Marcos no fue directamente discípulo de Jesús,
porque era un niño cuando Él murió; pero seguramente le conoció, porque
la comunidad primitiva se reunía en Jerusalén en casa de María, su
madre (Hch 12,12). Parece que fue testigo del prendimiento de Jesús en
el huerto de los olivos (Mc 14,51-52).
Era primo de Bernabé (Col
4,10), levita procedente de Chipre al que encontramos entre los
primeros discípulos (Hch 4,36). Este Bernabé fue quien reclutó a Pablo
para el ministerio (Hch 11,25). Pronto asoció a Juan Marcos a los viajes
apostólicos en compañía de Pablo (Hch 12,24). En cierto momento, sin
que sepamos las causas, Marcos regresa a Jerusalén (Hch 13,13). Cuando
Pablo y Bernabé vuelven a Jerusalén para presentar a los apóstoles sus
trabajos, Bernabé quiere recuperar a Marcos, pero Pablo se opone, por lo
que se pelean entre ellos y Bernabé se va por un lado con Marcos
mientras que Pablo se va por otro con Silas (Hch 15,37ss). De todas
formas, con el tiempo se reconciliaron y volvemos a encontrar a Marcos
entre los colaboradores de Pablo, que incluso lo manda llamar desde la
cárcel (2Tim 4,10, Col 4,10, Fil 24).
Su relación con Pedro
fue tan estrecha, que le llama «mi hijo» (1Pe 5,13). La tradición ha
reconocido unánimemente a Marcos como el que recogió la predicación de
Pedro. De hecho, es el evangelistas que más habla de él (25 veces cita
su nombre), sin idealizarlo nunca, contando todas sus debilidades. En su
forma de exponer las cosas encontramos muchos paralelismos con los
discursos de Pedro que recogen los Hechos 1,21ss y 10,27ss.
Marcos es el primero que escribió un «evangelio»,
hacia el año 60 de nuestra era. Ya por entonces algunos creyentes
habían recogido escritos parciales con dichos de Jesús, o con parábolas
suyas, o sobre sus milagros, o sobre los acontecimientos de la última
semana de su vida en Jerusalén. De algunas de estas colecciones harán
uso tanto Marcos como los otros evangelistas.
Testimonios antiguos
dicen que este evangelio se escribió en Roma, lo que se confirma por
varios indicios textuales. Por ejemplo, casi no recoge citas del Antiguo
Testamento ni habla sobre la ley de Moisés ni sobre la misión de Jesús
en relación con Israel. Además, utiliza numerosos latinismos y traduce
muchas palabras y expresiones semíticas: «los llamó Boanerges, que significa hijos del trueno» (3,17); «Le dijo: Talitha Kum, que significa: Niña, a ti te hablo, levántate» (5,41); «Le dijo: Effeta, que significa: Ábrete» (7,34)... En cierto momento dice que «una viuda pobre echó en el arca del templo dos leptas, que valen lo mismo que un cuadrante» (12,42). El cuadrante era
una moneda que sólo se usaba en Roma (en época imperial suponía 1/40 de
un denario de plata, más tarde 1/64, pero que en el siglo I se había
devaluado tanto que ya no estaba en circulación). Igualmente, hablando
del matrimonio y del divorcio, dice: «Si uno se divorcia de su mujer y
se casa con otra, comete adulterio contra la primera y si ella se
divorcia de su marido, comete adulterio también» (10,11-12). Los demás
evangelistas también citan la primera parte, pero la segunda es
exclusiva de Marcos. Y se comprende que Jesús y los otros evangelios
hablen solo de los maridos que se divorcian de las mujeres, porque solo a
ellos les estaba permitido entre los judíos; pero entre los romanos,
también las mujeres podían separarse, por lo que se explica el añadido
en un evangelio escrito para ellos.
Marcos escribe con un estilo vivo, usando
normalmente el presente, narrando los viajes y las actividades de Jesús
con soltura, deteniéndose en los detalles concretos, que hacen más
atrayente el relato. Continuamente dice «luego», «después», «de repente»
y expresiones similares que dan unidad a su relato, que se puede leer
todo seguido, de una sentada. Sin embargo no se detiene en discursos,
que son siempre muy breves (excepto el escatológico, que parece haberlo
copiado entero de una fuente anterior).
Podemos dividir el evangelio de Marcos
en dos partes bien diferenciadas, igual de largas entre sí, acompañadas
por una introducción y un apéndice canónico y unidas entre sí por una
escena central. Quedando así el esquema:
- Introducción (1,1-13): Título de la obra, bautismo y tentaciones de Jesús.
- Primera parte
(1,14-8,26): Narra la actividad de Jesús en Galilea como predicador
itinerante de la Buena Noticia: «Ha llegado el Reino de Dios». Presenta a
Jesús como un profeta poderoso, que enseña con autoridad, que hace
signos portentosos y que expulsa demonios.
- Mc 8,27-30
es la escena central, que une las dos partes. En ella se plantea la
pregunta de la identidad de Jesús. Quién dice la gente que es Él y quién
es Él para los discípulos. Primera respuesta: Es el Mesías.
- Segunda parte
(8,30-16,8). Narra el camino de Jesús hacia Jerusalén, sus enseñanzas
sobre el servicio y la entrega, y lo que le sucede por el camino y una
vez allí. Precisamente en el camino de la cruz y en la muerte de Jesús
se descubre su identidad más profunda. Respuesta definitiva: Es el Hijo
de Dios.
- Apéndice canónico (16,9-20). Resumen de las apariciones de Jesús resucitado.
San Marcos comienza su obra así:
«Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios» (1,1); o mejor traducido:
«Buena noticia, que es Jesús, que es el mesías, que es el Hijo de Dios».
En su escrito intenta demostrar que Jesús es el mesías y el Hijo de
Dios, y que esto es una buena noticia para todos.
Su símbolo es el león y su cuerpo se conserva en Venecia, de donde es patrón.
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