Señor, el cirio pascual se ha ido consumiendo, derrochando su luz, invitándome a escuchar con atención, con amor, tu Palabra de salvación. ¿Cómo la he aprovechado? ¿Cómo me estoy preparando para recibir próximamente la luz del Espíritu Santo? ¿He sabido renunciar a todo lo que me puede apartar del amor? Ayúdame a que pueda decir siempre «sí al amor», en lo grande y en lo pequeño, para permanentemente seguir tu Luz y tu Palabra.
Enséñame, buen Jesús, a pedir lo que conviene. A no pedir para mí, sino para los hombres, mis hermanos. Enséñame a confiar en ti. Convénceme de que nada me puede pasar sin tu disposición. Y cuando el dolor toque a la puerta de mi vida, que me acuerde de ti, Señor, para obtener la fuerza en el camino que sólo tú puedas dar. Cuando los hombres me olviden, sepa, Señor, que siempre puedo acudir porque Tú eres mi Padre, mi hermano. Fiel compañero en el duro, pero hermoso camino al cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario