El texto se data en Jerusalén, al atardecer del domingo de resurrección, estando reunidos los once y sus compañeros. A Lucas le interesa resaltar la ciudad, no el lugar concreto dentro de ella. Jerusalén significa para Lucas el final de una etapa y el comienzo de otra. Otro dato de interés son los once, en calidad de garantes de la nueva etapa que comienza con la desaparición física de Jesús.
Con estos datos como fondo narra Lucas la aparición de Jesús. La perspectiva de la narración difiere por completo de la que veíamos el domingo pasado en el cuarto evangelio. En el texto de Lucas la reacción inicial del grupo ante el resucitado es de sorpresa y de miedo: creen estar ante un fantasma. Por ello mismo el texto comienza centrando su atención en la relación existente entre el resucitado y el Jesús que el grupo conocía. El texto no puede ser más gráfico y claro: el que ahora está entre los discípulos y Jesús de Nazaret son la misma persona. El grupo no puede menos de reconocer con alegría esa identidad, no obstante su reticencia y su extrañeza.
 
En su parte final el texto es una invitación a ver en los acontecimientos finales acaecidos a Jesús la culminación de un proceso abierto mucho tiempo atrás y del que tenemos constancia a través de los escritos que los cristianos denominamos Antiguo Testamento. Pero Lucas se cuida mucho de reducir el proceso histórico de salvación a los estrechos límites de un solo pueblo, el judío. La historia de la salvación es una aventura que repercute en todos los pueblos. La expresión se refiere a la totalidad del género humano. Jerusalén es el final de la etapa limitada o reducida y el comienzo de la etapa abierta o universal.
 

Comentario. El texto nos transmite, en primer lugar, una certeza: la realidad del resucitado. Es la certeza básica del hecho cristiano. La resurrección de Jesús no es el invento fraudulento de unas personas frustradas en sus aspiraciones o con una psicología propensa a la credulidad. La resurrección de Jesús se impuso a los discípulos por la fuerza innegable de la realidad. Los once y sus compañeros ni estaban predispuestos a la resurrección de Jesús ni la aceptaron con credulidad simplista. Si creyeron en ella se debió a la fuerza de la realidad. Ellos fueron los primeros sorprendidos por el hecho, los primeros en oponerse a él. Sólo la realidad del hecho rompió su sorpresa y su resistencia. La importancia que Lucas confiere a los once estriba en su capacidad crítica para garantizar la resurrección de Jesús. Ellos son la garantía incontestable de esa resurrección. Dudar de ella carece de todo fundamento histórico razonable.
 
En segundo lugar, el texto nos transmite una apertura, un horizonte ilimitado: la conversión y el perdón no son una oferta para privilegiados. Diseñada en un pueblo concreto, la oferta no se limita a él. Elegidos, en realidad, son todos los pueblos del planeta.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA
 

“Palpadme... Dicho esto, les mostró las manos y los pies” .( Evangelio ).
Estas palabras de Jesús según el evangelista Lucas, nos sirvan de puerta para adentrarnos con fe en el misterio de la resurrección.
 
Los cuerpos de los resucitados, comenzando por el de Jesús y siguiendo por el de su madre y el de nuestros difuntos, quedaron en el sepulcro y se pudrieron.
 
La corporeidad es una característica de todas las personas mortales, pero esta cualidad no radica en el organismo material, sino en su persona como en su fundamento de criatura temporal y al mismo tiempo eterna por gracia de Dios Creador de la vida. De modo que la persona, aún cuando se ha desprendido de su cuerpo por la muerte, sigue siendo persona humana y corpórea. No es un ángel, ni un fantasma, ni una mitad reducida a lo estrictamente espiritual.
 
La cultura en la que se redacta el Nuevo Testamento identifica a la persona con su cuerpo y es incapaz de separar lo uno de lo otro. Por eso algunos evangelistas, no todos por cierto, no saben separar a la persona de su propio cuerpo y por eso, para decir claramente que el que resucitó no fue su alma sólo, sino su persona entera, describen los encuentros del Resucitado con sus primeros testigos con escenas corporales, tal como ocurría en sus encuentros durante su vida mortal.
 
Pero esta presentación de la resurrección no resiste una reflexión seria, como la que tenemos derecho a tener los que necesitamos una fe adulta y creíble, hasta donde la razón pueda.
 
Después de la muerte, el Señor resucitado y también nuestros difuntos entraron en la eternidad, donde todos son recibidos por Dios, autor de la vida. Su amor crea la vida, la sigue amorosamente y la lleva a plenitud en su regazo después de la muerte. Dios crea por amor y se da a si mismo en toda creación.
 
