Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

8 de septiembre de 2011

Homilía en la natividad de la Virgen María, 3.6.7.9.10.12


El Verbo, el brazo poderoso del Dios Altísimo, se construyó una escala viviente, cuya base está plantada en tierra y cuya cima se eleva hasta el cielo; sobre ella reposa Dios; ella es la que jacob contempló en figura; por ella Dios descendió en su inmovilidad, o más bien se inclinó, condescendiente, y así se dejó ver en la tierra y vivió entre los hombres. Porque estos símbolos representan su venida al mundo, su abajamiento misericordioso, su existencia terrena, el verdadero conocimiento de sí mismo dado a los que están en la tierra.

La escala espiritual, la Virgen, está plantada en la tierra porque de la tierra procede, pero su cabeza se eleva hasta el cielo. La cabeza de la mujer, en efecto, es el hombre; pero para ella que no conoció varón, Dios Padre tomó el lugar de cabeza suya; por el Espíritu Santo él estableció una alianza y, a modo de semilla divina y espiritual, envió a su Hijo, su Verbo. En virtud del beneplácito del Padre, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, no por una unión natural, sino por el Espñiritu Santo y la Virgen María, lo que está por encima de las leyes de la naturaleza. ¡Compréndalo el que pueda! ¡El que tiene oídos para oír, que oiga!...

María es el monte resplandesciente del Señor, que sobrepasa y trasciende toda colina y toda montaña, es decir, la altura de los ángeles y de los hombres; de ella, sin intervención de mano de hombre, ha querido desprenderse Cristo, la piedra angular.

¡Montaña de Dios, montaña de abundancia! Montaña opulenta, montaña que Dios se ha dignado elegir por morada. Cima más santa que el Sinaí, a la que no cubren ni nube, ni tiniebla, ni tempestad, ni fuego terrible, sino el brillo luminoso del Espíritu Santo. Allí la Palabra de Dios había escrito la ley sobre tablas de piedra, por el Espñiritu, dedo de Dios; aquí, por la acción del Espñiritu Santo y por la sangre de María, la Palabra misma se ha encarnado y se ha dado a nuestra natutaleza como remedio más eficaz de salvación. Allí, el maná; aquí, el que dió el maná y su dulzura.

Que la morada famosa de Moisés construyó en el desierto con materiales precisos de toda especie, y antes que ella la morada de nuestro padre Abraham, se eclipsen ante la morada de Dios, viviente y espiritual. Esta fue la morada no sólo del poder divino, sino de la persona del Hijo que es Dios, sustancialmente presente.

Que el arca toda recubierta de oro reconozca que nada tiene comparable con ella, como tampoco la urna de oro del maná, el candelabro, la mesa y todos los objetos del culto antiguo; ellos fueron honrados porque la prefiguraban, como sombras del verdadero prototipo.

¡Hija siempre virgen, que pudiste concebir sin intervensión humana! Porque el que concebiste tiene un Padre eterno. Hija de la raza humana, que llevaste al creador en tus brazos divinamente maternales. realmente eres más preciosa que toda la creación, porque en ti sola el Creador recibió las primicias de nuestra naturaleza humana. Su carne fue hecha de tu carne, su sangre, de tu sangre; Dios se alimentó de tu leche, y tus labios tocaron los labios de Dios. ¡Maravillas incomprensibles e inefables!

En la presciencia de tu dignidad, el Dios del universo te amó; porque te amó te predestinó y en los últimos tiempos te llamó a la existencia y te hizo madre, para engendrar a un Dios y alimentar a su propio Hijo, su Verbo.

Mujer, enteramente amable, ¡tres veces bienaventurada! "Tú eres bendita entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre." Mujer, hija del rey David y Madre de Dios, el Rey Universal. Obra maestra, divina y viviente en la cuál se gozó el Dios Creador, cuyo espíritu, regido por Dios, está atento sólo a Dios, cuyo deseo se dirige solamente a lo que es deseable y contra aquél que lo engendró.

