Santos: Pedro Claver, presbítero; María de la Cabeza, viuda. Beato
Federico Ozanam, laico. Feria (Verde)
UNA FUERZA QUE CURABA
1 Co 6, 1-11; Lc 6, 12-19
La narración sumaria que nos comparte el evangelista san Lucas transmite
una situación de entusiasmo y exaltación popular. Jesús ha desatado un
movimiento favorable en torno suyo: la gente lo busca porque su vida mejora;
sus palabras tienen una novedad que llama la atención y hace reflexionar en la
necesidad de cambiar la forma de relacionarse con Dios y con las personas.
Jesús no es el típico seductor que manipula a las multitudes jugando con sus
emociones, es un profeta que llama al cambio interior y que no demanda una
fidelidad a ciegas. Cuando se ha dado el paso es necesario reajustar las
inercias añejas. Éste es el planteamiento que propone san Pablo a los
cristianos de Corinto. No pueden seguir los procesos jurídicos establecidos de
manera ingenua. El diálogo, la reconciliación y el restablecimiento de la
justicia son tareas ineludibles cuando los cristianos viven conflictos; el
recurso al arbitraje de un juez es la última posibilidad. Primero conviene
abrirle espacio al entendimiento y el perdón fraterno.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 12, 6)
Confío, Señor, en tu misericordia. Se alegra mi corazón con tu auxilio;
cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, que la constante meditación de tus misterios
nos impulse a decir y hacer siempre lo que sea de tu agrado. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
¿Van ustedes a pleitear, hermano contra hermano, ante los infieles?
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 6, 1-11
Hermanos: Cuando alguno de ustedes tiene algo contra un hermano, ¿cómo se
atreve a llevar el asunto ante los tribunales paganos y no ante los hermanos?
¿No saben que los hermanos van a juzgar al mundo? Y si ustedes van a juzgar al
mundo, ¿no son acaso capaces de juzgar esas pequeñeces? ¿No saben que vamos a
juzgar a los ángeles? Pues, cuánto más los asuntos de esta vida.
Sin embargo, ustedes, cuando tienen que resolver asuntos de esta vida, se
los llevan a los que no tienen ninguna autoridad sobre la comunidad cristiana.
¿No les da vergüenza? ¿De modo que no hay entre ustedes ninguna persona
competente, que pueda ser juez de ustedes, y van a pleitear, hermano contra
hermano, ante los infieles? El mismo hecho de que haya pleitos entre ustedes ya
es una desgracia. ¿Por qué mejor no soportan la injusticia? ¿Por qué mejor no
se dejan robar? Pero no, ustedes son los que hacen injusticias y despojan a los
demás, que son sus propios hermanos.
¿Acaso no saben que los injustos no tendrán parte en el Reino de Dios? No se
engañen: ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados,
ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
difamadores, ni los estafadores tendrán parte en el Reino de Dios.
Y eso eran algunos de ustedes. Pero han sido lavados, consagrados y
justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por medio del Espíritu de
nuestro Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Durísimo, pero cierto
Sé muy bien que hay personas que quisieran que nunca se leyeran las
palabras que hemos escuchado en la primera lectura: "No se engañen: ni los
impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
difamadores, ni los estafadores tendrán parte en el Reino de Dios."
Hay gente tan interesada en que eso no se lea que cuando es preciso que se
lea intentan que no se entienda, particularmente en lo que tiene que ver con
afeminamiento y homosexualidad. Y la única razón para contradecir la Palabra de
Dios en este punto tan claro es que nuestra cultura occidental, por lo menos en
muchas partes, está siendo asediada por los "colectivos" gay, que
resultan eficaces en su presión política a través de su buen posicionamiento
económico.
¡Es algo tan ridículo! Hay exégetas que quieren que leamos un texto como
este de Primera Corintios, capítulo 6, y no entendamos qué prohíbe, o peor:
pretenden que descartemos al apóstol y a su enseñanza, antes que descartar los
pecados que no por extendidos dejan de ser pecados. Si tal cosa fuera posible
con respecto al homosexualismo, ¿por qué no admitimos que se puede robar y
heredar el Reino de Dios? ¿Por qué no empezamos a enseñar que los estafadores y
borrachos ya casi tiene asegurada su entrada al banquete celestial? Nuestro
tiempo ha llegado al ridículo cuando pretende que si uno no apoya el movimiento
gay es homofóbico.
