Santos: Ramón Nonato, cardenal; Mártires de Almería.
Beato Pedro Tarrés Claret, presbítero. (Verde)
EL
QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ
Jr
30,7-9; Rm 12,1-2; Mt 16,21-27
La promesa que
hace Jeremías no es algo trivial: vivir sin esclavitudes ni yugos interiores o
exteriores no es cuestión sencilla. Dios nos está interpelando de diferentes
maneras para redescubrir nuestra vocación a la libertad. Los israelitas del
tiempo de Jeremías habían endiosado la ayuda militar egipcia, el culto a los
dioses de la fertilidad de los cananeos y el culto ritual sin ningún compromiso
ético. Todas esas conductas terminaban por esclavizar al hombre. El futuro
descrito por el profeta, estaría libre de todas esas esclavitudes. Ese cambio
no puede ser impuesto a la fuerza. Cada persona tiene que irlo asumiendo de
forma libre, aunque implique renuncias dolorosas. El Evangelio nos dice que el
apego más difícil de superar es a la propia vida. Por esa razón Pedro intentó
disuadir a Jesús de entregar su vida. El Señor lo reprendió y animó a sus
discípulos a desprenderse de la vida para recuperarla plena de manos del Padre.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Sal 85, 3. 5)
Dios
mío, ten piedad de mí, pues sin cesar te invoco: Tú eres bueno y clemente, y
rico en misericordia con quien te invoca.
ORACIÓN
COLECTA
Dios de toda
virtud, de quien procede todo lo que es bueno, infunde en nuestros corazones el
amor de tu nombre, y concede que, haciendo más religiosa nuestra vida, hagas
crecer el bien que hay en nosotros y lo conserves con solicitud amorosa. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Soy
objeto de burla por anunciar la palabra del Señor.
Del
libro del profeta Jeremías: 20, 7-9
Me sedujiste,
Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte que yo y me venciste. He sido el
hazmerreír de todos; día tras día se burlan de mí. Desde que comencé a hablar,
he tenido que anunciar a gritos violencia y destrucción. Por anunciar la
palabra del Señor, me he convertido en objeto de oprobio y de burla todo el
día. He llegado a decirme: "Ya no me acordaré del Señor ni hablaré más en
su nombre". Pero había en mí como un fuego ardiente, encerrado en mis
huesos; yo me esforzaba por contenerlo y no podía.
Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Cuando Dios no es bienvenido
Jeremías
tiene fama de quejumbroso. Pero no es manía suya ni puro llamar la atención. Su
drama es que tiene una palabra que decir, y esta palabra viene de Dios, y
sucede que a veces Dios no es bienvenido.
Dios sí es
bienvenido cuando queremos que nos arregle un problema, nos quite una
enfermedad, nos ahorre una tristeza o nos dé poder para controlar nosotros
nuestra vida. Pero cuando se trata de que él dirija, o cuando su palabra
implica que dejemos ídolos que tenemos bien abrazados, tal vez ya no es tan
fácil aceptar a quien nos habla de parte del Altísimo.
Jeremías
trató de desprenderse de ese Dios que le traía tantos inconvenientes.
Afortunadamente no pudo. Con Dios el profeta puede ser un mártir, y eso duele,
pero sin Dios el profeta será sólo un bufón. En Jeremías pudo más el amor que
dañaba su presente que la comodidad que hubiera arruinado su futuro.
Del
salmo 62 R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo
mi ser te añora, como el suelo reseco añora el agua. R/.
Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues
mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios. R/.
Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor
se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos labios. R/.
Porque fuiste mi auxilio y a tu sombra, Señor, canto con gozo. A ti se adhiere
mi alma y tu diestra me da seguro apoyo. R/.
Ofrézcanse
ustedes mismos como una ofrenda viva.
De
la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 12, 1-2
Hermanos: Por la
misericordia que Dios les ha manifestado, los exhorto a que se ofrezcan ustedes
mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios, porque en esto consiste
el verdadero culto. No se dejen transformar por los criterios de este mundo,
sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que
sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que
le agrada, lo perfecto.
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Comentario:
¿Quién
manda en tu vida?
En la segunda lectura san Pablo nos da una luz muy
grande: "No se dejen transformar por los criterios de este mundo, sino
dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que
sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios."
Toda la vida de la fe radica en eso: una mente nueva, un
corazón nuevo. Hay muchas propuestas que nos llegan todos los días. Si tenemos
una mente renovada en Cristo sabremos encontrar el paso de Dios en muchas
cosas, así como también entenderemos que hay mucho daño que se esconde bajo
apariencia de cosa buena.
