Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

31 de octubre de 2010

Domingo 31º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Lectio

Lecturas

Domingo 31 de Octubre del 2010
Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (11,22–12,2):

Tú de todos tienes compasión, porque lo puedes todo y no te fijas en los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. ¿Cómo podrían existir los seres, si tú no lo hubieras querido? ¿Cómo podrían conservarse, si tú no lo ordenaras? Tú tienes compasión de todos, porque todos, Señor, te pertenecen y amas todo lo que tiene vida, porque en todos los seres está tu espíritu inmortal. Por eso, a los que pecan los corriges y reprendes poco a poco, y les haces reconocer sus faltas, para que apartándose del mal crean en ti, Señor.


Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

R/.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;

bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
 
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,11–2,2):

Con este fin oramos siempre por vosotros, pidiendo a nuestro Dios que os tenga por dignos de haber sido llamados por él, y que cumpla con su poder todos vuestros buenos deseos y los trabajos que realizáis impulsados por la fe. De esta manera el nombre de nuestro señor Jesús será honrado por vuestra causa, y él os honrará conforme a la bondad de nuestro Dios y del señor Jesucristo. Ahora, hermanos, en cuanto al regreso de nuestro señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos que no cambiéis fácilmente de manera de pensar ni os dejéis asustar por ningún mensaje espiritual, discurso o carta que recibáis, como si fuera nuestra, diciendo que el día del Señor ya ha llegado.


Palabra de Dios
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.

Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.»

Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

Fernando Torres Pérez cmf
 
 

Somos hijos amados de Dios

   
      Hay muchos que en la vida aspiran a subir de categoría social, de nivel, de riquezas. Pero también es verdad que en la más tradicional espiritualidad cristiana hay toda una línea que invita a la humillación, al abajarse, a sentirse siempre culpables y pecadores por todo. Parece que la única forma de presentarse ante Dios es la del publicano, haya o no haya razón suficiente. Hay que humillarse, hay que hozar en la herida de la culpabilidad. Sólo así podemos, parece, provocar la misericordia de Dios. 

      La primera lectura de este domingo nos pone ante una realidad muy diferente que me ha hecho recordar uno de los lemas que presidían una reunión de grupos de matrimonios en la que participé en mis primeros años de sacerdocio: “Dios no hace basura.” Aquel lema nos hizo recordar a todos –tan proclives a darnos golpes de pecho y a pensar que no somos nada, que todo lo hacemos mal, que somos culpables de todo– que somos criaturas de Dios, que Dios nos ha creado. Ese origen es el que nos hace valiosos. Todo ser humano es valioso porque es creación de Dios, porque es hijo o hija de Dios por más que con su comportamiento haya dañado o escondido esa realidad. Como dice la lectura de la Sabiduría: “en todos los seres está tu espíritu inmortal.”
 
Lo que veían en Zaqueo sus paisanos
      Éste debería ser el punto de partida básico de nuestra relación con Dios: somos sus hijos, criaturas suyas, fruto de su amor; con los demás: son nuestros hermanos, son hijos de Dios como nosotros y dignos de su amor y del nuestro; y con la creación: aunque inanimada es fruto también de las manos de Dios, hay que respetarla y cuidarla porque forma parte del río de la vida que Dios ha creado. 

      A partir de aquí quizá sea más fácil comprender la actitud de Jesús ante Zaqueo, y ante los pecadores y marginados en general, ante todos los que sufrían de cualquier manera. La gente del pueblo de Zaqueo le veían como un explotador. No era precisamente amor lo que sentían por él. Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos el jefe de los publicanos, de los que cobraban los impuestos en nombre del Imperio Romano no eran simplemente empleados de Hacienda como en nuestros días. Los romanos tenían el estado reducido al mínimo y en lugar de tener un ejército de funcionarios subarrendaban el cobro de los impuestos. 

      Es decir, Zaqueo había firmado una especie de contrato por el que se comprometía a entregar a los romanos una cantidad determinada todos los años. El resto era su problema. ¿Se entiende por qué se dice de él que era un hombre rico? ¿Se entiende porque Mafalda dice en una de sus tiras geniales que “nadie puede amasar una fortuna sin antes hacer harina a los demás”? ¿Se entiende por qué sus paisanos lo veían como un explotador? Estoy seguro de que hoy conocemos también por el nombre a otros “explotadores”. 
 
