Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

24 de abril de 2024

MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DE PASCUA.  4º semana del Salterio. (Ciclo B) MES DEDICADO A LA VIDA PÚBLICA DE DE JESÚS


LITURGIA DE LA PALABRA. 

 

Hch 12,24-13,5: “Apártenme a Bernabé y a Saulo” 

Sal 66:: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. 

Jn 12,44-50: “Yo he venido al mundo como luz” 

 

Estos versículos que cierran el capítulo 12 del evangelio de Juan son una bella síntesis de todo su contenido. Creer en Jesús es creer en el Padre. Jesús se declara como Luz del mundo; y queda claro que la finalidad de la Encarnación no es juicio y condenación, sino salvación y vida plena. A manera de epílogo, Jesús declara la fidelidad de su palabra a la Palabra del Padre. Queda abierta la puerta para que el creyente acepte o rechace la oferta salvífica del Padre por medio de su Hijo. Ahí radica el juicio y condenación. Dios no condena; siempre ofrece salvación y amor. Los seres humanos estamos en plena libertad para aceptar o rechazar este maravilloso ofrecimiento. Es indudable que la aceptación de la oferta salvífica tiene consecuencias y genera compromisos. La salvación es gratuita, pero no barata; por más que parezca paradojal. Una vez que alguien se ha decidido por Jesús, hay que aceptar con libertad y gozo todas las implicaciones que ello implica: éticas, sociales, políticas, religiosas... Abrirse a la luz produce deslumbramiento, pero en forma progresiva se va asimilando el torrente luminoso. Aceptar a Jesús, Luz del mundo, es dejarse penetrar por sus rayos vitalizadores y, al mismo tiempo, convertirse en luz para los demás 

 

REFLEXIÓN DE LA PRIMERA LECTURA: HECHOS DE LOS APÓSTOLES 12, 24-13, 5 APARTADME A BERNABÉ Y A SAULO.



-En esa época, en la Iglesia fundada en Antioquia, había profetas y doctores. Desde un principio, las comunidades cristianas están estructuradas. Hay «cargos» y responsabilidades diferentes, determinados sin duda por competencias humanas diferentes, y por vocaciones del Espíritu Santo diversificadas.

Los profetas eran cristianos especialmente capaces de discernir la voluntad de Dios en los acontecimientos concretos de la vida humana y de la historia. ¡Ayúdanos, Señor, a saber leer los signos de tu Palabra, en los signos de los tiempos! Tú nos hablas a través de lo que va sucediendo. Pensando en un acontecimiento que acaba de producirse o que está a punto de ocurrir, trato humildemente de descubrir lo que Tú, Señor, quieres decir al mundo...

Los doctores eran cristianos especialmente capaces de discernir la voluntad de Dios en las Escrituras, comentando el antiguo Testamento y el Nuevo, que se estaba elaborando entonces. Ayúdanos, Señor, a comprender inteligentemente lo que quieres decirnos a través de las palabras de tu evangelio y de los demás textos sagrados.

-Un día, mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo...

Imagino a esos hombres y mujeres, reunidos en casa de uno de ellos, en Antioquía. En aquella época no había lugares oficiales de culto. "Celebran el culto del Señor". Sabemos que su reunión constaba de dos partes: primero una liturgia de la Palabra de Dios, con lecturas de textos sagrados y salmos cantados... luego una liturgia de la eucaristía que terminaba con la comunión... Reconocemos, en esos ritos, el plan de nuestra misa actual.

Pero la cita añade ¡«y ayunando»! El «ayuno» es decir «la libre privación de alimento» es un gesto de todas las religiones -Judaísmo, Islamismo, Hinduísmo, Fetichismo, etc...- Los primeros cristianos también hacían regularmente ese gesto, signo de sacrificio y penitencia por sus pecados. Un día, durante esa «celebración» -de culto y ayuno- el Espíritu Santo les dijo... sorprende ver el papel importante del Espíritu Santo en los «Hechos de los Apóstoles». Se diría que no hay más que un "actor" que anima a los cristianos y a los apóstoles. Esa comunidad cristiana no es una agrupación ordinaria. Es un grupo consciente de poseer en su seno al Señor Jesucristo, vivo, resucitado, glorificado, actuando y animando a su comunidad, la Iglesia, por el poder de su Espíritu. Son hombres, ciertamente semejantes a todos los demás, con los que se codean por las calles de Antioquía. Pero, esos hombres son portadores de Dios, están a la escucha de Dios y movidos por El. Son hombres conscientes de que ¡«el Espíritu Santo les habla»! y les pide que hagan ciertas cosas.

-«Separadme ya a Bernabé y a Pablo para la obra a la que los he llamado».

Es el inicio de la gran «misión» de san Pablo, de la que saldrá la evangelización de toda la cuenca del Mediterráneo: Chipre, Salamina, Grecia, el Imperio Romano... El Espíritu Santo está en el origen de todo esfuerzo misionero.

-Después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos...

