SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES
Santos: Casio de Narni, obispo. Beata Salomé Niederaltaich, penitente.
Solemnidad (Rojo)
TÚ ERES PIEDRA
Hch 12, 1-11; 2 Tm 4,6-8; 17-18; Mt 16,13-19
Las lecturas han sido seleccionadas para ayudarnos a reflexionar en el
ministerio apostólico de san Pedro y san Pablo; dos israelitas con biografías
desiguales a más no poder: un pescador galileo, con escasa formación académica
y por encima de todo, colaborador directo y cercano del Señor Jesús en su vida
mortal; por otro lado, Pablo un judío proveniente de la ciudad de Tarso,
familiarizado con la cultura griega y con una sólida formación en las
tradiciones fariseas, quien pasó de ser un intransigente perseguidor de los
cristianos a un apóstol que se mantuvo fiel al mensaje de Jesús. Ambos
emprendieron rutas misioneras diferentes, pero el Señor los asemejó al
llamarlos a cumplir su testimonio decisivo en la iglesia romana. La herencia
apostólica que nos legaron preserva el impulso original que suscitó el Señor
Jesús.
Misa del día
ANTÍFONA DE ENTRADA
Éstos son los que, viviendo en nuestra carne, con su sangre fecundaron a la
Iglesia, bebieron del cáliz del Señor, y fueron hechos amigos suyos.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, tú que nos llenas de una venerable y santa alegría en la
solemnidad de tus santos apóstoles Pedro y Pablo, concede a tu Iglesia que se
mantenga siempre fiel a todas las enseñanzas de aquellos por quienes comenzó la
propagación de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Ahora sí estoy seguro de que el Señor envió a su ángel, para librarme de
las manos de Herodes.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 12, 1-11
En aquellos días, el rey Herodes mandó apresar a algunos miembros de la
Iglesia para maltratarlos. Mandó pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan,
y viendo que eso agradaba a los judíos, también hizo apresar a Pedro. Esto
sucedió durante los días de la fiesta de los panes Ázimos. Después de
apresarlo, lo hizo encarcelar y lo puso bajo la vigilancia de cuatro turnos de
guardia, de cuatro soldados cada turno. Su intención era hacerlo comparecer
ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel, la
comunidad no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer ante el
pueblo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas y los
centinelas cuidaban la puerta de la prisión. De pronto apareció el ángel del
Señor y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo
despertó y le dijo: "Levántate pronto". Entonces las cadenas que le
sujetaban las manos se le cayeron. El ángel le dijo: "Cíñete la túnica y
ponte las sandalias", y Pedro obedeció. Después le dijo: "Ponte el
manto y sígueme". Pedro salió detrás de él, sin saber si era verdad o no
lo que el ángel hacía, y le parecía más bien que estaba soñando. Pasaron el
primero y el segundo puesto de guardia y llegaron a la puerta de hierro que
daba a la calle. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y caminaron
hasta la esquina de la calle y de pronto el ángel desapareció.
Entonces, Pedro se dio cuenta de lo que pasaba y dijo: "Ahora sí estoy
seguro de que el Señor envió a su ángel para librarme de las manos de Herodes y
de todo cuanto el pueblo judío esperaba que me hicieran".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
El relato que Lucas ha
elaborado sobre la liberación de Pedro de la cárcel, en torno a las fiestas de
Pascua (fiestas liberación), es uno de los más sugerentes y delicados que el
autor de Lucas-Hechos nos ha querido trasmitir. De esa forma va mostrando cómo
los “discípulos”, por causa de Jesús, el Señor, el Mesías, tienen que huir, no
solamente de Jerusalén, sino también de un judaísmo y de una religión que podía
llevar a encadenar al movimiento cristiano en las “aspiraciones” de los judíos
y de las autoridades políticas que saben usar la religión en beneficio propio.
Este relato viene después que Pedro ya ha abierto el camino a los paganos (en
la familia de Cornelio Hch 10-11) y la fundación de la comunidad de Antioquia
que se va a convertir en la alternativa a Jerusalén, en todos los sentidos.
