Santos: Marta de Betania, laica; Urbano II, Papa. Beatriz de Nazaret, Beato Luis
Bertrand Exchard y compañeros, mártires. Memoria (Blanco)
EN TI ESPERAMOS
Jr 14, 17-22; Jn 11, 19-27
La confesión de culpa que cierra el capítulo décimo cuarto de
Jeremías implica una vivencia profunda de cambio personal y social. Los
habitantes de Jerusalén han caído en la cuenta que existen muchos caminos
falaces que conducen a la ruina económica y la pérdida de la libertad. Los
fracasos políticos y la pérdida de la libertad dejaron una lección profunda en
la conciencia colectiva del pueblo. Los profetas acom-pañaron al pueblo y le
ayudaron a procesar su fracaso, para recomenzar una nueva relación con Dios.
Marta, la hermana de Lázaro pasaba por un gran desconsuelo, al haber perdido a
su hermano. Ella conocía la fuerza de Dios que animaba la vida y los esfuerzos
del profeta venido de Nazaret. Quienes, como María y Marta, aprendieron a
confiar en Jesús en sus situaciones de desgracia, comenzaron a experimentar la
fuerza de la resurrección de antemano.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr.
Lc 10, 38)
Cuando entró Jesús en un poblado, una mujer,
llamada Marta, lo recibió en su casa.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, cuyo Hijo aceptó hospedarse en la casa
de santa Marta, concédenos, por su intercesión, que sirviendo fielmente a
Cristo en nuestros hermanos, merezcamos ser recibidos por ti en la mansión del
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Acuérdate, Señor, de tu alianza con nosotros
y no la quebrantes.
Del libro del profeta
Jeremías: 14, 17-22
Que mis ojos lloren sin cesar de día y de noche, porque la capital
de mi pueblo está afligida por un gran desastre, por una herida gravísima. Si
salgo al campo, encuentro gente muerta por la espada; si entro en la ciudad,
hallo gente que se muere de hambre. Hasta los profetas y los sacerdotes andan
errantes por el país y no saben qué hacer.
¿Acaso has rechazado, Señor, a Judá? ¿O te has cansado ya de Sión? ¿Por qué nos
has herido tan gravemente, que ya no tenemos remedio? Esperábamos tranquilidad
y sólo hay perturbación; esperábamos la curación y sólo encontramos miedo.
Reconocemos, Señor, nuestras maldades y las culpas de nuestros padres; hemos
pecado contra ti. Por ser tú quién eres, no nos rechaces; no deshonres el trono
de tu gloria. Acuérdate, Señor, de tu alianza con nosotros y no la quebrantes.
¿Acaso los ídolos de los paganos pueden hacer llover? ¿Acaso los cielos, por sí
solos, pueden darnos la lluvia? Tú solo, Señor y Dios nuestro, haces todas
estas cosas, por eso en ti tenemos puesta nuestra esperanza.
Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Testimonio de
Arrepentimiento
La Biblia es tan
completa que nos enseña no sólo cómo sucede la desgracia entre las desgracias,
que es el hecho de pecar, sino también cómo el amor de Dios va haciendo su obra
sacándonos de la desgracia e introduciéndonos en la gracia. El comienzo de esa
obra se llama arrepentimiento.
Jeremías, el que es
llamado "profeta de desgracias," es también en este sentido el gran
profeta que apunta hacia la gracia. Su palabra es tan vigorosa en mostrar la
seriedad del pecado humano como la seriedad del amor divino, que no es más
terco el hombre en pecar que Dios en perdonar. Por eso hoy el profeta nos
enseña a orar, juntando la humildad con la confianza, y la verdad de la miseria
que es tan propia nuestra con la verdad de la misericordia que es tan propia de
nuestro Dios.
Importante también en
este sentido cómo la conversión es un acto de afirmación de la soberanía de
Dios. Más importante que proclamar cuán poco somos es el anunciar que él es el
único y verdadero, y que todas nuestras búsquedas idolátricas son mentira y falsedad.
Lo central del arrepentimiento entonces es el amor que restaura en su lugar
único al Dios que merece toda la gloria.
Del salmo 78 R/. Socórrenos, Señor, y te alabaremos.
No recuerdes, Señor, contra nosotros, las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos. R/.
Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Por el honor de tu nombre, sálvanos y perdona nuestros pecados. R/.
Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos. R/.
No recuerdes, Señor, contra nosotros, las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos. R/.
Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Por el honor de tu nombre, sálvanos y perdona nuestros pecados. R/.
Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos. R/.
ACLAMACIÓN (Jn 8, 12) R/.
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la
vida. R/.
Creo firmemente que tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios.
Del santo Evangelio según
san Juan: 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María
para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús
llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a
Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero
aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió: "Ya sé
que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo
soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y
todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú
esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Según nos cuenta el evangelista Juan, Lázaro, Marta y María eran
amigos de Jesús. Se hospedaba en su casa, verdadero oasis para Jesús. Mantenía con
ellos relaciones entrañables. Los tres conocían y amaban a Jesús. Esta amistad le mereció a Marta y sus
hermanos la dicha de contemplar muy cerca fisicamente el rostro humano de Dios. Es cierto, sin embargo,
lo que dijo Jesús: "A Dios nadie lo ha visto nunca."
Sólo el amor nos lo hace cercano. Y en Betania
había amor, así como también sentimientos de hospitalidad y capacidad de servicio. En medio de
esta familia judía, Dios/Jesús se hace presente.
El evangelio nos presenta a una Marta impulsiva y
terca, que recibe en su casa a Jesús. Ha muerto su hermano Lázaro y, por ello, sufre una crisis de fe
al no haberse presentado antes el Señor.
Tras el diálogo con Jesús, su fe se fortalece. Se
desarrolló así, tal como nos lo describe Juan:
- Marta le reprocha a Jesús que no hubiera llegado
antes de la muerte de su hermano Lázaro, su amigo.
Sólo se lo reprocha, porque sabe que el Padre
concede a Jesús cuanto le pida.
- Jesús la consuela afirmando que Lázaro va a
resucitar.
- Marta entiende esta resurrección al final de los
tiempos. Y tiene el don de arrancar de Jesús, con este motivo, palabras sublimes, que nos sirven hoy de
esperanza y consuelo. Son éstas: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque
haya muerto, vivirá".
- Marta se da por vencida y hace una confesión de
fe tan sincera que, también para nosotros, expresa a la perfección la fe de la Iglesia. "Sí,
Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios."
Necesario que Jesús nos saque de la tumba y nos
libere de todas las ataduras para tener actitudes de vida con los demás en la entrega, servicio, amor
de cada día y a todos.
Las amas de casa la tienen como Patrona. Y admiran
en ella cómo:
-trabaja en casa sin levantar cabeza;
-es la más rápida y está siempre "al pie del
cañón";
-y siempre... al servicio de Jesús y de los demás.
Donde nos necesiten.
Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al proclamar, Señor, tu obra admirable en santa Marta, suplicamos
humildemente a tu majestad que, así como te fue grato su amoroso obsequio, así
también te sea aceptable el desempeño de nuestro servicio. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
(Jn 11, 27)
Marta dijo a Jesús: Sí, Señor. Creo
firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al
mundo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor, que la santa comunión del Cuerpo y la Sangre de tu
Unigénito, nos aleje de todas las cosas pasajeras, para que, a ejemplo de santa
Marta, podamos crecer en la tierra en un auténtico amor a ti y gozar en el
cielo, contemplándote eternamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario