Santos: Los Doce
Hermanos Mártires, Santa Venera o Verena, Virgen. San Gedeón, (Ant. Testamento), San Josue, (Ant. Testamento), Santos Vicente y Leto,
Mártires
LA FUERZA DE DIOS
1 Co 2,1-5; Lc 4,16-30
Ambos relatos nos presentan
la memoria del comienzo de dos procesos evangelizadores. En el Evangelio de san
Lucas leemos la explicación actualizada que el Señor Jesús hizo en la sinagoga
de Nazaret del rollo profético de Isaías. Él decidió asumir ese pasaje como un
texto programático de su misión liberadora. Venía a desatar las ataduras y
trabas que aquejaban a sus hermanos. No lo hacía por iniciativa propia, puesto
que se concebía a sí mismo como el heraldo de la gracia de Dios que
restablecería la dignidad que los poderosos habían quebrantado. En la carta a
los Corintios, san Pablo nos comparte su ingreso en aquella ciudad, célebre por
su puerto y sus costumbres relajadas. Sus discursos y sus prédicas no se
destacaban por los alardes retóricos ni por la elocuencia. No buscaba
deslumbrar con artificios de lenguaje a sus oyentes. Le apostaba a otro recurso
más eficaz: la acción del Espíritu. Si la obra evangelizadora provenía del
Señor, él lo iría confirmando con señales que harían creíble su mensaje. El
predicador sabía que su tarea consistía en sembrar, pero también sabía que Dios
era quién hacía crecer.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Dn 12,
3)
Los sabios brillarán como el
fulgor del firmamento; y los que enseñaron a muchos la justicia, serán como
estrellas eternas.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que cuidas de tu
pueblo con ternura y lo gobiernas con amor, concede tu espíritu de sabiduría,
por intercesión del Papa san Gregorio, a quien has encomendado el gobierno de
la Iglesia, a fin de que no se pierda ninguna oveja de las confiadas a su
cuidado. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Les he anunciado a Cristo
crucificado.
De la primera carta del
apóstol san Pablo a los corintios: 2, 1 -5
Hermanos: Cuando llegué a la
ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la
elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles
sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado. Me presenté ante
ustedes débil y temblando de miedo. Cuando les hablé y les prediqué el
Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario,
los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de
ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Comentario
Lenguaje Nacido del Misterio
de la Cruz
Hemos aprendido de los
textos de la primera lectura de los días pasados que el centro mismo de la fe
está en la paradoja de la Cruz, que al principio nos parece tan horrenda y tan
inútil pero que pronto se va revelando como principio de gracia y como fuente
de una sabiduría profunda y firme. La primera conclusión que brota de allí es
que la comunidad cristiana llevará también el sello de la Cruz, de modo que no
abundarán los grandes, fuertes y sabios según el mundo, sino más bien los que
el mundo desprecia y descalifica.
Hoy vemos una segunda
conclusión del misterio de la Cruz como raíz de toda la vida cristiana; estamos
hablando del uso del lenguaje. Las doctrinas que presumen de sabias suelen
preferir palabras y formulaciones complejas, que queden sólo al alcance de los
iniciados, los genios o los eruditos. Por el contrario, una doctrina que viene
a mostrar la vaciedad de esa sabiduría usará palabras sencillas y enunciados
fuertes no por su retórica sino por el amor que anuncian y por la soberanía
divina que recuerdan.
De aquí surge, por lógica
consecuencia, cuál es la actitud propia del evangelizador: no es la de quien se
siente dueño de la verdad, así conozca muchas razones, ni la de quien abunda en
palabras y palabras. Es un emisario del Espíritu Santo, un instrumento suyo que
es perfectamente consciente de su propia debilidad tanto como de la grandeza,
hermosura y oportunidad de la palabra que anuncia.
Del salmo 118 R/. ¡Cuánto
amo, Señor, tu voluntad!
¡Cuánto amo tu voluntad! Todo el día la estoy meditando. Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre me acompañan. R/.
Soy más prudente que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes. R/.
Aparto mis pies de toda senda mala para cumplir tus palabras. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido. R/.
¡Cuánto amo tu voluntad! Todo el día la estoy meditando. Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre me acompañan. R/.
Soy más prudente que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes. R/.
Aparto mis pies de toda senda mala para cumplir tus palabras. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Lc 4. 18)
R/. Aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí; Él me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva. R/.
El Espíritu del Señor está sobre mí; Él me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva. R/.
Me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva. - Nadie es profeta en su tierra.
Del santo Evangelio según
san Lucas: 4, 16-30
En aquel tiempo, Jesús fue a
Nazaret donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre
hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen
del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los
pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación
a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia
del Señor
Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en Él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: "¿No es éste el hijo de José?".
Jesús les dijo: "Seguramente me dirán aquel refrán: `Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm' ".
Y añadió: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria". Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio de la montaña sobre la que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero Él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en Él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: "¿No es éste el hijo de José?".
Jesús les dijo: "Seguramente me dirán aquel refrán: `Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm' ".
Y añadió: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria". Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio de la montaña sobre la que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero Él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Comentario
¿A qué vino?
Es reconfortante y gratísimo
escuchar a Nuestro Señor en el evangelio del día de hoy. Oír que hay alguien,
por lo menos alguien, que sabe para qué está en el mundo y a qué ha venido a
este planeta.
Y en verdad es grande la
misión del profeta de Nazareth: "llevar a los pobres la buena nueva... anunciar
la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos... dar libertar a los
oprimidos... proclamar el año de gracia del Señor". Palabras capaces de
despertar viva gratitud y encendida admiración pero también incredulidad,
envidia, incomodidad, desprecio o incluso odio.
Y esas dos facetas, la del
aplauso y la del rechazo, aparecen de manera consecutiva en el pasaje de hoy.
Es posible que los hechos como tales no se hubieran dado cronológicamente tal
como están descritos en el texto que nos ha llegado y que hace norma para
nuestra fe. Lo importante es reconocer que Jesús despierta esas dos reacciones
y que tal vez en nosotros mismos pueden darse esos dos modos de abordar el
misterio de la misión del Señor.
Así aprendemos que el
entusiasmo, aunque es impulso para el alma, no lo es todo. Las multitudes, por
ejemplo, suelen "padecer" el entusiasmo con la misma irracionalidad
con que se dejan arrastrar al odio, la destrucción, la burla o la crueldad.
Hace bien recibir la energía de un momento cargado de emoción, pero no podemos
hacer de la emoción la única estrella o guía de nuestra fe.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que
te presentamos al celebrar la fiesta de san Gregorio y haz que este sacrificio,
por el que quisiste perdonar los pecados del mundo, nos sirva para nuestra
salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1
Co 1, 23-24)
Nosotros proclamamos a
Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor, tú que nos has
alimentado con el Cuerpo de Cristo, haz que aprendamos de Él, a ejemplo de san
Gregorio, a conocer tu verdad y a vivirla por medio del amor. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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