Y sin embargo, una cosa es rechazar el pecado y otra rechazar al pecador.
Para una iglesia madura no se necesita sólo que tengamos el vigor de
proscribir, por ejemplo, al homosexualismo: es indispensable que sepamos
hacerlo de tal modo que cualquier homosexual sienta que, en cuanto persona, es
infinitamente amado o amada y plenamente redimido en el poder de la Sangre de
Cristo. Las solas condenas nos llevarían al extremo del que pretenden
acusarnos. No seremos tan tontos de caer en ello.
Del salmo 149 R/. El Señor es amigo de su pueblo.
Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su
creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo. R/.
En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El
Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes. R/.
Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus
hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se
complace. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Jn 15, 16) R/. Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su
fruto permanezca. R/.
Pasó la noche en oración y eligió a doce discípulos, a los que llamó
apóstoles.
Del santo Evangelio según san Lucas: 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en
oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos
y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano
Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo
de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas
Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un
llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y
Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que
los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus
inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de Él
una fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
¿Quiénes eran los Apóstoles?
El evangelio de hoy nos presenta el llamado a los Doce Apóstoles como fruto
preciosísimo de la oración de Jesucristo. Es un buen día para preguntarnos
quiénes eran estos elegidos. Al respecto escribe el P. Enrique Cases:
Conocemos el entorno de nueve de los doce Apóstoles: Juan y Andrés son los
primeros: eran amigos y pescadores; después vinieron sus hermanos Simón Pedro y
Santiago. Felipe y Natanael (Bartolomé), también amigos, les siguen. Un caso
especial es el publicano Leví (Mateo), pues no parece conocido íntimo de los
demás, pero sí de Jesús. Santiago y Judas de Alfeo son hermanos (parientes) de
Jesús y los lazos de intimidad son grandes. En cuanto a la preparación previa
de Simón el cananeo, de Tomás, y de Judas Iscariote nada se dice en los Evangelios.
Una primera mirada revela en aquellos hombres una relaciones humanas muy
ricas. La amistad, el parentesco y la vecindad constituyen una preparación
próxima para la vocación. Juan y Andrés son amigos y convecinos; tenían edades
e inquietudes semejantes, pues los dos estaban con Juan el Bautista cuando éste
les muestra a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y
los dos siguieron juntos a Jesús, infundiéndose ánimo mutuamente comienzan una
nueva vida. Una vez conocen a Jesús lo comunican a sus respectivos hermanos.
Andrés habla a Simón y le presenta a Jesús. Lo mismo hace Juan con su hermano
Santiago. Felipe debía estar próximo a Juan y Andrés -el evangelio no lo
precisa- pues era galileo como ellos y quizá del mismo pueblo; Felipe habla a
Natanael y se lo presenta a Jesús. La amistad fue el cauce para que los
primeros descubrieran la vocación, como suele ocurrir hoy en día.
Santiago y Judas Tadeo, llamados hermanos del Señor, son parientes de
Jesús, hijos de una de aquellas Marías que luego servirán a Cristo en su
caminar por las tierras de Israel. Ella se contará entre las mujeres que
estaban al pie de la Cruz junto a la Virgen. Ambos conocían a Jesús en los años
de vida oculta, eran amigos de infancia o de juventud del Señor, aunque no
supieran el misterio de Jesús. Pueden captar su bondad, y los vínculos de
afecto natural con Jesús son la base humana que les permite seguirle dejándolo
todo cuando les llama.
Leví se nos muestra como el más solitario y es lógico, ya que por ser publicano
estaba desvinculado de las relaciones de amistad con los israelitas
practicantes, según las costumbres de aquel momento. Es indudable que este
hecho le hace más difícil la entrega primera.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al celebrar con la debida reverencia tus misterios, te rogamos, Señor, que
los dones ofrecidos en honor de tu gloria nos sirvan para la salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 11, 27)
Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, el que tenía
que venir al mundo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que alcancemos aquel fruto celestial, cuyo
adelanto acabamos de recibir mediante estos sacramentos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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