Una vez más, en la gruta de Belén, nos postramos ante Ti para adorarte y ofrecerte nuestros regalos, como los Reyes Magos. Ellos te ofrecieron: oro, el regalo propio de los reyes; incienso, oferta tributada sólo a Dios; y mirra, don ofrecido al Hombre verdadero. Ellos te llevaron el regalo más preciado de su tierra de origen. También nosotros te ofrecemos lo mejor de nuestra alma: el oro de nuestro amor, de nuestra fe y confianza en Ti; el incienso de nuestra piedad y adoración; la mirra de nuestra obediencia y humildad.
Jesús, vengo a este rato de meditación para contemplarte y adorarte, como aquellos Magos de Oriente. Ayúdame a encontrarte, como ellos lo hicieron, en los brazos de María.
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