MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid nuestra más cordial bienvenida
al inicio de nuestra Eucaristía. Celebramos hoy el Domingo Veinte del Tiempo
Ordinario. Vamos a asistir a la expresión clara de la gran misericordia de
Dios, que desea la salvación y la felicidad de todos. El evangelio nos narra la
bella historia de la mujer cananea, que con su oración humilde, hace que Jesús
abra su corazón a este ejemplo de fe grande. Jesús ya lo ha dicho otra vez:
“Pedid y se os dará”. Que la soberbia no bloquee nuestras peticiones y que
confiemos en la bondad y generosidad de Dios. Y ante esa bella perspectiva
iniciemos nuestra Eucaristía con enorme esperanza.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera lectura, el Profeta Isaías revela el Plan de
Dios por el cual el pueblo elegido iba a ser agente de reunión de todos los
pueblos de la tierra para que se salvaran. Es una profecía importante para el
tiempo de la Salvación plena que iba a traer Cristo.
S.- El salmo 66 se cantaba en las procesiones de acceso al
Templo o en otros actos litúrgicos procesionales de los judíos. Y se refleja el
deseo de que todos los pueblos alaben a Dios por su justicia, amor y ternura
hacia sus criaturas. Es un himno alegre que nos debe traer a nosotros –ahora
mismo—la gran alegría de sabernos amados por Dios
2.- Pablo de Tarso, en la segunda lectura, sacada del capitulo
11 de la Carta a los Romanos, habla de la resistencia de los israelitas a
recibir el mensaje de Cristo. Pero al final el plan de Dios se cumplirá y los
judíos alcanzarán la misericordia. Y será el trabajo misionero de Pablo entre
los gentiles lo que propiciará esa salvación final del Pueblo de Israel.
3.- Vamos a escuchar en el Evangelio de Mateo un diálogo
interesantísimo entre Jesús y la mujer cananea. La fe y la humildad de ella nos
descubren un prodigio de fe. Pero sobre todo una realidad permanente, que ya
venía de antiguo, y sería confirmada por la misión de Cristo. Y es que la
salvación es para todos. De todos los pueblos y de todas las épocas. Es, por
tanto, una realidad completa y universal.
Lectura
de Postcomunión
MONICIÓN
Y como ya desde hace muchos domingos
confiamos al lirismo del padre Leoz la expresión de estos momentos de paz y
quietud
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?
Un deseo para mi alma,
que el maligno no habite en ella
Un deseo para mis días,
que no busque lo que no me corresponda
Un deseo para mi Iglesia,
que nunca se canse de mirar hacia Ti
Un deseo para mis ojos,
que sepan descubrirte en todo y sobre todo
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?
Un deseo para mi pobre oración,
que sea sincera y no interesada
Un deseo para mi caridad,
que sea grande y no una farsa
Un deseo para mi esperanza,
que espere y nunca te deje de lado
Exhortación
de Despedida
Salgamos felices del templo con la
idea de que todo lo que pidamos a Dios, si es bueno para nosotros nos será
concedido. Dios siempre está pendiente de sus criaturas.
Misa
Familiar
(Misa con niños, catequistas y padres)
Prepara: Javier Leoz
*Objetivo: Caer en la cuenta de que, el Señor, es un Dios para todos
*Idea: nuestra petición, siempre, es escuchada. Sobre todo, cuando
el Señor, la ve desinteresada
1. MONICIÓN DE ENTRADA
Cada vez que venimos a la Eucaristía,
lo hacemos por muchas razones: porque queremos hacer memorial de la Pasión,
Muerte y Resurrección de Cristo; porque su Palabra nos orienta durante el resto
de la semana. Pero, también es verdad, porque –sabemos—que se puede cumplir
todo aquello que, con fe y esperanza, pedimos al Señor.
Que esta Misa sea para nosotros un
dejarnos llevar por Cristo. El curará y sanará nuestras heridas, nuestras
cicatrices producidas en el cuerpo o en el alma. Comencemos esta Acción de
Gracias. ¡Es el Domingo! ¡Día de los cristianos! ¡Día de la belleza del alma!
2. PENITENCIAL
2.1. ¿Cuidamos bien, interiormente, nuestro cuerpo o solamente
lo externo? Señor, ten piedad
2.2. ¿Damos gracias a Dios por la salud y por el avance de la
ciencia? Cristo, ten piedad
2.3. ¿Pedimos al Señor por los enfermos? ¿Les visitamos? ¿Nos
preocupamos por la salud de nuestra familia? Señor, ten piedad
3. MONICIÓN A LAS LECTURAS
Escuchar la Palabra del Señor nos
lleva a ponernos delante del espejo de nuestra vida. Una vida que, no siempre,
es saludable, fuerte ni honrada. El Señor, a través de la proclamación de la
Palabra de Dios, nos habla y se preocupa de dirigirnos con acierto en nuestra
existencia. Que Él sea la fuente y el secreto de nuestra salud. Escuchemos con
atención.
4. PETICIONES
4.1. La Iglesia pide constantemente a Dios por la paz y por la
salud de todos los hombres. Pidamos hoy por ella. Por el Papa Francisco y todas
sus intenciones. Roguemos al Señor.
4.2. Tengamos un recuerdo especial por todos los enfermos que se
encuentran en los hospitales. Por aquellos que mueren en la soledad. Roguemos
al Señor.
4.3. No olvidemos a los que están cuidando a los que, por sí
mismos, ya no pueden valerse. Para que vean en el rostro dolorido el cuerpo del
mismo Cristo. Roguemos al Señor.
4.4. A veces en nuestro mundo sobran los que menos valen; la
eutanasia es un intento de alejar de la sociedad del bienestar a aquellos que
tanto han hecho por ella. Que no caigamos en esa tentación. Roguemos
al Señor.
5. OFRENDAS
5.1. Con esta lámpara encendida hoy reflejamos el sufrimiento
de tantas personas que, teniéndolo todo, les falta lo más importante: LA SALUD.
Que el Señor les infunda fortaleza.
5.2. Con este Rosario queremos simbolizar nuestro deseo de
memorizar y repetir, siempre que haga falta, una petición de súplica, de
confianza o de amor al Señor o a la Virgen.
5.2 El pan y el vino, convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo,
son alimento, salud y vida espiritual. Que nunca nos falten como medicina para
nuestra fe y para nuestro vivir.
6. QUIERO Y LO DESEO, SEÑOR
Que vengas a mi lado
y así no me encuentre nunca
solo
Que me hables
y pueda escoger el camino
verdadero
Que me toques
y pueda hacer frente a todas enfermedades
Que me visites
y te dé gracias por tu
presencia
Que me alimentes
y sea fuerte por dentro y
por fuera
Que me escuches
y veas cómo estoy en
espíritu
corazón y vida
QUIERO Y LO DESEO,
SEÑOR
Que, lo que a Ti te parezca
con mi vida,
me lo concedas.
Amén
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