Dame sabiduría para entender tu Palabra,
Dios mío, y un corazón capaz de vivirla.
Porque mis fuerzas son escasas y débiles,
y solo no podré resistir las tentaciones y
seducciones del sembrador de la cizaña, el Maligno.
Sé que mi vida es una lucha constante,
y necesito tus fuerzas, tu espíritu,
tu Gracia para poder vencer. Quiero mantener
la bondad de los frutos que con tu buena semilla has sembrado en mí.
Quisiera cultivarlos con tu Gracia,
y cuidarlos hasta que maduren y sean buenos a tu mirada.
Pero necesito saber el camino por donde andar y no tropezar.
Quiero seguir tus consejos, tus sugerencias, t
us propuestas tal y como
Tú nos las dice. Por eso, te pido, Señor,
que me llenes de tu sabiduría,
la sabiduría de saber discernir
el bien del mal; de saber elegir el bien del mal,
y de rechazar todo lo malo que,
en el campo de mi vida, se cultive
con la semilla maligna.
Amén.
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