Renunciar a lo que Pablo llama "los criterios de
este mundo" puede ser doloroso. Lo fue para Jeremías, como hemos visto, y
lo será para el cristiano, como lo muestra sin ambages Jesucristo en el evangelio
de hoy. Pero evitar ese dolor es simplemente entregar el control de la propia
vida al poder de quienes quieran comprarla. No faltan lamentablemente quienes
siguen ese camino, quizá sin reflexionar mucho en cuál puede ser su desenlace.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Ef 1, 17-18) R/. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que
podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.
El
que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo.
Del
santo Evangelio según san Mateo: 16, 21-27
En aquel tiempo,
comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para
padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los
escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita
Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y
le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi
camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los
hombres!".
Luego Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que
renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su
vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le
sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a
cambio para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en
compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus
obras".
Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El Rostro del Mesías
En el evangelio de la semana pasada escuchamos que Pedro
respondió acertadamente a Cristo: "Tú eres el Mesías." Pero ni él ni
sus compañeros sabían cabalmente qué quería decir eso de ser el Mesías; por
ello Jesús se esfuerza en enseñarles "con toda claridad" de qué se
trata su mesianismo.
Esa claridad sobre el camino del dolor como vía de
redención ofusca los ojos de Pedro el entusiasta, quien, como si se tratara de
hacer un acto de caridad, reprende a Jesús a solas. Jesús corrige en público a
Pedro seguramente porque entendía que, aunque Pedro hubiera tomado la
iniciativa, sus ideas no eran sólo suyas sino que las compartían un poco todos.
Pedro tuvo aquí pensamientos "como los
hombres." Es propio del ser humano huir del dolor y sin embargo buscar la
salvación. Por ello necesitábamos un Redentor que entendiera que necesitamos la
salvación aunque somos cobardes ante el sufrimiento. Y este es Jesucristo,
hombre como nosotros, pero con el pensamiento de Dios.
Aunque es posible que lo que más les hubiera fastidiado
no hubiera sido lo del dolor sino lo del rechazo. Es condición del Mesías ser
rechazado, y esto implica la amargura de quedarse sin ese sustento que todos
buscamos en la propia familia, los amigos o los paisanos. Es como si Jesús hubiera
enseñado: "el Mesías no tendrá apoyo de nadie," y esto, si bien lo
pensamos, es razonable: el salvador de los hombres no podía esperar de los
mismos hombres su amparo. El Mesías debía tener como solo apoyo a Dios.
Se
dice Credo.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Guiados
por el Espíritu de Jesús, presentemos al Padre nuestras peticiones.
Después de cada petición diremos: Escúchanos,
Padre.
Por la Iglesia, por todos los que, en el mundo entero, queremos seguir el
camino de Jesús con fidelidad. Oremos.
Por los gobernantes y los políticos, por los responsables de la economía, por
los trabajadores de la administración pública, especialmente por el Presidente
de la República. Oremos.
Por los pobres y los enfermos, por los humillados y los perseguidos, por todos
los que comparten más de cerca el dolor de la pasión y la cruz.Oremos.
Por nosotros, por nuestras familias, por nuestros amigos, por nuestros
compañeros de trabajo o de estudio. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración, y concédenos
seguir a tu Hijo Jesucristo en su pasión, para alcanzar también su
resurrección. Él, que vive y reina por los siglos...
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Que
esta ofrenda sagrada, Señor, nos traiga siempre tu bendición salvadora, para
que dé fruto en nosotros lo que realiza el misterio. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio
para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Sal 30, 20)
Qué
grande es tu bondad, Señor, que tienes reservada para tus fieles.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados con el
pan de esta mesa celestial, te suplicamos, Señor, que este alimento de caridad
fortalezca nuestros corazones, para que nos animemos a servirte en nuestros
hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA
REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Para negarse a sí mismo como plantea el Señor
Jesús en el Evangelio, tiene uno que vivir en íntima comunión con Jesús. Los
estilos de vida no se asimilan a través de lecturas y razonamientos lógicos.
Los discípulos siguieron a Jesús, pasaron meses enteros a su lado y aprendieron
a vivir confiando en la bondad del Padre, que los asistía a través de la bondad
de sus hermanos. Eso lo vivieron y lo comprendieron de manera directa. La sola
voluntad de seguir a Jesús no era suficiente; el relato de la pasión nos
refiere que todos los discípulos lo abandonaron y huyeron y que Pedro y Judas
le fueron desleales. La experiencia de la resurrección y el envío del Espíritu
en Pentecostés fue lo que modificó en profundidad su corazón. El Libro de los
Hechos de los Apóstoles nos presenta a Pedro y a Juan y a otros muchos
discípulos con una decisión inusitada: saben obedecer a Dios antes que a los
hombres, aún a riesgo de su vida.
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