Tú tienes una vida superior a la naturaleza; porque no la tienes para ti, ya que tampoco naciste para ti. La tienes para Dios; a causa de él viniste a la vida, a causa de él sirves a la salvación universal, para que se realice por ti el designio antiguo de Dios, que es la encarnación del verbo y nuestra divinización. Tu apetito es alimentarte de las palabras divinas y fortificarte con su savia, como olivo fértil en la casa de Dios, como el árbol plantado junto a las corrientes de las aguas del Espíritu, como el árbol de la vida que dio su fruto en el tiempo señalado: el Dios encarnado, vida eterna de todos los seres. Tú conservas todo pensamiento vivificante y útil apar el alma; pero todo pensamiento superfluo que sería perjudicial para el alma, lo rechazas antes de gustarlo. Tus ojos están siempre dirigidos al Señor mirando la luz eterna e inaccesible. Tus oídos escuchan la palabra divina y se deleitan con la cítara del Espíritu; por ellos entró la Palabra para encarnarse. Tu nariz respira con delicia los perfumes del Esposo que es él mismo un perfume derramado espontáneamente para ungir su humanidad: "Tu nombre es un unguento derramado" dice la Escritura. Tus labios alaban al Señor, y están adheridos a sus labios. Tu lengua y tu paladar disciernen las palabras de Dios y se sacian de la suavidad divina. ¡Corazón puro y sin mancha, que ve y desea al Dios sin mancha!

En este seno el Ser ilimitado ha venido a morar; de su leche, Dios, el Niño Jesús, se ha alimentado. ¡Puerta de Dios, siempre virginal! Tus manos sostienen a Dios, y tus rodillas son un trono más elevado que los querubines; por ellas fueron fortalecidas las manos debilitadas y las rodillas vacilantes. Tus pies, guiados por la Ley de Dios como por una lámpara brillante, corren tras él sin volverse atrás, hasta que hayan atraido al Amado hacia la amada.

En todo tu ser, María es la cámara nupcial del Espíritu, la ciudad del Dios vivo, a la que alegran los canales del río, es decir las olas caudalosas de los carismas del Espíritu; toda hermosa, enteramente cercana a Dios. Porque está por encima de los querubines y se eleva sobre los serafines, más próxima a Dios que ellos.

Maravilla que sobrepasa todas las maravillas; una mujer está colocada más alto que los serafines, porque Dios apareció un poco inferior a los ángeles. Calle el sabio Salomón, y no diga ya: "No hay nada nuevo bajo el sol."

Virgen llena de la gracia divina, templo santo de Dios, que el Salomón según el Espíritu el príncipe de la paz, construyó y habita; no te embellecen el oro y las piedras inanimadas, sino que, mejor que el oro, el Espíritu es tu esplendor. Por piedras tienes la perla preciosa por excelencia, Cristo, la brasa de la divinidad. Suplícale que toque nuestros labios para que, purificados, le cantemos con el Padre y el Espíritu, exclamando: "Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos..."

¡Oh soberana! recibe con agrado la palabra de un siervo pecador pero abrasado de amor, para quien tú eres la única esperanza de alegría, la protectora de la vida y, junto a tu Hijo, la reconciliación y la firme garantía de salvación. Aparta la carga de mis pecados, disipa la nuebe que oscurece mi espñiritu y el peso que me arrastra hacia la materia. Aparta las tentaciones, gobierna felizmente mi vida y consúceme de la mano hasta la felicidad del cielo. Concede al mundo la paz, y a todos los habitantes cristianos de esta ciudad, una laegría perfecta y la salvación eterna, por las oraciones de todo el cuerpo de la Iglesia. Así sea, así sea.

"Salve, llena de gracia, el Señor está contigo; tú eres bendita entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre", Jesucristo, el Hijo de Dios. A él la gloria, con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos infinitos. Amén.

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