Conviene que lleguemos al sentido último de este relato que Lucas nos presenta,
que no es simplemente la liberación “milagrosa” de Pedro de la cárcel, sino que
va mucho más allá
Pedro, en la cárcel,
está todavía en medio de esta situación: la esperanza del pueblo judío. Y con
Pedro, gran parte de la Iglesia que vive en Judea. Podemos decir que para Lucas,
Pedro es como la punta del iceberg, y por ello es golpeado directamente en la
persecución de Herodes. De ahí que las consecuencias definitivas de esta
persecución, urdida desde el judaísmo oficial y ortodoxo, le llevará a Lucas a
esclarecer la identidad de la Iglesia frente al judaísmo. La descripción de la
liberación milagrosa de Pedro (vv. 6 11) es todo un canon que sugiere un
esquema progresivo de significaciones: 1) Pedro está preso durante las fiestas
de Pascua y los Ázimos (los días siguientes a la Pascua), lo cual es revelador
como confrontación entre la fuerza de la Pascua judía y la Pascua cristiana,
donde Jesús ha vencido las cadenas de la muerte resucitando de entre los
muertos. Mientras el judaísmo oficial espera que pasen las fiestas, el Señor de
los cristianos va a actuar en medio de la situación de opresión que vive la
Iglesia y Pedro a la cabeza, para manifestar dónde está la verdadera vida y la
verdadera libertad. 2) El papel de Pedro en esta liberación es meramente
pasivo, porque es Dios quien se convierte en verdadero protagonista por medio
de su ángel. Así sucede siempre en los relatos de liberación milagrosa, como en
el éxodo y en otros momentos (Cf. Ex 3,8; 18,4 10; Dt 25,11; 32,29; Jos 9,26;
Dn 3).
Luego la liberación de Pedro no es más que la ocasión para describirnos el
proceso de liberación de la Iglesia que se expresa magistralmente en el v.
11: "... y me ha liberado... de todas las esperanzas del pueblo
judío". Como este es un versículo redaccional (es decir, propio de
Lucas) podemos entender mejor la lección más importante que debemos sacar de la
lectura de esta narración. La clave es el hecho bíblico de la intervención de
Dios en favor de su pueblo, que ahora es la Iglesia representada por Pedro. Por
ello, desde el c. 10 se venía describiendo el proceso de liberación divina
sobre el nuevo pueblo (la Iglesia), de tal manera que la protesta de los
circuncisos (11,2 s.) era una muestra del sueño que invadía a la comunidad de
Jerusalén, mientras Dios daba muestras de su voluntad liberadora. Lucas ha
querido terminar de describir todo esto bajo el proceso semiológico de la
cárcel, en el contexto de las fiestas de Pascua, para dar más fuerza teológica
de la liberación de la esclavitud, como en los tiempos del éxodo. Pedro se ha
de marchar de Jerusalén, de lo que representa la ciudad santa para el judaísmo.
Es el signo que ha escogido Lucas para decir que comienza una nueva etapa para
la Iglesia primitiva.
Del salmo 33 R/. El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me
siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando
acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado,
porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus
angustias. R/.
Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los
protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se
refugia en Él. R/.
Ahora sólo espero la corona merecida.
De la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 4, 6-8. 17-18
Querido hermano: Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el
momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta,
he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el
Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos
aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.
Cuando todos me abandonaron, el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas
para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo
oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me
seguirá librando de todos los peligros y me llevará sano y salvo a su Reino
celestial.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Timoteo es de un
discípulo que no puede olvidar a Pablo, que lo tiene en su corazón y en su
memoria, que vive pensando que el “predicador” del evangelio está vivo y lo
estará siempre. En eso lleva razón sea quien sea el autor de este escrito
“pospaulino”. Pablo ha sufrido el martirio, sin duda; pero, como su Señor,
sigue vivo y su historia se hace “memoria” viva. Él fue quien, “sacado” de su
judaísmo, de su vida personal, de su manera de entender a Dios y la salvación,
ha dado la vida por el evangelio, hasta la muerte.
Este “autoelogio” de Pablo es, desde nuestro punto de vista, una mímesis:
“una imitación que se hace de una persona, repitiendo lo que ha dicho y
remedándola en el modo de hablar y en gestos y ademanes, ordinariamente
con el fin de ridiculizarla”. Esta definición del DRAE se ajusta en todo a
esta mímesis, menos en el objetivo final. En el caso de nuestro texto, no es
precisamente para ridiculizarla, sino para elogiar al “apóstol” que lo abandonó
todo por el evangelio de la gracia y la salvación para todos los hombres. El
autor quiere hacer ver a una comunidad cómo se sintió Pablo al final de su
vida: desde luego, no desesperado, sino entregado en “libación” al Señor
salvador de todos los hombres. La muerte, así, no es más que el camino que lleva
a la verdadera vida. Pablo no hizo carrera en el cristianismo, sino que le
ofreció a hombres y mujeres de todos los ámbitos religiosos y humanos la
liberación de la angustia a la que estaban sometidos.