Es también la Iglesia la que envía a misión. La «comunidad» acepta la responsabilidad de aquellos a los que envía, «se sacrifica y ora» por ellos... les da un «signo» -sacramento- que se halla en el origen de la ordenación de los obispos y de los sacerdotes HOY: la imposición de las manos. ¿Es misionera la comunidad a la cual pertenezco? ¿Sostiene, por la oración y el esfuerzo, a los que ha enviado a ponerse «en contacto con los paganos»?

-Enviados por el Espíritu Santo... anunciaban la Palabra de Dios.

El concilio Vaticano II, ha repetido que hoy todo cristiano, -sacerdote, laico, o religioso- debe ser «misionero».

Ayúdame, Señor, a ver de qué modo «soy enviado» yo también. Y de cómo, yo también, he de «anunciar la Palabra de Dios».

2. /Hch/13/01-14a

Comienza el primero de los tres grandes viajes misioneros de Pablo, que llevará al Apóstol a evangelizar primero la isla de Chipre y después algunas regiones del sur de Asia Menor: Panfilia, Pisidia y Licaonia. Todo ocurrió entre los años 44 Y 49. Un «sumario» (12,24) destaca la paz y libertad para expansionarse que volvía a tener la Iglesia después de la muerte de Agripa, acaso como efecto indirecto de las luchas entre judíos y procuradores. Con la vuelta de Bernabé y de Saulo a Antioquía, tras el viaje de las colectas, tenemos ya en este centro de irradiación misionera a los protagonistas de la gesta que está a punto de comenzar. Los vv 1-3 nos hablan de su elección para la misión a los gentiles. Primera etapa del viaje será la evangelización de la isla de Chipre (4-12), adonde llegan desde Antioquía y Seleucia. Sólo se mencionan sus trabajos en Salamina y Pafos, con el doble episodio del mago Bar Jesús y la conversión del procónsul Sergio Pablo. Toda la misión sería facilitada por las numerosas colonias judías, establecidas en la isla desde los tiempos de Herodes el Grande. Después de pasar a Asia, cuando Pablo y Bernabé se disponen a marchar hacia Antioquía de Pisidia para comenzar un nuevo campo de trabajo, Juan Marcos los abandona y vuelve a Jerusalén ( 13-14)

Aunque ya iniciada antes (10,1 a 11,20-26), es la comunidad de Antioquía la que se convierte en el centro propulsor de la misión entre los gentiles durante la época apostólica.

Allí se vive una activa comunión con la Iglesia madre de Jerusalén, pero se trabaja con autonomía y capacidad de iniciativa. El paso a los gentiles fue un acto de obediencia al Espíritu Santo (13,2), que encontraría, sin embargo, antenas más sensibles en esta diáspora que en la patria judía. Siempre hay algunos carismas de Iglesia que germinan mejor en áreas fronterizas y que un centralismo absorbente podría ahogar. Los escritos de Lucas siempre permanecen atentos a los «predicadores del mensaje» (Lc 1,2) a los ministerios. En la Iglesia de Antioquía, donde el vocabulario y los modelos ministeriales todavía estarían muy lejos de las formas que cristalizarían más tarde, los jefes de la comunidad se llaman "profetas y doctores", símbolo de la prioridad dada a la tarea evangelizadora en un mundo pagano. ¿No habría de ser así hoy? Por lo que hace a la imposición de manos (13,3), en este caso parece poco adecuado pensar en una especie de consagración episcopal. Aun inspirándose acaso en el gesto de las comunidades judías que enviaban delegados (el shaluah) a la diáspora, les impondrían las manos para «encomendarlos al favor de Dios para la misión» que iban a cumplir (14,26).



REFLEXIÓN SALMO 66 OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN.



Este salmo es una mezcla de diversos tipos: súplica colectiva (2- 3), himno de alabanza (4 y acción de gracias colectiva (5.7-8). Nosotros lo consideraremos como un salmo de acción de gracias colectiva. El pueblo da gracias a Dios después de la fiesta de la Recolección, y toma conciencia de que él es el Señor del mundo.

El estribillo, que se repite en los versículos 4 y 6, divide el salmo en tres partes: 2-3; 5; 7-8. La primera (2-3) es una súplica. El pueblo le pide a Dios que tenga piedad y lo bendiga, exponiendo el motivo de esta petición, a saber, que se conozcan en la tierra los caminos de Dios y que todas las naciones tengan noticia de su salvación. La expresión «iluminar el rostro sobre alguien» significa mostrar benevolencia, mostrarse favorable. Tal vez tenga que ver con los instrumentos que empleaban los sacerdotes para echar las suertes. Si quedaba a la vista el lado pulido de la chapa o la moneda, entonces Dios estaría haciendo brillar su rostro, es decir sería propicio. Aquí aparecen ya algunos de los términos más importantes de todo el salmo: Señor (Dios), bendición, naciones, tierra (las otras son: mundo, juzgar, gobernar).