Lo que Jesús veía en Zaqueo
      Pues bien, Jesús mira a Zaqueo y descubre en él otra realidad más profunda y determinante. Lo de ser explotador o rico o mala persona no pasa de ser un accidente, algo que puede cambiar y cambiará. Lo más importante es la realidad básica: es un hijo de Dios, es un hombre que necesita conocer la misericordia y el amor de Dios. Ha buscado la seguridad en sus riquezas, en la explotación a sus hermanos. Jesús le invita a volver a casa, a sentirse de nuevo como lo que es: hijo de Dios.

      Esa cercanía provoca el cambio en Zaqueo. Devolverá con creces sus bienes a aquellos a los que ha robado, compartirá lo que tiene con los pobres. Jesús le ha descubierto su ser auténtico y se siente en familia con todos sus hermanos y hermanas. Hay que subrayar que el cambio no ha sido fruto de la amenaza del infierno. Tampoco Jesús ha hecho ningún tipo de denuncia profética dejando al descubierto la injusticia de su comportamiento. Jesús lo hace con los fariseos pero no en este caso. Aquí sólo se ha acercado a él y se ha auto-invitado en su casa. Zaqueo era un hombre que había encontrado la seguridad en sus riquezas pero era también, quizá por eso mismo, un marginado social. Jesús le ha integrado en la gran familia de los hijos de Dios, esa familia que no excluye a nadie. Por una razón simple: porque Jesús ha venido a buscar lo que estaba perdido. 

      Tendríamos que aprender de Jesús a mirar a nuestros hermanos con los mismos ojos que él nos mira. Y a nosotros mismos. Podemos haber hecho muchas cosas malas pero siempre seremos hijos de Dios. Nada ni nadie nos podrá quitar eso. Ni nosotros mismos. Nuestro valor no reside en lo que hacemos o no hacemos sino en el hecho de que somos fruto constante del amor de Dios. Por eso, como dice Pablo en la segunda lectura, oramos por los demás siempre para que su dignidad de hijos brille siempre, para que alumbre todo lo valioso que está en nuestro interior. Para que se manifieste lo que está escondido. 

Liturgia Viva

Un Hombre Pequeño

Saludo (Ver Primera Lectura)


Dios, el Señor, ama todo lo que existe
y es misericordioso con todos.
Él no tiene en cuenta nuestros pecados,
para que así podamos arrepentirnos.
Que el Señor, amante de la vida,
esté siempre con vosotros.

Introducción por el Celebrante

Hay personas que siguen buscando valores más elevados en la vida. Quizás uno se siente satisfecho solamente a medias con la clase de vida que está llevando, o se siente culpable por su modo de vida. El evangelio de hoy nos muestra a Zaqueo, un hombre pequeño, física y moralmente, que va en busca del Señor.  Para su sorpresa, Jesús adivina el hambre espiritual en el corazón de este hombre y se dirige a él. Jesús desea encontrarse con él. --- Si nosotros reconocemos humildemente nuestra pequeñez, el Señor se nos revelará y se invitará a sí mismo a caminar y a quedarse con nosotros. Él nos hará grandes en amor y en bondad.

Acto Penitencial

El Señor no tiene en cuenta nuestros pecados,
de forma que podamos arrepentirnos
y vivir una vida nueva.
Encomendémonos a su bondad y misericordia.
(Pausa)

  • Señor Jesús, tú eres amable y lleno de compasión:
    R/ Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, tú apoyas a todos los que caen y alzas a todos los que están postrados:
    R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, tú eres lento a la cólera y bueno y cariñoso con todos:
    R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, que amas la vida, danos la gracia de vivir en tu amor y en tu perdón;
reavívanos y llévanos a la vida eterna.

Oración Colecta

Pidamos a Dios
que Jesús se haga cercano a nosotros y nos transforme.
(Pausa)
Señor Dios nuestro, amante de la vida:
Somos pequeños ante ti,
pues somos conscientes de que somos pecadores.
Te bendecimos porque viste con agrado
que Jesús nos trajera su alegría y su perdón.
Que él se haga muy cercano a nosotros,
igual que a Zaqueo,
de forma que transforme nuestras actitudes y nuestras vidas.
Que nos disponga a compartir con nuestros hermanos
tu misericordia, tu perdón y tu amor.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