En Dios no hay tiempo ni lugar, ésta más allá y más acá de todo nuestro mundo donde todo nace, crece y fenece en un perpetuo devenir. “Dios es espíritu”, dijo Jesús a la samaritana, Jn 4, 24. Todo cuanto está en nuestro mundo es visible, palpable y calculable por eso lo llamamos real. Pero existen otras realidades, comenzando por el mismo Dios, que existen y son más reales que todo lo visible, palpable o calculable.
 
Sabiendo lo que lamentablemente se pierden los que no creen y respetando su libertad, nosotros los cristianos, confesamos nuestra fe en Dios y en la vida eterna después de la muerte.
 
La resurrección de Jesús nos ha mostrado lo que Dios ha hecho siempre y sigue haciendo con todos los seres humanos de todos los tiempos, de antes de Jesús y después de Él. Crea la vida, la acompaña con amor y responsabilidad de Padre y le ofrece otra vez su regazo para llevarla a plenitud en la eternidad. K. Rahner dijo que “somos creados para resucitar”. Nosotros los cristianos tenemos la suerte de conocer, gracias a Jesús, el proyecto salvador de Dios en su plenitud, por eso le alabamos y damos gracias.
 

“ Entonces se les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras”. ( Evangelio ).
 
En nosotros además de los sentidos corporales, tenemos otras capacidades espirituales que nos permiten trascender por la fe y el amor el mundo de lo material. Dejemos que la fe viva nos oriente en esta subida hacia el “monte” de Dios.
 
En Dios está Jesús con su humanidad glorificada. En su persona el Señor Jesús retiene en propiedad sustancial su experiencia humana corporal concreta, la que fue acumulando durante su vida mortal, cuando era un hombre como nosotros. Por eso cuando ahora, después de su resurrección, por la fe y el amor nos acercamos a Él, le invocamos, le adoramos o le hablamos con las múltiples formas del lenguaje humano, Él recibe y acoge como siempre hizo, nuestra pobreza en oración y búsqueda.
 
Del mismo modo que en otro nivel por el amor y la fe seguimos comunicándonos con nuestros seres queridos que ya fallecieron y también ellos nos atienden y acompañan.
 
Del cielo llegan respuestas significativas; son hechos que la fe interpreta como signos de la Presencia salvadora con la que Dios lleva adelante su proyecto de amor sobre cada persona y sobre la historia.
 
Lamentablemente no todos lo saben, ni todos tienen suficiente fe o tiempo para descifrar los mensajes de Dios. La llamada comunión de los santos, que deberíamos decir mejor “comunión con los santos”, es una verdad constitutiva de la iglesia peregrina. Esta comunidad está presidida por Dios Padre, salvada por Jesucristo y animada con los dones del Espíritu Santo.
 
Precisamente la eucaristía es la celebración de la Resurrección del Señor, que ya pasó la frontera del tiempo y del lugar y que, por eso mismo, está más cercano y presente que nunca; mucho más que cuando tenía aún las limitaciones corporales de su vida mortal. Él nos ha descubierto a Dios Padre y nunca nos abandonará; Él da sentido a nuestra vida y a la eternidad.
 
Los dos discípulos de Emaús, después de encontrarle en la fracción del pan, corrieron el camino en sentido contrario, movidos por la alegría. Salgamos también nosotros de esta eucaristía cantando alabanzas a Dios, animando a nuestros hermanos y empujando la historia hacia el amor, la paz y la esperanza.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net

PARA LA ORACION
 

Padre nuestro que nos has llenado el corazón de alegría con la resurrección de tu Hijo Jesús, ayúdanos a descubrir las riquezas de salvación que se contienen en este misterio, para que cambiemos el sentido de nuestra vida y ayudemos a otros a encontrar la salvación.
 
--------------------------
 
Te ofrecemos, Señor, nuestras limitaciones y nuestra pequeñez que a veces nos hace dudar de tu poder y de tu bondad. Así como confirmaste con tus signos la verdad de tu resurrección a los apóstoles, ayúdanos a nosotros a confiar en ti y creer de verdad en tu nueva presencia entre nosotros.
 
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Te damos gracias, Señor, por tu gloriosa resurrección.
Ahora has vencido las ataduras de la muerte y has derramado tu espíritu sobre los creyentes.
Tu vida entregada a la proclamación del Reinado de Dios y tu fidelidad al Padre, ha culminado en tu glorificación por la cual también nosotros hemos sido salvados.
Tu presencia glorioso entre nosotros nos llena de energía y esperanza. Tu cercanía en nuestro camino, nos consuela y anima en medio de todas las dificultades.
Porque sabemos que nos has abierto las pertas de la cada del Padre, con todos los que ya se sientan a su mesa, te alabamos y damos gracias.
 
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Te damos gracias, Señor, porque hemos podido celebrar tu gloriosa resurrección. Sabemos que estás con el Padre y al mismo tiempo junto a nosotros con una presencia cercana y gloriosa a la vez. Confiamos en tu cercanía para seguir tus pasos y proclamar con nuestras obras que tu eres el que da verdadero sentido a la vida. Ayúdanos con tu gracias.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
 
Seguimos contemplando la gloria de Jesús resucitado, experimentando su presencia a nuestro lado.
De este misterio nace nuestra alegría y nuestro compromiso.
Hoy veremos otro aspecto de esta gloria y nuestra esperanza se sentirá confortada.
Dispongámonos a gozar de los privilegios de nuestra fe.

SALUDO
 

Que la gracia y la paz que nos ha conseguido Jesús resucitado esté con todos vosotros.
 

ACTO PENITENCIAL
 

En la resurrección de Jesús alcanza su plenitud la revelación de Dios Padre. De esta plenitud todos recibimos gracia tras gracia. Abramos nuestro corazón para que la misericordia de Dios baje abundante sobre nosotros.
- De nuestras faltas de confianza ante las victorias del mal. Señor, ten piedad.
- De nuestras cobardías ante las cruces de nuestro camino. Cristo, ten piedad.
- De nuestras tristezas, ignorancias e incoherencias. Señor, ten piedad.
Nuestro Padre misericordioso, que por la resurrección de Jesús, nos ha recibido como hijos, se olvide de nuestras debilidades y nos llene de su gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
 

Escucharemos unas palabras de san Pedro con las que proclama el misterio de Pascua: Dios ha glorificado a Jesús, resucitándolo de entre los muertos.
Estamos ante la confesión de fe de los apóstoles que nosotros hemos recibido en la Iglesia. Esta fe es el fundamento de nuestra salvación.

SALMO RESPONSORIAL (Sal. 4)
 

Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración.
Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.

 
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA

 
En las palabras que ahora escucharemos se interpreta la muerte de Jesús como propiciación por nuestros pecados.
Esta carta estimula nuestra confianza porque, a pesar de nuestros pecados, tenemos ante el Padre a nuestro abogado defensor, Jesús, el Justo.

 
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA

 
El evangelio que escucharemos es uno de los encuentros de Jesús resucitado con sus apóstoles.
No es fácil explicar cómo fueron estos encuentros del resucitado con sus primeros testigos, ya que Jesús ya no era de este mundo, sino que estaba glorificado junto Dios, donde no hay tiempo ni lugar, pero conservando su humanidad glorificada también.
El evangelista quiere sacar de dudas a estos testigos haciendo una catequesis algo teatral, para expresar la realidad de la nueva vida de Jesús, el Señor.
El evangelio está escrito en una cultura en la que se identificaba la persona con su cuerpo y así se explica el realismo con el que expresa este encuentro.

 
ORACIÓN DE LOS FIELES

 
Llenos de confianza por ser hijos de Dios, presentemos al Padre nuestras peticiones y las necesidades del mundo. Respondamos: Ayúdanos, Señor.

- Para que nuestra fe en la resurrección de Jesús nos llene de alegría y nos lleve a dar esperanza a nuestros hermanos. Oremos.
- Para que sepamos comunicar a los demás la paz y el perdón que hemos recibido. Oremos.
- Para que en estas fechas pascuales seamos más sensibles a los dolores de nuestros hermanos. Oremos.
- Para que en estos tiempos de dificultades económicas seamos más solidarios con los pobres Oremos.
- Para que sepamos animar a los tímidos, sostener a los débiles y ser comprensivos con todos. Oremos.
- Para que también nosotros comencemos una vida nueva por la alegría de tener tan cerca al Señor con su nueva presencia. Oremos.
- Para que la resurrección de Jesús nos convenza de que nos ha preparado un lugar junto a Él en el cielo en el que ya se encuentran nuestros difuntos. Oremos.
- Para que resurrección de Jesús nos anime a tomar con valentía las decisiones necesarias para nuestra verdadera conversión a la fe. Oremos.

Padre nuestro, que con la resurrección de Jesús has llenado de alegría nuestros corazones, concédenos participar de su vida nueva y extiende sobre todo el mundo tu paz y tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 


CANTOS PARA LA CELEBRACION


Entrada: Himno a Jesucristo del disco "12 Canciones Religiosas y Litúrgicas para el siglo XXI" o el canto del mismo disco titulado Día de fiesta en tu altar; Gloria, Gloria, Aleluya; Canta con júbilo (1CLN 37) en el disco "Cantos para participar y vivir la Misa".
Salmo: LdS.
Aleluya: Canta Aleluya al Señor de Luis Alfredo en el disco "Ven, Espíritu Santo".
Ofertorio: Este pan y vino (1 CLN H 4).
Canto de paz: Danos la paz de Elizalde (2 CLN N 52).
Comunión: Te conocimos, Señor de Madurga (1 CLN O 25); Paz en la tierra; Tú has venido a la orilla.
Final: Un canto a la Virgen.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán,

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