El estribillo (4.6) formula un deseo de alcance universal: que toda la humanidad (los pueblos) alaben al Dios de Israel.

La segunda parte (5) presenta el tema central: Dios juzga al mundo con justicia, juzga a los pueblos con rectitud y gobierna las naciones de la tierra.

En la tercera parte (7-8) se muestra uno de los resultados de la bendición de Dios: la tierra ha dado su fruto. Y también se expresa un deseo: que esa bendición continúe y llegue a todo el mundo, que temerá a Dios (8).

Este salmo está muy bien estructurado: un estribillo, repetido en dos ocasiones, y dos partes que se corresponden muy bien entre sí. De hecho, si comparamos la primera parte (2-3) con la última (7-8), podemos darnos cuenta de que tienen elementos en común: Dios, la tierra (3 y 8b) y el tema de la bendición (2ª y 7b). La segunda parte (5) no se corresponde con las otras dos. Tenemos, pues, el siguiente cuadro: en el centro, como eje o motor del salmo, la segunda parte (5). Por delante y por detrás, el estribillo (4.6). En los extremos, la primera parte (2-3) y la tercera (7-8). Lo que podemos interpretar del siguiente modo: Dios juzga al mundo y a los pueblos con justicia y con rectitud, y gobierna a las nociones de la tierra (5); por eso lo alaban todos los pueblos (4.6); Dios ilumina con su rostro (su rostro brilla) (2), los caminos son conocidos (3) y su bendición se traduce en que la tierra produce frutos abundantes (7).

Cuando nos encontramos con una estructura semejante, tenemos que acudir al eje central para encontrar el sentido del salmo. Se trata de un movimiento desde dentro hacia fuera.

Este salmo pone de manifiesto las conquistas que fue realizando el pueblo de Dios a lo largo de su caminar. En un primer momento, se creía que existían muchos dioses, uno o más por cada pueblo o nación. Con el paso del tiempo, sin embargo, Israel fue tomando conciencia de que, en realidad, existe un solo Dios, Señor de todo y de todos, y así lo enseñó a otros pueblos. El Señor no es sólo el Dios de Israel, sino el Dios de toda la humanidad. Israel tuvo que llegar al convencimiento de ello para poder enseñárselo a los demás pueblos. Por eso, en este salmo, se habla tanto de «naciones», «pueblos», «mundo» y «tierra». Se había superado —o se estaba en proceso de superación— un conflicto «religioso» o «teológico». No existen muchos dioses. Sólo hay uno y no puede ser exclusivo de Israel. Todos los pueblos y naciones están invitados a aclamar a este Dios.

El contexto en el que se sitúa este salmo es el de la fiesta de la Recolección (7). El pueblo acaba de cosechar el cereal y, por eso, acude al templo para dar gracias. De ahí que este salmo sea una acción de gracias colectiva. Una cosecha abundante es signo de la bendición divina, una bendición que engendra vida para el pueblo. Así, Israel confiesa que su Dios está vinculado a la tierra y a la vida, convirtiendo la tierra en el seno donde brota la vida. Pero, por causa de la tierra, Israel se preguntaba: ¿Acaso Dios, Señor de la vida y de la tierra, es Dios solamente para nosotros? ¿No será también el Dios de todos los pueblos? De este modo, surge el tema central del salmo (5). Dios juzga al mundo con justicia, juzga a los pueblos con rectitud y gobierna las naciones de la tierra. Es el señor de todo el mundo y de todos los pueblos. Así, la justicia se irá implantando en todas las relaciones internacionales, de modo que todos los pueblos puedan disfrutar de las bendiciones de Dios que, en este salmo, se traducen en una cosecha abundante.

Partiendo de la recolección de los frutos de la tierra, este salmo llega a la conclusión de que Dios es Señor de todos los pueblos y de todas las naciones, y que Dios reparte sus bendiciones entre todos. Este salmo está muy lejos de la mentalidad imperialista que, en nombre de Dios, pretende que todo el mundo se someta a una nación determinada. El es el único que gobierna la tierra, el único capaz de juzgar al mundo y a los pueblos con justicia y con rectitud (5).

Se trata, una vez más, del Dios de la Alianza, pero esto no es algo exclusivo de Israel, no se trata de un privilegio suyo. El es el Dios de todos los pueblos. Los juzga con justicia y rectitud. Todos los pueblos lo aclaman; y el resultado de ello es la vida que brota de la tierra. En la Biblia, la bendición es sinónimo de fecundidad. Además de lo dicho, se trata de un Dios profundamente vinculado a dos realidades: la justicia y la tierra que da su fruto. La tierra, al producir (para todos), le ha brindado a Israel la posibilidad de descubrir que Dios es el Señor del mundo y de los pueblos, sin imperialismos, sin que un pueblo tenga que dominar sobre otros. Todos los pueblos se encuentran en torno al único Dios, aclamándolo y disfrutando de su bendición, que toma cuerpo en la fecundidad de la tierra.