ACLAMACIÓN (Mt 16, 18) R/. Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del
infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R/.
Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos.
Del santo Evangelio según san Mateo: 16, 13-19
En aquel tiempo cuando llego Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo
esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el
Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".
Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón
Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo".
Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto
no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo
te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los
poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del
Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y
todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El texto de la confesión mesiánica de Pedro nos ofrece una de las
lecturas más discutidas de la exégesis de Mateo. En su probable fuente, Mc
8,27ss, la confesión es de otro tono y, además, no están presentes las palabras
sobre el “primado”. Es evidente que la tradición “católica” ha hecho un tipo de
lectura que viene marcada por la sucesión apostólica de Pedro. Es, desde luego,
de valor histórico que Simón, uno de los Doce, recibió el sobrenombre o apodo
de Kefa (en arameo;kephas, en griego) y que sería
traducido como Petros en griego, que significa “roca”. El que
haya sido en este momento o en otro todo lo que se explica del sobrenombre en
Mateo, no es relevante históricamente (pudo ser en otro momento cf Jn 1,42; Mt
4,18; 10,2), pero sí es significativo. Pedro pudo recibir este sobrenombre del
mismo Jesús y haber sido llamado de esa manera durante su ministerio.
Pero el texto en cuestión de Mt 16,13-20 es campo de batalla entre
católicos y protestantes. No lo debemos ocultar. Y las interpretaciones
corresponden a las “tradiciones” cristianas de unos y de otros. Los católicos
siempre interpretarán que “piedra” (petra) se refiere a Pedro (petros);
los protestantes afirmarán que petra, por ser femenino, no se
refiere a Pedro, sino a la confesión anterior: “tu eres el Cristo, el
Hijo del Dios vivo”. ¿Qué nos está permitido interpretar exegéticamente? La
verdad es que las dos cosas son posibles. Pero hay muchos problemas por medio:
¿es una tradición unitaria? ¿son dos tradiciones unidas por el redactor de
Mateo? Todas estas cosas quedan para un análisis crítico-literario-exegético de
envergadura. En principio, nos parece más razonable interpretar
que “sobre esta roca” ha de referirse a la confesión que Pedro acaba de
pronunciar. Vendría a ser como decir que Simón recibe un nombre nuevo Petros,
porque ha hecho una confesión decisiva y fundamental sobre la que ha de
construirse (petra) la Iglesia.
Cada evangelista ha redactado la confesión de Pedro según sus
preocupaciones teológicas y eclesiales. Las de Mateo están bien claras por el
conjunto del texto de hoy. El problema, pues, sería si las palabras laudatorias
de Jesús, después de la confesión de Pedro, son del mismo Jesús o de la Iglesia
primitiva. Esto, desde luego, tiene divididos a los especialistas, aunque es
más coherente pensar que la Iglesia posterior necesitó reivindicar la figura de
Pedro como testigo cualificado y como “primero” entre los Doce. No deberíamos
exagerar, como se hace frecuentemente, que los arameismos de las palabras
laudatorias de Jesús nos llevan directamente a las mismas palabras de Jesús. De
hecho, otros autores dan a entender que la construcción griega de estas
palabras es más armónica de lo que parece; que no hay tanto arameismo en las
mismas y que estamos ante la teología de un autor (en este caso Mateo) más que
ante una “profecía” del Jesús histórico.
Estas palabras, pues, significan que Pedro ha de ser el defensor de la
Iglesia contra todas las asechanzas a las que está y estará sometida. La
pregunta es ¿dónde está fundamentada la Iglesia, en Pedro o en Cristo? En
Cristo, claro está (cf 1 Cor 3,11; Ef 2,20), y es eso lo que confiesa Pedro en
el evangelio de Mateo. Por lo mismo, no se puede echar sobre las espaldas del
pescador de Galilea todo el peso de la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios que ha
ganado Cristo con su vida, con su entrega y su resurrección. Y otro tanto habría
que decir de los sucesores de Pedro. De la misma manera, pues, la metáfora de
“atar y desatar” se ha de interpretar en este tenor de defensa de la comunidad,
del nuevo pueblo, de la Iglesia. Porque no debemos olvidar que esa misma
metáfora la usará después Mt 18,15-20 para aplicarla a los responsables de la
comunidad ante el pecado de los que son recalcitrantes y rompen la comunión.
