1. MONICIÓN DE
ENTRADA
Todo trabajo o proyecto que merezca la pena tiene un coste y un sacrificio.
Sacar adelante el proyecto de Jesús, que era implantar en la tierra el Reino de
Dios, como es lógico, tenía grandes y abundantes dificultades. Mirando a los
Apóstoles, analizando la historia de la Iglesia, conociendo la vida de muchos
creyentes, también de hoy día, comprobamos que la fe implica persecución,
cruces y lágrimas. Pero merece la pena pasar eso por amor a Dios y por
amor a la verdad, Que esta Eucaristía nos ayude a ser más valientes y más
decididos a la hora de ayudar a Cristo a construir su Reino en la tierra.
Viendo al Papa Francisco, no podemos sino ser valientes y trabajar por Cristo
en el anuncio del Evangelio
PRIMERA LECTURA
Abra el oído a esta hermosa confesión del profeta Jeremías.
Es un grito de amor y dolor.
Seducido por Dios, su vida se complica tanto que siente la
tentación de abandonar su ministerio. ¿No es Dios un peso incómodo? ¿No es su
palabra algo imposible?
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Pablo invita a los creyentes a vivir de una manera agradable
a Dios.
Hoy tiene que decir a Dios las cosas buenas que piensa hacer
para agradarle. Recuerde, Dios necesita sus regalos, le necesita a usted tal
como es, le quiere tal como es.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
EVANGELIO
A los apóstoles no les gustaban las cosas que decía Jesús. No
le entendían. No querían aceptar el sufrimiento y la muerte.
Ganar y ser victorioso en el mundo o ganar la vida con Dios y
los hermanos, ¿qué prefiere?
Escuchemos la proclamación del evangelio.
2. ACTO
PENITENCIAL
Porque somos
cobardes y fácilmente preferimos una fe cómoda y sin mayores preocupaciones. Señor,
ten piedad.
Porque preferimos
lo placentero de esta vida, aunque a veces nos degrade, antes que la cruz
de Jesús, de donde procede la verdadera Salvación. Cristo, ten piedad.
Porque, como a
Pedro cuando negó a Jesús, nos da miedo en ciertos ambientes manifestar
que somos católicos, que vamos a Misa y que trabajamos por un mundo más de
acuerdo con el Evangelio. Señor, ten piedad.
3. MONICIÓN A LAS
LECTURAS
Hoy, especialmente en el Evangelio, el Señor viene a decirnos que quien
quiere algo, algo le cuesta. Y suele ocurrir que, al dar razón de nuestra fe,
nos vienen disgustos, enojos, distanciamientos. Pensemos, por ejemplo, en la
defensa de la vida, desde el primer momento de la concepción hasta que Dios
dispone. Defender esto, y rechazar la eutanasia y el aborto es un deber nuestro
como cristianos. Hemos de hacerlo con valentía, aunque pueda traernos
complicaciones.
4. ORACIÓN DE LOS
FIELES
Por el Papa
Francisco, para que, a pesar del peso de la cruz, que todos los Papas llevan
encima, siga adelante en su empeño evangelizador. Roguemos al Señor.
Por todos los que
los que, con sus palabras o con sus actitudes, agrandan las penas de los demás,
para que vuelvan al camino del amor y de la solidaridad, y sepan ser
cirineos de sus hermanos. Roguemos al Señor.
Por todos los que
dan su vida por Cristo, gastándola y desgastándola por los otros,
especialmente, por los pobres, por los necesitados y por los
perseguidos. Roguemos al Señor.
Por nosotros, que
hemos participado en la mesa de la Palabra y vamos a participar en la mesa de
la Eucaristía, para que seamos altavoces de Dios en nuestros ambientes, y para
que demos gracias a Dios por ello. Roguemos al Señor.
5. PRSENTACIÓN DE
LAS OFRENDAS
Con el pan y
el vino consagrados, el Señor se quiso quedar permanentemente entre
nosotros. Al llevarlos hasta el altar, antes de ser consagrados, le damos
gracias ya por su presencia real en los Sagrarios.
6. ORACIÓN DESPUÉS
DE LA COMUNIÓN
NO ME ASUSTA LA
CRUZ, SEÑOR,
lo que me asusta
el verla sin Ti,
lo que me asusta
el llevarla solo,
lo que me asusta
y me echa para atrás
es que Tú,
Jesús, no salgas a mi encuentro.
NO ME ASUSTA LA
CRUZ, SEÑOR,
lo que me da
temor es que pueda conmigo,
lo que me
infunde temor es que sea demasiado grande,
lo que me hace
pensar es si yo, Señor, seré el indicado
para llevarla
hacia delante.
NO ME ASUSTA LA
CRUZ, SEÑOR,
porque bien sé
que Tú estás en lo más alto de ella,
porque desde
ella estas mirándome,
alentándome y
ayudándome.
Sé, Señor, que
desde la cruz estás diciéndome:
¡Yo estaré
siempre contigo!
GRACIAS, SEÑOR,
PORQUE NO ME
ASUSTA TU CRUZ.
Y NO ME ASUSTA
TU CRUZ,
PORQUE TÚ ESTÁS
CONMIGO.
Amén
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