En el Nuevo Testamento, además de lo que ya hemos dicho a propósito de otros salmos de acción de gracias colectiva, puede ser bueno fijarse en cómo Jesús se relacionó con los que no pertenecían al pueblo de Dios, y cómo ellos creyeron en Jesús, tratándolo con cariño (por ejemplo, Lc 7,1- Jn 4,1-42).

Hay que rezarlo juntos, soñando con la justicia internacional, con la fraternidad entre los pueblos, con las conquistas en la lucha por la posesión de la tierra. Podemos rezarlo cuando queremos dar gracias por el don de la tierra...



REFLEXIÓN PRIMERA DEL SANTO EVANGELIO: JUAN 12, 44-50 YO HE VENIDO AL MUNDO COMO LUZ



Es la fiesta de la Dedicación, la que se celebra en Jerusalén durante el período invernal. Jesús pasea por el pórtico de Salomón por el lado oriental, que mira al valle del Cedrón. Se le acercan algunos y le plantean una pregunta sobre su identidad mesiánica (v. 24), una pregunta que tiene la apariencia de un interés sincero, aunque en realidad es insidiosa y provocativa. Jesús responde en dos momentos sucesivos: en primer lugar, sobre el mesiazgo (vv. 25-31) y, a continuación, sobre la divinidad (w 32-39).

Estamos ante la magna polémica que enfrentaba a Jesús con sus enemigos. Jesús ya había presentado antes de varios modos sus propias credenciales de Hijo de Dios y de enviado del Padre, especialmente a través de sus obras extraordinarias. Hubieran debido captar su mesiazgo y creer en su misión, pero todo intento había resultado inútil (vv. 25s). Si muchos no aceptan su testimonio, la verdadera razón de ello consiste en el hecho de que no pertenecen a su rebaño. En cambio, quien escucha da pruebas de pertenecer al nuevo pueblo de Dios (vv. 27s). Juan pone en boca de Jesús tres afirmaciones que señalan la identidad de las ovejas y sus características con respecto a Jesús: «Escuchan mi voz», «me siguen» y «no perecerán para siempre».

Los creyentes, que caminan en la verdad y en la luz, tendrán que sufrir, pero la vida de comunión con Cristo, vencedor de la muerte, les da la seguridad de la victoria. Su vida es asimismo para siempre comunión con el Padre, cuya mano, más poderosa que todo, los sostiene y los protege con la donación de su Hijo. La seguridad plena y definitiva que Jesús y el Padre garantizan a los creyentes se fundamenta en su profunda unidad y comunión: «El Padre y yo somos uno» (v. 30).

Nosotros pertenecemos a Jesús porque Jesús pertenece al Padre. Somos una sola cosa con Jesús porque Jesús es una sola cosa con el Padre. Creemos en las obras de Jesús porque Jesús realiza las obras del Padre. Jesús quiere establecer conmigo la misma relación que él tiene con el Padre. Por eso escucho su voz, que es eco de la voluntad del Padre. Por eso le sigo, porque él me conduce al Padre. Por eso me aferro a él, para no perecer nunca, porque sé que me conduce al Padre.

Las afirmaciones de Jesús son imponentes, en especial para un judío: dice que es uno con el Padre, con Dios, con el Altísimo, con el creador del cielo y de la tierra, con el ser que está por encima de todos los otros seres. Estas y otras afirmaciones, particularmente numerosas en el evangelio de Juan, sorprenden, aturden, dejan sin aliento, y así debió de ocurrirles a sus interlocutores.

También hoy le ocurre lo mismo a quien se queda perplejo frente a tamaña pretensión o presunción o luz deslumbrante. Pero Juan no atenúa nada, no hace descuentos; procede sobre la cresta de afirmaciones que dan vértigo, que requieren valor, pero que también permiten «no perecer para siempre». Precisamente porque toman su luminosidad de la luz misma de Dios.



REFLEXIÓN SEGUNDA DEL SANTO EVANGELIO: JN 12, 44-50.  EL TESTIMONIO DE LAS OBRAS.



Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. La vida pública y toda la actividad de Jesús pende de esta pregunta. Toda la historia de Israel es mesiánica, llena de espera en la gran promesa. Además, en el tiempo de Jesús había una gran tensión política y social, y en el pueblo crecía cada vez más la idea de que aquel era el período adecuado para la llegada del Mesías.

Pero, ¿cómo sería el Mesías? ¿Acaso un libertador político, social o nacional? Jesús es consciente de que antes de declarar- se abiertamente como Mesías tiene que aclarar el concepto de Mesías, el modo como Dios lo había prometido. Entonces dice que es Hijo del Padre. Esta es una definición que decepciona a la gente, que se esperaba otra cosa. Sin embargo, precisamente este es el título que da sentido al desarrollo de toda la historia mesiánica anterior. Dios ha elegido como hijos a los hijos de Abrahán, para ser como un padre para el pueblo de Israel. Parece sólo una metáfora, que, sin embargo, la aparición del Mesías, verdadero Hijo del Padre, desvela en su sentido profundo. La historia de Israel se refleja en nuestra vida, También nuestra vida alcanzará su plenitud cuando comprendamos totalmente que somos hijos del Padre.

Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí. Una persona prudente desconfía de quien promete grandes cosas sólo de palabra. Para creer hay que ver los hechos. La gente quiere ver los hechos del Mesías. Los que esperan en el progreso social se entusiasman cuando Jesús da de comer milagrosamente a la muchedumbre (Mt 15,3 2-39). Pero se les regaña porque esta no es la misión del Mesías.

Jesús nunca habla de política ni de una eventual liberación. Sólo dice que El y el Padre son uno (Jn 10,30) y que sus obras son las del Padre. A menudo, también nosotros nos vemos llevando a cabo obras que no son nuestras, sino de otros. Esto sucede de un

modo evidente en los sistemas totalitarios, donde un solo partido concibe y realiza programas en los que ningún ciudadano tiene derecho a intervenir libremente. Las obras que se realizan a través del trabajo de los ciudadanos dan un testimonio exclusivo del partido. ¿Qué diferencia hay entre tal obediencia y la obediencia a Dios? La primera hace al hombre esclavo, lo humilla y hace de la persona un simple instrumento. La obediencia a Dios, por el contrario, es liberadora. Quien hace las obras de Dios se hace más hombre y al mismo tiempo se hace hijo del Padre.

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo les doy la vida eterna. Incluso cuando somos nosotros los que realizamos las obras, estas obras no son nuestras, no son mi «yo». El escultor no es la estatua, que puede venderse o cambiar de sitio sin él. Y, sin embargo, el artista y su obra son inseparables. El es escultor precisamente porque esculpe la estatua, pintor porque pinta el cuadro, músico porque compone música, sastre porque cose un vestido. Del mismo modo, el que realiza la voluntad de Dios, se hace divino. Mediante sus obras, el hombre consigue proyectarse más allá del tiempo, superar su transcurso. Platón murió hace más de dos mil años, pero vive todavía en sus escritos, que se traducen, se publican, se estudian. En sentido metafórico, los grandes filósofos, artistas, científicos llegan a ser «eternos». El que hace la voluntad de Dios, se convierte en hijo de Dios y eterno en el pleno y verdadero sentido de la palabra: tiene la vida eterna porque se hace uno con la obra de Cristo, eterno Hijo del Padre eterno.



REFLEXIÓN TERCERA DEL SANTO EVANGELIO: JN 12, 44-50. EL PASTOR Y LA PUERTA.


La alegoría del pastor refleja directamente la persona y la misión de Cristo. Parte de datos comunes que pueden registrarse en la vida de un pastor al frente de un rebaño. Nos encontramos en ella, sin embargo, con rasgos que únicamente convienen a Jesús. No todos los pastores dan su vida por las ovejas. Ni están obligados a ello. Ni siquiera aquéllos que guardan rebaño propio. Primero es la vida del pastor, y en tanto se afana por sus ovejas en cuanto que de ellas proviene el bienestar para su propia vida y la de su familia.

El rasgo de la alegoría, que menciona este detalle del pastor entregando su vida por sus ovejas, ha sido recogido por la aplicación que de la misma se hace a Jesús. Acabamos de decir que no es obligación de cualquier pastor entregar la vida ni introducir en el aprisco ovejas que no sean las suyas. Más aún, esto debe evitarlo (v. 16). Esto explica que, en la analogía, la misma persona sea pastor y puerta (vv. 11. 14). Se trata de afirmar que Cristo, el Señor, es no sólo quien da la vida (y. 10), sino que él mismo es el camino o medio para entrar en la vida (14, 6).

En esta pequeña sección hay que notar que en el substrato sobre el que se edifica la alegoría, Antiguo Testamento y tradición sinóptica (ver el comentario a 10, 1-10), se introduce una novedad importante. Tanto para el Antiguo Testamento como para la tradición sinóptica el rebaño es la casa de Israel, el antiguo pueblo de Dios. En este capítulo de Juan, aunque el rebaño sigue siendo Israel (v. 16), hay, sin embargo, una diferencia notable: no todas las ovejas que hay en el rebaño le pertenecen. Se ha establecido un nuevo principio de pertenencia: pertenecen al rebaño aquellas ovejas que escuchan su voz (ver el v. 3 de este mismo capítulo).

El nuevo principio de mutua pertenencia al rebaño ha sido ya formulado. Es un principio de mutua pertenencia, de verdadera comunión entre el pastor y las ovejas. Jesús se remonta, para explicar esta comunión, a la misma que existe entre el Padre y él. Así debe ser la comunión entre Jesús y los creyentes. Comunión nacida e impulsada desde la fe y traducida en la obediencia.