En definitiva, el texto de Mateo, la fuerza del “tu es petrus” no debe hacernos olvidar que Pedro fue elegido por Jesús no para ser Papa, que es una institución posterior, reafirmada con la “infalibilidad” doctrinal, sino al servicio de la salvación de los hombres; aunque será inevitable tenerlo en cuenta en la historia de la interpretación del papado. Pero no podemos echar encima del texto de Mateo más de lo que dice y de lo que afirma; sin olvidar, además, la Iglesia o comunidad en la que aparece, una comunidad judeo-cristiana que necesitó de transformaciones muy radicales en confrontación con el judaísmo tradicional. Desde luego, los seguidores de Jesús que aceptamos el evangelio tenemos como “roca” de salvación la confesión de fe que hace Pedro. Pero no es la confesión de un hombre solitario y cargado de responsabilidad personal para “atar y desatar”, porque tiene las “llaves” del Reino de los cielos. Es la confesión de una Iglesia a la que él representa. Porque la salvación de cada uno de los cristianos o de cualquier hombre o mujer, no dependen de Pedro tampoco, sino de la gracia y la misericordia de Dios, revelada en Jesucristo, y a quien Pedro confiesa.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Por Jesucristo, el Hijo de Dios, presentemos al Padre nuestras plegarias.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por toda la Iglesia, para que viva cada día más intensamente la fe y el
amor de Jesucristo que los apóstoles nos han transmitido. Oremos.
Por el Papa Francisco, sucesor del apóstol Pedro, para que el Señor lo
bendiga, y con su testimonio llene de esperanza y alegría a todo el pueblo
cristiano.
Oremos.
Por quienes son perseguidos por causa de su fe o de su lucha por la
justicia, para que sientan siempre la fuerza de Dios que los acompaña. Oremos.
Por los que no conocen a Jesucristo o no se sienten atraídos por Él, para
que puedan vivir un día la fuerza transformadora del Evangelio. Oremos.
Por los que celebramos en esta Eucaristía los misterios de la Pascua del
Señor, para que nos alegremos de compartir su pasión para alcanzar la vida
nueva de la resurrección. Oremos.
Escucha, Padre, las oraciones de tu pueblo, que recuerda hoy la palabra y
el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo, y haz que aumente en nosotros la
fidelidad a tu Hijo Jesucristo. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Haz, Señor, que la oración de tus santos Apóstoles acompañe la ofrenda que
te presentamos, y nos permita celebrar con devoción este santo sacrificio. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en los apóstoles Pedro y Pablo has querido darnos un motivo de
alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro que la
anunció con claridad; Pedro fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel;
Pablo la extendió entre los paganos llamados a la fe.
De esta forma, Señor, por caminos diversos, congregaron a la única familia
de Cristo; y coronados por el martirio, son igualmente venerados por tu pueblo.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Mt 16, 16. 18)
Dijo Pedro a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le
respondió: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Renovados por este sacramento, Señor, concédenos vivir de tal manera en tu
Iglesia que, perseverando en la fracción del pan y en la enseñanza de los
Apóstoles, tengamos un solo corazón y un mismo espíritu, fortalecidos por tu
amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La fe se transmite dándola. No podemos
acceder a la persona de Jesús sin mediaciones humanas. Los cristianos que
deciden apoyar su existencia en la roca firme de Cristo Jesús, no han dado un
salto en el vacío. La opción del creyente no es un acto temerario, sino una elección
responsable. San Pedro y San Pablo contribuyeron cada cual a su manera y desde
la particularidad de su propia personalidad, a la consolidación del mensaje
cristiano entre judíos y gentiles. La calidad de su testimonio quedó sellada
con su entrega martirial. Sobre ese testimonio se han asentado las historias de
numerosos cristianos que a su vez, ofrecieron su testimonio de congruencia
evangélica a otros hermanos. Quien pretenda seguir a Jesús tendrá que
auxiliarse de la fe de los que le han precedido. Quien valore su propia fe, se
esforzará por testimoniarla a los que ama.
Comentarios Miguel de Burgos, OP www.mercaba.org
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