Santos: Jerónimo, Doctor de la Iglesia; Antonino de Piacenza, mártir. Beato Federico Albert, fundador. Memoria (Blanco)
NIÑA PONTE EN PIE
Jb 3,1-3.11.16.12.15.17. 20-23; Lc 8,51-56
El sufrimiento del inocente es el tema fundamental del libro de Job. El personaje literario es el símbolo de todos los creyentes que han vivido fielmente convencidos de la bondad de Dios y que no obstante, han sufrido maltratos y vejaciones sin haber encontrado una respuesta a sus quejas y sufrimientos. Por esa razón, Job protesta, maldice la vida y ansía morirse. El sufrimiento no tiene explicación razonable, es una experiencia desgarradora. El ser humano no es omnipotente y se enfrenta con situaciones límite que no puede superar. En ese momento su espíritu se quiebra como nos refiere la queja amarga de Job: ¡Muera el día en que nací! Ante la desgarradora situación del sufrimiento nos queda una esperanza. Jesús entregó su vida al servicio de los enfermos y necesitados. El dolor del jefe de la sinagoga no lo dejaba indiferente, por eso acudió a su casa, se solidarizó hasta el límite con su dolor y le devolvió sana y salva a su hija.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 1, 2-3)
Dichoso el hombre que medita la ley del
Señor, de día y de noche; dará fruto a su tiempo.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que diste a san
Jerónimo, presbítero, un suave y vivo afecto por la Sagrada Escritura, concede
que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en
ella la fuente de su vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
¿Para qué dar la luz de la vida a un
miserable?
Del libro de Job: 3, 1-3.
11. 16. 12-15. 17. 20-23
Job abrió sus labios y maldijo
el día de su nacimiento, diciendo: "¡Maldito el día en que nací, la noche
en que se dijo: 'Ha sido concebido un varón'! ¿Por qué no morí en el seno de mi
madre? ¿Por qué no perecí al salir de sus entrañas o no fui como un aborto que
se entierra, una criatura que no llegó a ver la luz? ¿Por qué me recibió un
regazo y unos pechos me amamantaron?
Ahora dormiría tranquilo y descansaría en paz, con los reyes de la tierra, que
se construyen mausoleos, o con los nobles, que amontonan oro y plata en sus
palacios. Allí ya no perturban los malvados y forzosamente reposan los
inquietos.
¿Para qué dieron la luz de la vida a un miserable, aquel que la pasa en
amargura; al que ansía la muerte, que no llega, y la busca como un tesoro
escondido; al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir la sepultura;
al hombre que no encuentra su camino, porque Dios le ha cerrado las
salidas?"
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Job abrió la boca y maldijo su día: «¡Perezcan el día en que nací, y la
noche que declaró: "Un varón ha sido concebido!" ¿Por qué no morí en
el seno materno?»
Después de la primera aceptación del sufrimiento... cuya admirable
expresión leímos ayer... he ahí, ahora, el grito de dolor y de rebeldía:
Job es aquí el eco, en todas las lenguas, de todos los hombres del mundo
que sufren mucho y dicen: ¿para qué vivir? ¿por qué he nacido? Desea la muerte.
Notemos, sin embargo, que Job no formula directamente ninguna maldición
contra Dios; en términos patéticos, maldice el día de su nacimiento.
¿Sé yo escuchar las quejas y lamentos de los hombres muy probados? ¿Sé
llevar a la oración mis propias pruebas? A Dios, no le asombran nuestros
gritos. Los gritos de Job, como los de tantos salmos, forman parte de la
Biblia, libro sagrado; son palabras divinas a través de expresiones humanas.
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
-En la muerte descansan los exhaustos. ¿Para qué dar la luz a un
desdichado, la vida a los que están amargados, a los que ansían la muerte que
no llega y la buscan con avidez más que un tesoro?
«Buscar con avidez la muerte, como se busca un tesoro.» «La muerte, en
la que descansan los exhaustos.»
No hay que juzgar esas palabras de Job. Por doquier en nuestro planeta,
en este momento multitudes humanas están gimiendo con quejas equivalentes.
Sufrimiento de los incurables, de los que sufren larga enfermedad, de los
hambrientos, de los abandonados...
Señor, escucha este inmenso gemido que sube de la tierra y prolonga el
lamento de Jesús en agonía «hasta el fin del mundo». Señor, que este
sufrimiento, unido al de Cristo, sea un sufrimiento redentor: que germine con
este amor que a veces surge de un corazón anonadado.
