Cuando llegue al umbral de tu puerta, Señor.... me mirarás a los ojos.
Y yo estaré ante ti con mis manos vacías y mi corazón lleno de nombres; con mis pies desnudos, cargados de mil caminos recorridos.
Así te hablaré del camino de mis sueños cumplidos y de aquellos que quedaron sin cumplir; de mis esperanzas e ilusiones.
Con algo de vergüenza, Señor, recordaré mis caídas y mis cansancios, aquellas noches de desasosiego y desaliento.
Y las veces que extravié el camino.
Me asombraré de tu mirada y descubriré que siempre me ha acompañado transformando mis límites en posibilidades, mi debilidad en fuerza.
Y veré cómo en mil ocasiones, ella me levantó de mis caídas.
Cuando llegue al umbral de tu puerta, Señor, me mirarás a los ojos y, con la mirada, nos diremos tantas cosas... Pero sé que aquel día, sólo me preguntarás:
¿Has amado?
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