1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.
Amén
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo 9,32-38
Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el
demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio
cosa igual en Israel.» Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los
demonios expulsa a los demonios.» Jesús recorría todas las ciudades y aldeas,
enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda
enfermedad y toda dolencia.
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y
abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La
mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe
obreros a su mies.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy presenta dos hechos:
(a) la curación de un endemoniado mudo (Mt 9,32-34)
y (b) un resumen de las actividades de Jesús (Mt 9,35-38). Estos dos episodios enmarcan la parte narrativa de los capítulos 8 y 9 del evangelio de Mateo, en la que el evangelista trata de mostrar cómo Jesús practicaba las enseñanzas dadas en el Sermón de la Montaña (Mt 5 a 7). En el capítulo 10, cuya meditación empieza en el evangelio de mañana, veremos el segundo gran discurso de Jesús: el Sermón de la Misión (Mt 10,1-42).
• Mateo 9,32-33a: La curación de un mudo. En un único versículo, Mateo nos dice
que un endemoniado mudo fue presentado ante Jesús, y que Jesús expulsa el
demonio y el mudo empieza de nuevo a hablar. Lo que impresiona en la actitud de
Jesús, aquí y en todos los cuatro evangelios, es el cuidado y el cariño con las
personas enfermas. Las enfermedades eran muchas, y no existía la seguridad
social. Las enfermedades no eran sólo corporales: mudez, parálisis, lepra,
ceguera y muchos otros males. En el fondo, estos males eran apenas una
manifestación de un mal mucho más amplio y más profundo que arruinaba la salud
de la gente, a saber, el abandono total y el estado deprimente y no humano en
que se veía obligada a vivir. Las actividades y las curaciones de Jesús se
dirigían no sólo contra las deficiencias corporales, sino también y sobre todo
contra ese mal mayor del abandono material y espiritual en que la gente se veía
obligada a pasar los pocos años de su vida. Pues, además de la explotación
económica que robaba la mitad de los ingresos familiares, la religión oficial
de la época, en vez de ayudar a la gente a encontrar en Dios la fuerza y a
tener esperanza, enseñaba que las enfermedades eran un castigo de Dios por el
pecado. Aumentaba en la gente el sentimiento de exclusión y de condena. Jesús
hacía lo contrario. La acogida llena de ternura y la curación de los enfermos
formaban parte del esfuerzo más amplio para rehacer la relación humana entre
las personas y reestablecer la convivencia comunitaria en los poblados y en las
aldeas de su tierra, Galilea.
• Mateo 9,33b-34: La doble interpretación de la curación del mudo. Ante la
curación del endemoniado mudo, la reacción de la gente es de admiración y de
gratitud: “¡Nunca se vio cosa semejante en Israel!” La reacción de los fariseos
es de desconfianza y de malicia: “Por el príncipe de los demonios expulsa a los
demonios” No pudiendo negar los hechos que producen la admiración de la gente,
la única manera que los fariseos tienen para neutralizar la influencia de Jesús
ante la gente es atribuir la expulsión al poder del maligno. Marcos trae una
larga argumentación de Jesús para poner de manifiesto la malicia y la falta de
coherencia de la interpretación de los fariseos (Mc 3,22-27). Mateo no trae
ninguna respuesta de Jesús a la interpretación de los fariseos, pues cuando la
malicia es evidente, la verdad brilla por si misma.
• Mateo 9,35: Incansable, Jesús recurre los poblados. Es bonita la descripción
de la actividad incansable de Jesús, en la que se manifiesta la doble
preocupación a la que aludimos: la acogida llena de ternura y la curación de
los enfermos: “Jesús recorría todas las ciudades y poblados enseñando en las
sinagogas, propagando la Buena Nueva del Reino, y curando todo tipo de dolencia
y enfermedad”. En los capítulos anteriores, Mateo había aludido ya a esta
actividad ambulante de Jesús por los poblados de Galilea (Mt 4,23-24; 8,16).
• Mateo 9,36: La compasión de Jesús. “Y al ver la muchedumbre, sintió compasión
por ella porque estaban vejados y abatidos, como ovejas sin pastor”. Los que
debían ser los pastores no eran pastores, no cuidaban del rebaño. Jesús trata
de ser el pastor (Jn 10,11-14). Mateo ve aquí la realización de la profecía del
Siervo de Yahvé “Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras
dolencias” (Mt 8,17 e Is 53,4). Al igual que Jesús, la gran preocupación del
Siervo era “encontrar una palabra de consuelo para quien estaba desanimado” (Is
50,4). La misma compasión para con el pueblo abandonado, Jesús la mostró en
ocasión de la multiplicación de los panes: son como ovejas sin pastor (Mt
15,32). El evangelio de Mateo tiene una preocupación constante en revelar a los
judíos convertidos de las comunidades de Galilea y de Siria que Jesús es el
Mesías anunciado por los profetas. Por esto, frecuentemente, muestra cómo en
las actividades de Jesús se realizan las profecías (cf. Mt 1,23; 2,5.15.17.23;
3,3; 4,14-16; etc.).
• Mateo 9,37-38: La mies es mucha y los obreros son pocos. Jesús transmite a
los discípulos la preocupación y la compasión que lo animan por dentro:
"La mies es mucha y los obreros son pocos. Rogad, pues, al dueño de la
mies que envíe obreros a su mies.”
4) Para la reflexión personal
• Compasión ante la multitud cansada y hambrienta. En la historia de la humanidad, nunca hubo tanta gente cansada y hambrienta como ahora. La TV divulga los hechos, pero no ofrece respuesta. Los cristianos ¿tenemos esa misma compasión de Jesús y sabemos irradiarlas a los demás?
• La bondad de Jesús para con los pobres molestaba a los fariseos. Ellos
recurren a la malicia para deshacer y neutralizar el malestar causado por
Jesús. ¿Hay muchas actitudes buenas en las personas que me incomodan? ¿Cómo las
interpreto: con admiración agradecida como la gente o con malicia como los
fariseos?
5) Oración final
¡Cantadle, tañed para él,
recitad todas sus maravillas;
gloriaos en su santo nombre,
se alegren los que buscan a Yahvé! (Sal 105,2-3)
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