Y... haz Señor, que muchos hombres se pongan generosamente al servicio
de toda esa humanidad sufriente, para curar, consolar y amar: que el amor
germine y crezca para con todos los afligidos.
-¿Por qué dar vida a un hombre que ve cerrado su camino y a quien Dios
tiene cercado?
El libro de Job es el libro de los «¿por qué?».
La pregunta dirigida a Dios: ¿por qué razón existe la desgracia? Pero es
también la pregunta que el hombre se plantea a sí mismo.
Interrogar es propio del hombre reflexivo: el simple hecho que un
"por qué" se deslice en el núcleo de la rebeldía es suficiente para
probar que la existencia no se reduce al mal. Si el hombre plantea
"preguntas", muestra que es capaz de tomar perspectiva... que imagina
que podría ser de otro modo... muestra que hay en él el dinamismo de la vida y
de la felicidad.
De otra parte, si el hombre "pregunta" a Dios, aunque sea con
dureza, es porque reconoce su Existencia. Si Dios no existiera, no cabría
hacerle pregunta alguna... nadie pregunta a la nada. Con la nada por delante
los "por qué" no estarían tan sólo "sin respuesta" sino que
no tendrían tampoco objeto.
Jesucristo es la única respuesta de Dios a todos esos "por
qué".
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 310 s.
Del salmo 87 R/. Señor, presta oído a mi clamor.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. Que
llegue hasta ti mi súplica, presta oído a mi clamor. R/.
Porque mi alma está llena de desdichas y mi vida está al borde del abismo; ya me
cuentan entre los que bajan a la tumba, soy como un inválido. R/.
Tengo ya mi lugar entre los muertos, igual que los cadáveres que yacen en las
tumbas, de los cuales, Señor, ya no te acuerdas, porque fueron arrancados de tu
mano. R/.
Me has colocado en el fondo de la tumba, en las tinieblas del abismo. Tu cólera
pesa sobre mí, y estrellas contra mí todas tus olas. R/.
ACLAMACIÓN (Mc 10, 45) R/.
Aleluya, aleluya.
El Hijo del hombre vino a servir y a dar su vida por la redención de todos. R/.
Jesús tomó la firme determinación de ir a
Jerusalén.
Del santo Evangelio según
san Lucas: 9, 51-56
Cuando ya se acercaba el
tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación
de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron
a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no
quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa,
sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: "Señor, ¿quieres que hagamos
bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?" Pero Jesús se volvió
hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea.
Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Jesús nos enseña que el más grande en el Reino de los cielos es aquel
que se hace como niño.
Y es que Dios ama la sencillez. Él mismo se hizo niño. Así reina Dios.
Se hace pequeño por nosotros para estar a nuestro alcance y pedirnos nuestro
amor. Dios nos enseña así, a amar a los niños, a los pequeños, a los débiles.
Nos invita a poner los ojos en los niños que sufren, en los niños que viven
en miseria, en los niños que teniéndolo todo carecen de amor.
El Dios que se ha hecho pequeño nos interpela e invita a aprender a vivir como
Él, a practicar
la humildad. Nos invita a ser ¡como niños!
Pensemos que los niños se refugian en sus padres, solicitan su ayuda y
asistencia, se dejan corregir y, además, tienen un corazón puro e inocente, sin
maldad en la mente y corazón…
Así hemos de conducirnos con Dios, hemos de acudir a Él como a un Padre,
pedirle su auxilio, pedirle que nos enseñe a ser hijos suyos, hemos de dejarnos
educar por Él, evitando toda tendencia hacia el mal y purificando la mente y el
corazón, a través de la comunión diaria con el Espíritu Santo.
Recordemos con frecuencia el Amor de Dios.
(regnumcristi.org)
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que, meditando tu palabra,
a ejemplo de san Jerónimo, te ofrezcamos con mayor fervor el sacrificio de la
salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
(Cfr. Jr 15, 16)
Siempre que oí tus palabras, Señor, las
acepté con gusto; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor, que los sagrados dones
que acabamos de recibir en la celebración gozosa de san Jerónimo, inflamen los
corazones de tus fieles, para que, atentos a la enseñanza de la Sagrada
Escritura, conozcamos lo que debemos seguir y, siguiéndolo, lleguemos a la vida
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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