"Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte… Sí, eres hermosa, Madre mía… Si no hubiera fe los hombres te llamarían diosa. Tus ojos resplandecen más que el sol. Eres hermosa, Madre: ¡te quiero!"
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
Amén.
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