En esta unión o comunión deben participar no sólo los miembros «natos» de Israel, sino también el mundo no judío, los paganos. A los judíos creyentes deben añadirse los creyentes que proceden del mundo pagano. Así surgiría un nuevo Israel, el cuerpo de Cristo, integrado por miembros de todas las posibles procedencias.

Termina esta sección afirmando Jesús que esta entrega voluntaria de su vida por las ovejas es la causa por la cual el Padre lo ama, Al fin y al cabo, las ovejas, el rebaño, pertenecían al Padre. No es extraño que Aquél que exponga la vida por ellas sea amado por su auténtico dueño.

La muerte y resurrección de Jesús fueron vistas siempre por los creyentes como una aceptación incondicional, por parte de Jesús, de la voluntad del Padre. Aceptación y auto-entrega de la vida por quien es el autor de la vida y tiene el poder para darla y para volver a tomarla: es la muerte y la resurrección.



REFLEXIÓN CUARTA DEL SANTO EVANGELIO: JUAN 12, 44-50 YO HE VENIDO AL MUNDO COMO LUZ



Este pasaje, en el evangelio de san Juan, sigue a la resurrección de Lázaro y a la unción en Betania. Es una colección de palabras muy características de Jesús que parecen haber sido agrupadas aquí para concluir la primera parte del evangelio, antes de abordar la segunda, que es la Pasión y la Resurrección.

-El que cree en mí, no es en mí en quien cree.

Jesús no atrae a sí, remite a otro.

-Sino en el que me ha enviado.

Jesús se define a menudo como "el enviado" = missus, en latín... apóstoles, en griego...

Jesús, misionero del Padre.

Jesús, "apóstol" del Padre, "enviado" por el Padre.

Humildad profunda del misionero: no es nada por sí mismo... esta allí en nombre de otro... quiere conducir a los demás a descubrir a este otro. Conducir a Dios. Llevar a nuestros amigos a experimentar su relación con Dios.

Pero en primer lugar tener nosotros esta experiencia: ¿cómo pretender ser misionero si uno mismo no vive su profunda relación con Dios? La "misión" no es ante todo una empresa, ni una cuestión de métodos... es un "envío"

-El que me ve, ve al que me ha enviado

Sin palabras, sin "empresas", el verdadero misionero "hace que vean" a Dios... así sencillamente, a través de su propia persona. ¡Quien ve a Jesús, ve al Padre! ¡Qué exigencia extraordinaria y maravillosa! ¡Qué Gracia! Oh, Señor, hazme transparente, como Tú lo eras.

"Vosotros sois el Cuerpo de Cristo" traducirá san Pablo.

Debo ser el rostro de Cristo, como Jesús era el rostro del Padre.

A través de mi vida, hacer ver a Dios.

-Yo he venido como luz al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas.

Transparencia... luz... belleza... seguridad...

Opacidad... tinieblas... miedo...

Evocar imagen de sol... de día... e imágenes de noche...

-Si alguno escucha mis palabras y no las guarda, yo no le condeno, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo... El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene ya quien le juzgue: La palabra que Yo he hablado, esa le juzgará en el último día.

Jesús sabe que llega el fin de su vida: es una especie de balance negativo. Los hombres no han querido la luz, no han escuchado sus palabras. Es el fracaso, globalmente... aparte el pequeño núcleo de discípulos, unos pocos en número.

Pues bien, ¡Jesús reafirma que no condena! Que ha venido para salvar.

Son solamente los hombres los que se condenan, cuando rehúsan escuchar. La condenación no es obra de Dios. La "salvación" ofrecida se transforma en "juicio", no por voluntad de Dios, sino por las opciones negativas de los hombres. Todo está ahora a punto para la Pasión.

-Las palabras que Yo hablo, las hablo según el Padre me ha dicho.

Siempre la profunda dependencia y humildad del misionero. Jesús no ha inventado lo que nos ha dicho.

¿Y yo? ¿Digo las palabras del Padre, o las mías?



ELEVACIÓN ESPIRITUAL PARA EL DÍA.



He aquí, hermanos, un gran misterio que hace pensar. El sonido de nuestras palabras impacta en nuestros oídos, pero el verdadero Maestro está dentro de vosotros. Que nadie piense que puede aprender algo de un hombre. La enseñanza exterior es sólo una ayuda, un reclamo. El que enseña a los corazones tiene su cátedra en el cielo. Que sea, pues, él quien hable dentro de vosotros, allí donde ningún hombre puede penetrar, puesto que, aunque alguien pueda estar a tu lado, nadie puede estar en tu corazón.



REFLEXIÓN ESPIRITUAL PARA EL DÍA.



El aran misterio de la encarnación es que Dios tomó en Jesús la carne humana, a fin de que toda carne humana pudiera revestirse de la vida divina. Nuestras vidas son frágiles y están destinadas a la muerte; ahora bien, puesto que Dios, a través de Jesús, ha compartido nuestra vida frágil y mortal, ya no tiene la muerte la última palabra. La vida ha salido victoriosa.

Escribe el apóstol Pablo: «Cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: La muerte ha sido devorada por la victoria, ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (1 Cor 15,54). Jesús ha suprimido la fatalidad de nuestra existencia y le ha dado a nuestra vida un valor eterno.

 

EL ROSTRO DE LOS PERSONAJES, PASAJES Y NARRACIONES DE LA SAGRADA BIBLIA Y EL MAGISTERIO DE LA SANTA IGLESIA: ORIGEN DE LA COMUNIDAD DE ANTIOQUÍA.



El “recorrido” de los “dispersos” deja claro que su llegada a Samaría, Judea, Damasco y Antioquía no fue en etapas sucesivas, sino paralelas. Faltan los nombres de las comunidades se Fenicia, el actual Líbano, que se enumeran más

Hch 11,19-30 tarde (Hch 2 1,2-6). Un grupo se dirigió hacia Samaría, el segundo hacia Judea, el tercero hacia Damasco, el cuarto hacia Fenicia, el quinto hacia Antioquía. En todas partes encontraron discípulos o simpatizantes de Jesús. Fenicia tenía una comunidad en Tiro (Lc 6,17; 10,13.14; Hch 21,3). Seguramente Felipe ya había misionado en Samaría partiendo de Jerusalén, antes de la persecución (Hch 8,4-25); otro tanto debió de haber hecho Pedro en Judea (Hch 9,32-11,18); Damasco había recibido el mensaje de Jesús desde Galilea (Hch 9,31). En Antioquía misionaron antes judeo-cristianos procedentes de “Chipre”, entre quienes el representante más conocido era el levita Bernabé (Hch 4,36-37); los representantes más conocidos de los judeo-cristianos de Cirenaica, en el norte de África, fueron Simón, el que ayudó a Jesús a cargar la cruz, y sus hijos (Lc 23,26; Mc 15,21), además del prosélito Nicolás (Hch 6,5). El evangelista ofrece ahora por su cuenta una distribución organizada. Sólo los judeo-cristianos de Chipre y Cirenaica misionaron en Antioquía a los pagano-helenistas; los otros judeo-helenistas cristianos pasaron por alto a sus coterráneos no judíos y predicaron el Evangelio sólo a los judíos. Los casos particulares del etíope temeroso de Dios y de la persecución en Damasco se pasan en silencio. La meta es, claramente, poner en marcha la “misión de los pueblos” a partir de la conversión de Cornelio por Pedro.

La comunidad de Jerusalén rio se preocupa luego de ir a los gentiles. Por eso, después de la intervención de Pedro, los discípulos de Jesús provenientes de Chipre y Cirenaica toman la iniciativa de misionar a sus coterráneos gentiles en Antioquía, la tercera ciudad más grande del Imperio romano. No se puede llevar a cabo la idea del evangelista de misionar primero a partir de Jerusalén a los judeo-helenistas y luego a los pagano-helenistas en las provincias de Judea y Siria. El lector puede darse cuenta sin dificultad de que en Galilea, Samaría, Judea, Fenicia, Damasco y Antioquía siguieron existiendo varias comunidades o surgieron otras nuevas independientemente de Jerusalén, y de que los pueblos gentiles encontraron el camino de la fe por obra del Espíritu Santo, también independientemente de Jerusalén. Por otra parte, estas comunidades se preocuparon por entrar en contacto con Jerusalén o por mantenerse en él a través de los judeo-helenistas expulsados y de los apóstoles.

ç“Las manos del Señor estaban con ellos” es una expresión común en el AT (2 Sm 3,12; Lc 1,66). “Un crecido número recibió la fe” hace pensar una vez más en el lenguaje de los relatos de conjunto (Hch 5,14; 6,7). “Convertirse al Señor” es una manera de hablar del bautismo (Hch 2,37-42). El término “Señor” tiene un doble sentido: se usa una vez para hablar de Dios (la mano del Señor) y una para hablar de Jesús. El Resucitado tiene parte en la soberanía de Dios.

La comunidad de Jerusalén tiene noticia de los éxitos misioneros, pero no “envía” a ningún miembro del grupo de los Doce para transmitir el Espíritu apostólico, sino al levita Bernabé, quien igualmente “está lleno del Espíritu Santo”. Bernabé no es enviado como apóstol de la comunidad con un encargo especial, como los dos miembros de la comunidad de Lida (Hch 9,38), sino como apóstol que posee el poder del Espíritu del grupo de los doce apóstoles. La comunidad de Jerusalén reconoce la condición especial de Bernabé por estar dotado del Espíritu, lo considera uno de los apóstoles y le confía en consecuencia el encargo de transmitir el Espíritu y la fe (exapostello) a Antioquía.

Bernabé llega a Antioquía, ve la obra de la fe y se alegra. Respecto al problema aún no solucionado de si los pagano-helenistas se pueden admitir en la Iglesia, él anuncia la “exhortación” apostólica. Lo que vale es la decisión del “corazón”. El “Señor” Jesús es quien ha creado la comunidad.