  • Primera Lectura (Sab 11,22 – 12,2): Dios, el Amante de la Vida
    El Dios paciente y misericordioso da al pecador una oportunidad para arrepentirse, porque ama al hombre. Incluso sus castigos son “educativos”, pensados no para condenar, sino para corregir y para inducir a la conversión.
  • Segunda Lectura (2 Tes 1,11 – 2,2): El Pueblo de Dios, Signo de la Gloria de Jesucristo
    Ningún rumor sensacionalista sobre el inminente final del mundo puede disgustarnos si vivimos conforme a nuestro llamado como cristianos, y por tanto somos signos de la gloria de Jesucristo.
  • Evangelio (Lc 19,1-10): He Venido a Buscar lo Que Estaba Perdido
    Un encuentro real y auténtico con Jesucristo no puede dejarnos indiferentes. Zaqueo se encuentra con Jesús y se convierte.
Oración de los Fieles
Con toda confianza, oremos a Dios que es amable y lleno de compasión, y digamos:
R/ Señor, danos un corazón nuevo.


  • El Señor es misericordioso con todos: Para que no camine por el camino de nuestra vida sin encontrarse con nosotros, roguemos al Señor:
  • El Señor es poderoso: Para que su gracia nos toque, nos cure y nos transforme, roguemos al Señor:
  • El Señor cierra sus ojos a nuestros pecados: Para que no pase junto a nosotros sin transformarnos, roguemos al Señor.
  • El Señor ama a todo ser viviente: Para que no deje de levantarnos de nuestra postración, de nuestra mediocridad y nuestro pecado, roguemos al Señor:
  • El Señor ama la vida: Para que nos conceda la vida del Espíritu, roguemos al Señor:
  • El Señor alza a todos los caídos: Para que nos dé el valor de ayudar a la gente a librarse de la injusticia y explotación, roguemos al Señor:
Señor Dios nuestro, tú eres bueno con todos y fiel a tu pueblo. Álzanos y ayúdanos en nuestra necesidad. Te lo pedimos por medio de Cristo nuestro Señor.

Oración sobre las Ofrendas

Oh Padre misericordioso:
Tu Hijo Jesús no rechazó o condenó
a marginados y pecadores.
Él compartió su mesa,
como come ahora con nosotros.
En presencia de Jesús
encontraron ellos el valor
para levantarse y caminar derecho.
Que él nos fortalezca para caminar con él
hacia los pobres, los indeseables y no queridos, los leprosos sociales,
para que puedan experimentar tu bondad en nosotros
y recobrar su fe en ti.
Que entonces proclamemos a los pobres tu Buena Nueva de salvación
y caminemos tras las huellas de Jesucristo nuestro Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística

Dios no nos mantiene encarcelados en nuestros pecados. Por medio de Jesús nos recupera para su amistad y confía suficientemente en nosotros para hacernos su Iglesia. Por todo esto damos gracias al Padre.

Invitación al Padre Nuestro

En el nombre de Jesús el Señor
pedimos a Dios nuestro Padre del cielo
que nos perdone como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden:
R/ Padre nuestro…

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de la soberbia
que nos induce a admirarnos tontamente
de nosotros mismos
por lo grandes que somos
y nos hace despreciar a los demás.
Haz que anhelemos la venida gloriosa de aquel
que nos hace grandes a tus ojos,
nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,
que nos dice que hoy estará en nuestra casa.
Dichosos nosotros
de poderle acoger,
y de recibir de él la salvación.
R/ Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre misericordioso:
Con frecuencia nos encontramos con personas
que ansían una sonrisa,
o esperan una palabra amable,
o que buscan un signo de simpatía y amistad.
No permitas que pasemos a su lado
con ojos ciegos como quien no ve.
Concédenos oído agudo y corazón sensible
para oír y comprender
su súplica silenciosa que busca apoyo y ayuda,
tal como lo hizo Jesús, tu Hijo,
que vive contigo y con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.

Bendición

Hermanos: El amor genuino es gratuito;
es un don libre, inmerecido.
Por eso Dios, fuente de todo amor verdadero,
responde a las miserias de los hombres.
Su Hijo vino a perdonar nuestros pecados
y a ponernos de nuevo en el camino de la vida y del amor,
sencillamente porque nos ama.
Por eso, ¿no habrían de preocuparse más
nuestras comunidades cristianas por los hermanos marginados,
con la misma clase de amor generoso
que Dios nos ha mostrado a todos?
Para que sepamos hacerlo, que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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