Santos:Juan de Capistrano, presbítero; Teodoro o Teodoreto de Antioquía, mártir; Severino Boecio, mártir. Feria (Verde)
CIMENTADOS EN EL AMOR
Ef 3,14-21; Lc 12,49-53
Las personas somos el fruto del amor de nuestros padres. Cuando
podemos crecer en un clima de amor y cariño nos desarrollamos con seguridad y
confianza. Sabemos de sobra que el amor deja una marca indeleble para toda la
vida. Desde la experiencia misionera del apóstol san Pablo, no hay una vivencia
más trascendente que experimentar el amor de Dios. En la medida que vivamos la
experiencia del amor de Dios en nuestra vida, podremos experimentar plenamente
el sentido profundo de nuestra existencia. Algún afamado escritor ha dicho que
"el amor siempre produce amor" y que por tanto, nadie: deberá
sentirse intranquilo cuando ame. El amor de Dios nos transforma y nos habilita
para amar a los hermanos. No en balde, se ha asociado al amor con la imagen del
fuego. Efectivamente el Señor Jesús ha venido a traer fuego a la tierra. Si nos
atenemos a la analogía del Cantar de los Cantares, podemos decir que el fuego
que Jesús trae es el amor inagotable. Ese y no otro es el amor del Mesías.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal
109, 4)
El Señor lo ha jurado y el Señor no se
retracta. Tú eres sacerdote para siempre, como lo es Melquisedec.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que para gloria tuya y salvación nuestra constituiste
a Cristo sumo y eterno sacerdote, concede al pueblo redimido con su sangre
obtener, por la participación en este memorial, los frutos de la muerte y
resurrección de tu Hijo, que vive y reina contigo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Que arraigados y cimentados en el amor,
queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios.
De la carta del apóstol
san Pablo a los efesios: 3, 14-21
Hermanos: Me arrodillo ante el Padre, de quien procede toda
paternidad en el cielo y en la tierra, para que, conforme a los tesoros de su
bondad, les conceda que su Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo
habite por la fe en sus corazones. Así, arraigados y cimentados en el amor,
podrán comprender con todo el pueblo de Dios, la anchura y la longitud, la
altura y la profundidad del amor de Cristo, y experimentar ese amor que
sobrepasa todo conocimiento humano, para que así queden ustedes colmados con la
plenitud misma de Dios.
A Él, que, con su poder que actúa eficazmente en nosotros, puede hacer
infinitamente más de lo que le pedimos o entendemos, le sea dada la gloria en
la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades y por todos los siglos.
Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Lo que Trasciende Toda Filosofía
La primera lectura nos deja ver la vida cristiana como un
itinerario. Es grande haberlo comenzado, y eso nos lo otorgó la fe, pero es más
grande avanzar y crecer en él, y eso es lo propio de la madurez cristiana. La
invitación, pues, es a madurar.
¿Qué implica esa madurez? Apoyémonos en ese texto de la Carta a
los Efesios para descubrir algunas de sus notas peculiares. Las palabras claves
parecen ser: cristianos robustos, enraizados en el amor, habitados por Cristo,
llenos de sabiduría espiritual, esto es, aptos para comprender las dimensiones
propias del amor.
Cada una de esas expresiones nace de experiencias reales de la
vida de fe: Hay que estar "robustos" porque creer es entrar en la
batalla y porque hay enfermedades que tratan de apocar y debilitar el alma. Hay
que estar enraizados en el amor, pero sólo quien se sabe amado llega a amar y
sólo quien está dispuesto a amar soportará los desengaños y dificultades que la
vida trae. Hay que estar habitados por Cristo porque ningún otro señor dará su
rumbo cierto al barco de nuestra vida y nadie como él podrá defendernos de lo
que no vemos. Y hay que estar colmados de sabiduría y capaces de reconocer las
dimensiones del amor porque hasta el fin de nuestros días seremos discípulos y
porque es necesario para gastar la eternidad admirando el perpetuo milagro
insondable del amor divino.
Del salmo 32 R/. Dichoso
el pueblo escogido por Dios.
Que los justos aclamen al Señor; es Sincera es la palabra del Señor y todas sus
acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de
sus bondades. R/.
Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los
siglos. Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió
por suyo. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la
muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Flp 3,
8-9) R/. Aleluya, aleluya.
Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y
vivir unido a Él. R/.
No he venido a traer la paz, sino la
división.
Del santo Evangelio según
san Lucas: 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "He venido a
traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo
que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega! ¿Piensan acaso que
he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz,
sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia,
estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre
contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija
contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
La Verdad, como una Espada
Hay en el Evangelio una verdad maravillosamente consoladora: el
amor de Dios que se ha manifestado en el sacrificio redentor de Cristo. Pero
esta verdad necesita muchas veces abrirse paso a través de las nubes y engaños
que acarician y adormecen nuestra conciencia.
En ese "abrirse paso" la verdad nos llama a despertar, y
a veces es difícil despertar, como lo habrá comprobado todo el que quiera
llamar del sueño a un niño pequeño. A menudo el niño se queja y hasta dice
palabras agrias al que trata de llamarlo.
Pues bien, el mundo duerme, y ama su sueño. El mundo duerme y
odiará al que quiera despertarlo, aunque eventualmente algunos de los que
despierten rezongando luego agradecerán con lágrimas de gozo lo que antes
denigraron.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía,
porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva
a cabo la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1
Co 11, 24-25
Éste es mi Cuerpo, que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva
alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria
mía, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor, tú que nos has concedido el gozo de participar en esta
Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, haz que, unidos
siempre a Él, vivamos como verdaderos hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Homilías de Fr. Nelson
Medina, O.P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario