Santos: Nicolás de
Tolentino, presbítero; Nemesio de Alejandría, mártir. Beato Francisco Gárate,
religioso. Feria (Verde)
LA FUERZA
DE LAS BIENAVENTURANZAS
1 Co 7,
25-31; Lc 6, 20-26
Tanto la proclama de las
bienaventuranzas como la exhortación del apóstol san Pablo a los corintios
manejan una perspectiva de futuro. Las situaciones cotidianas van a cambiar; no
se puede seguir viviendo como se hacía en el pasado. Las injusticias, las
carencias y el sufrimiento de la gente humilde, llegarán pronto a su término.
Dios inaugura su señorío e invita a la gente de buen corazón a sumarse a ese
movimiento de renovación interior, que tendrá repercusiones en las relaciones
sociales. El reino ha llegado y nada será igual. En la perspectiva de san
Pablo, emerge la certidumbre del final de los tiempos; Cristo glorioso
recapitulará todas las cosas. De ahí que los proyectos y realidades mundanas
quedarán relativizados. Las cosas que tanto nos afanan en este mundo son
efímeras, no tiene caso apegarnos excesivamente a ellas, porque se incrementa
la dependencia y el sufrimiento.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 105, 47)
Sálvanos, Señor y Dios
nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder
santo y nuestra gloria sea alabarte.
ORACIÓN
COLECTA
Dios nuestro, a quien está
sometido todo poder humano, concede a nuestro presidente Enrique Peña un
próspero ejercicio de su mandato, de modo que, en el respeto de tu ley y en el
empeño de actuar conforme a tu agrado, mantenga y procure siempre un orden
tranquilo y libre, en favor del pueblo que tiene encomendado. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
¿Estás casado? No te
separes de tu esposa. ¿Eres soltero? No te cases.
De la
primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 7, 25-31
Queridos hermanos: En cuanto a
los jóvenes no casados, no he recibido ningún mandamiento del Señor; pero les
voy a dar un consejo, pues por la misericordia del Señor, soy digno de
confianza.
Yo opino que, en vista de las dificultades de esta vida, lo que conviene es que
cada uno se quede como está. ¿Estás casado? No te separes de tu esposa. ¿Eres
soltero? No te cases; pero si te casas, no haces mal, y si una joven se casa,
tampoco hace mal. Sin embargo, los que se casan sufren en esta vida muchas
tribulaciones, que yo quisiera evitarles.
Hermanos, les quiero decir una cosa: el tiempo apremia. Por lo tanto, conviene
que los casados vivan como si no lo estuvieran; los que sufren, como si no
sufrieran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran,
como si no compraran; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran de
él; porque este mundo que vemos es pasajero.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Sin duda, uno de los
reclamos más frecuentes a la Iglesia en nuestra época se refiere al celibato
obligatorio de los sacerdotes--una tradición que se remonta muchos siglos
dentro de la Iglesia Católica en Occidente. Puede sorprendernos ver que el
apóstol san Pablo recomienda el celibato no sólo para los ministros del pueblo
santo sino para todos. No es una obligación, en este caso, pero sus razones han
tenido un peso muy grande en la valoración que nuestra Iglesia tiene del
celibato para los sacerdotes.
El punto central en la
propuesta de Pablo es que si uno está enamorado de Dios, convencido del poder
del Evangelio y deseoso de servir a Cristo siempre y en toda circunstancia,
ello es más fácil y mejor para la persona que no tiene que agradar a una
pareja. No desconoce Pablo los bienes del matrimonio ni habla nunca en contra
de su dignidad y belleza pero es evidente a todos que una persona casada,
cuando de veras quiere entregarse al Señor, a menudo halla dificultades en su
propio cónyuge.
Es bueno saber que el
celibato obligatorio para los sacerdotes podría terminar en la Iglesia Católica
pues es una disposición que viene de la misma Iglesia y que Ella podría
cambiar. Pero también es bueno saber lo que eso implica en términos de lo que
hoy nos enseña san Pablo. Quizá lo que nos falta no es tanto un cambio en la
ley sino un cambio en nuestra manera de amar al Señor.
Del salmo
44 R/. El rey está prendado de tu belleza.
Escucha, hija, mira y pon atención: olvida tu pueblo y la casa paterna. El rey
está prendado de tu belleza; ríndele homenaje, porque él es tu señor. R/.
Con todos los honores entra la princesa, vestida de oro y de brocados, y es
conducida hasta el rey; un cortejo de doncellas la acompaña. R/.
Entre alegría y regocijo van entrando en el palacio real. A cambio de tus
padres, tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra. R/.
ACLAMACIÓN
(Lc 6, 23) R/. Aleluya, aleluya.
Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el
cielo, dice el Señor. R/.
Dichosos los pobres. - ¡Ay
de ustedes, los ricos!
Del santo
Evangelio según san Lucas: 6, 20-26
En aquel tiempo, mirando Jesús a
sus discípulos, les dijo: "Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes
es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán
saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.
Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de
entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre.
Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el
cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de
ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de
ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando
todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos
profetas!"
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Bienaventuranzas y "Malaventuranzas"
Tal vez el contraste más notable entre la versión que Lucas nos ofrece de
las bienaventuranzas y la que nos había dado Mateo, en el capítulo quinto de su
Evangelio, es que Lucas, junto al anuncio de la bienaventuranza, nos declara la
"malaventuranza". No sólo nos dice en qué dirección va la felicidad
sino también por dónde se nos puede escapar. Porque en el fondo de eso es de lo
que se trata: por dónde se va y por dónde no se va a la felicidad.
Lo cierto es que, ya en su construcción gramatical, tanto estas
bienaventuranzas como estas malaventuranzas miran al futuro. Unas y otras son,
en la voz de nuestro profeta y maestro, Jesucristo, el lenguaje que nos apremia
a ir más allá del bien inmediato o del mal inmediato. Como vemos, una vez más,
está aquí el gran tema del TIEMPO.
El presente, convertido en absoluto, es pésimo consejero, nos está diciendo
Cristo. La felicidad presente nos deslumbra y nos hace olvidar que de hecho es
pasajera; el abatimiento presente nos abruma y nos impide el consuelo de saber
que tendrá que pasar y relevarnos de su carga. Por eso Cristo hace su llamado,
para que entendamos que el tiempo tiene una dirección.
Ahora bien, esa "flecha" del tiempo no proviene del mismo tiempo,
sino de Dios, que es el Señor de los tiempos y las horas. Desde una perspectiva
judeocristiana, las cosas no cambian por capricho, según creían los paganos; ni
por la fuerza de un destino o una razón inexorable, como pensaron muchos
filósofos; ni tampoco por la repetición de ciclos, al modo de la opinión
hinduista. Es Dios, y sólo Dios, quien trae la novedad radical; es Él, y sólo
Él, quien abre un futuro y quien convierte lágrimas de dolor en cantos de gozo,
o risas de frivolidad en lamentos de duelo.
Con Cristo ha llegado el tiempo decisivo. Cristo en la tierra es el gran
"kairós", es la ocasión única, es la acción irreversible del amor y
del poder compasivo de Dios. Jesucristo, entonces, y sólo Él, puede pronunciar
en verdad las bienaventuranzas y las malaventuranzas, porque ante Él comparecen
de hecho todos los tiempos y todas las eras.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, complacido, estos
dones que ponemos sobre tu altar en señal de nuestra sumisión a ti y
conviértelos en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Mt 5, 3-4)
Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los humildes, porque
heredarán la tierra.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que,
alimentados con el don de nuestra redención, este auxilio de salvación eterna
afiance siempre nuestra fe en la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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