Como argumento para aceptar la decisión de los apóstoles se da una breve caracterización de Bernabé. Él es un “hombre bueno”. La kalokagathia, la belleza y la bondad, corresponde al ideal de todo griego. La primera mitad, la belleza, la omite conscientemente el evangelista; con ella se expresa la buena formación del cuerpo; la bondad expresa la buena formación del carácter. El culto del cuerpo de los griegos no tenía gran importancia para los judíos y los cristianos. Por eso se omite el adjetivo “bello”. Bernabé puede, basado en la bondad, la fe y la plenitud del Espíritu, dejar en la comunidad a los helenistas paganos y judíos bautizados. No se menciona el ritual de la imposición de manos. De todas maneras, Pablo lo emplea más tarde (Hch 19,6). El evangelista no pone aquí todavía de relieve la igualdad de categoría de Bernabé con el grupo de los doce apóstoles. En el primer viaje de misión se da como algo evidente el carácter apostólico de Bernabé y Pablo (Hch 14,4.14).

Bernabé va a Tarso en “busca” de Saulo (anazeteo), llamado al apostolado por el Señor resucitado. “Lo encuentra”, como el pastor encuentra a la oveja perdida, y lo hace regresar a la comunidad. Bernabé da participación a Pablo en su competencia de enseñar como apóstol (didasko) y trabaja un año con él. Saulo aprende de Bernabé y recibe al mismo tiempo el derecho de enseñar en las grandes asambleas públicas. Los habitantes de Antioquía dan por primera vez a los numerosos discípulos de Jesús el nombre de “cristianos”, conforme al título honorífico “Cristo”.

El contacto entre Jerusalén y Antioquía continúa. Bernabé no regresó ya a Jerusalén. De allí llegan por cuenta propia algunos “profetas”; el evangelista menciona por primera vez a este grupo de cristianos. Pablo conocía el carisma de la profecía (1 Cor 12,10) y a los profetas: “Dios ha asignado a cada uno un puesto en la Iglesia: primero están los apóstoles, después los que hablan en nombre de Dios, luego los encargados de enseñar” (1 Cor 12,28). Un profeta Juan escribió el Apocalipsis (Ap 1,1-3). Todavía en el siglo II existían profetas ambulantes. En el acontecimiento de Pentecostés se había concedido, es cierto, el don de la profecía a todos los seguidores de Jesús, pero algunos lo habían desarrollado de forma especial.

Entre éstos descuella sobre todo Agabo (Hch 19,10-14). Él reconoce los signos que anuncian una gran hambre. Con el nombre de “Claudio” se presenta por primera vez en el segundo libro a un personaje de la historia universal. El evangelista usa un “sincronismo”, como usó ya otros en el primer libro (Lc 1,5; 2,1; 3,1-2; 23,1). Claudio rigió entre 41-54. La expansión de la Iglesia hasta Antioquía debe haber ocurrido en el año 41. Una gran hambre bajo Claudio no es conocida, pero sí una gran sequía en Palestina, exactamente en los años 46-48. El dato “por aquellos días” abarca toda una serie de acontecimientos. La conversión de Pablo debió suceder en los años 33-36. En los años 35-37 pasó a Jerusalén, regresando en seguida a Tarso. Su búsqueda por Bernabé habría sido a más tardar en 42-43. El primer viaje de misión junto con Bernabé habría sido, después de un año de “aprendizaje”, entre 44-47. En el año 48 van Pablo y Bernabé juntos al “concilio” de los apóstoles en Jerusalén. En el año 44 muere el rey Agripa 1, que hasta poco antes de su muerte persiguió a los apóstoles (Hch 12), La colecta para aliviar el hambre en Jerusalén debió ser hecha en el año 43 o principios del 44 y llevada en seguida por Pablo y Bernabé a Jerusalén. Ambos, en efecto, son víctimas en Jerusalén de la persecución de los apóstoles por Agripa I (Hch 12). La profecía habría sido hecha tres o dos años antes del hambre. Para el evangelista no es ningún problema una predicción con tanto tiempo de anticipación.

La comunidad cuenta con miembros pudientes. Según el principio griego de la euergesia (beneficencia), la comunidad les pidió enviar una “ayuda” (diakonia) a Jerusalén, petición a la cual ellos acceden. No se organiza con ello una comunidad de bienes con Jerusalén, pero sí una acción de solidaridad. Bernabé conoce las “mesas”, las condiciones de vida de los hermanos en Jerusalén, y bien se le puede confiar a él el llevar la colecta. Saulo pasa a ser acompañante de Bernabé, según el principio de enviar dos mensajeros. La comunidad aprueba la elección de Bernabé y de Saulo. La diakonia se entrega a los “ancianos” (presbíteros). Una vez recibida por éstos la diakonia para las mesas en Jerusalén, los apóstoles, inclusive Bernabé y Saulo, se dedican sólo al servicio de la palabra en las regiones de Judea y Siria. +

 

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