Figuras de pecadoras que se arrepintieron, con dos historias que cautivaron la imaginación de la antigüedad: Tais, la meretriz de Alejandría, y Pelagia, bailarina de Antioquía, de quien decía un obispo: Esta joven es una lección para nosotros, ¡si pusiéramos tanto afán en cuidar de nuestras almas y de nuestra grey como ella de su cuerpo y de su baile!
Pafnucio, monje del desierto, fue a Alejandría para convertir a Tais, así lo cuenta en su cándido latín Roswita, y la cortesana más bella y rica de Egipto hizo una pira con su palacio y se recluyó en un convento de la Tebaida para hacer penitencia hasta su muerte (es patrona de Alejandría, y sus emblemas son un espejo y una sarta de perlas, la coquetería y el lujo a los que renunció por Dios).
Más novelesco es aún lo que se cuenta de Pelagia (o Margarita, en latín, perla, también por sus collares), que una vez bautizada fue a Jerusalén y vivió tres años en un monasterio del Monte de los Olivos bajo disfraz de hombre y haciéndose llamar fray Pelagio. Es patrona de cómicas y arrepentidos, y tiene por atributo una máscara teatral.
En sus vidas hay parte de leyenda, es posible que Pelagia (que en griego significa mar) tenga que ver con la diosa Afrodita, quizá Tais derive más de la literatura edificante que de la realidad, pero estos ejemplos tienen una límpida belleza que no ha conseguido empañar el humor volteriano de Anatole France, quien escarneció la historia de Tais y Pafnucio en una novela hoy justamente olvidada.
Entrevemos a estas dos pecadoras de Oriente entre fulgores de perlas y asfixiantes perfumes voluptuosos, hasta su caída en las redes de Dios, Tais abriendo la puerta a un supuesto cliente que cambiará su vida, Pelagia purgando sus culpas sin dejar de ejercer sus dotes de actriz, disfrazada, aunque ahora su ficción sea la verdad del Camino.
Pafnucio, monje del desierto, fue a Alejandría para convertir a Tais, así lo cuenta en su cándido latín Roswita, y la cortesana más bella y rica de Egipto hizo una pira con su palacio y se recluyó en un convento de la Tebaida para hacer penitencia hasta su muerte (es patrona de Alejandría, y sus emblemas son un espejo y una sarta de perlas, la coquetería y el lujo a los que renunció por Dios).
Más novelesco es aún lo que se cuenta de Pelagia (o Margarita, en latín, perla, también por sus collares), que una vez bautizada fue a Jerusalén y vivió tres años en un monasterio del Monte de los Olivos bajo disfraz de hombre y haciéndose llamar fray Pelagio. Es patrona de cómicas y arrepentidos, y tiene por atributo una máscara teatral.
En sus vidas hay parte de leyenda, es posible que Pelagia (que en griego significa mar) tenga que ver con la diosa Afrodita, quizá Tais derive más de la literatura edificante que de la realidad, pero estos ejemplos tienen una límpida belleza que no ha conseguido empañar el humor volteriano de Anatole France, quien escarneció la historia de Tais y Pafnucio en una novela hoy justamente olvidada.
Entrevemos a estas dos pecadoras de Oriente entre fulgores de perlas y asfixiantes perfumes voluptuosos, hasta su caída en las redes de Dios, Tais abriendo la puerta a un supuesto cliente que cambiará su vida, Pelagia purgando sus culpas sin dejar de ejercer sus dotes de actriz, disfrazada, aunque ahora su ficción sea la verdad del Camino.
Otros Santos: Beatos Ambrosio Sansedoni Mateo Carreri, presbíteros; Artoldo, obispo; Juan de Jesús, religioso; Evodio, obispo.
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