Santos: Proto y
Jacinto de Roma, mártires; Juan Gabriel Perboyre, mártir. Beato Buenaventura de
Barcelona, religioso. Feria (Verde)
LA
VIVENCIA COMUNITARIA
1 Co
8,1-13; Lc 6,27-38
La toma de decisiones es un
asunto personal, que conviene realizar en un clima de reflexión y
discernimiento. Si bien la norma suprema es la propia conciencia, no es un
criterio exclusivo. Las decisiones de un cristiano también deben atender a la
sensibilidad de los hermanos en la fe. Esa merma de autonomía, no es contraria
a la propia dignidad, si se realiza de forma consciente y por solidaridad con
los hermanos que tienen una sensibilidad moral más estrecha. Vivir de esa
manera es descentrar nuestro propio yo, incorporando a la persona de Cristo y a
los hermanos a nuestra vida. Quien se haya decidido a seguir a Cristo,
reajustará sus relaciones humanas. No puede seguir viviendo como prisionero de
los viejos esquemas de conducta. El descubrimiento del amor bondadoso de Dios
es un cambio radical que nos anima a tratar a las personas con quienes
interactuamos con la misma bondad que Dios nos trata.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 77, 23-25)
Abrió Dios las compuertas
del cielo e hizo llover sobre ellos el maná para que lo comieran; les dio un
trigo celeste, y el hombre comió pan de ángeles.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que llevaste a cabo
la obra de la redención humana por el misterio pascual de tu Unigénito,
concede, benigno, que quienes anunciamos llenos de fe por medio de los signos
sacramentales, su muerte y resurrección, experimentemos un continuo aumento de
tu salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Haciendo daño a la
conciencia de sus hermanos, pecan ustedes contra Cristo.
De la
primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 8, 1-13
Queridos hermanos: Ya sé que
todos ustedes conocen lo que está permitido con respecto a la carne inmolada a
los ídolos. Pero, ¡cuidado!, porque el puro hecho de conocer, llena de soberbia;
el amor, en cambio, hace el bien. Y si alguno piensa que ese conocimiento le
basta, no tiene idea de lo que es el verdadero conocimiento. Pero aquel que ama
a Dios, es verdaderamente conocido por Dios.
Ahora bien, con respecto a comer la carne ofrecida a los ídolos, sabemos que un
ídolo no representa nada real y que no hay más que un solo Dios. Pues, aun
cuando se hable de dioses del cielo y de la tierra, como si hubiera muchos
dioses y muchos señores, sin embargo, para nosotros no hay más que un solo Dios,
el Padre, de quien todo procede y es nuestro destino, y un solo Señor
Jesucristo, por quien existen todas las cosas y por el cual también nosotros
existimos.
Más no todos saben esto. Pues algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace
poco, siguen comiendo la carne como si estuviera consagrada a los ídolos, y
puesto que su conciencia está poco formada, pecan. No es, ciertamente, la
comida lo que nos hará agradables a Dios, ni vamos a ser mejores o peores por
comer o no comer. Pero tengan cuidado de que esa libertad de ustedes no sea
ocasión de pecado para los que tienen la conciencia poco formada. Porque si a
ti, que sabes estas cosas, te ve alguien sentado a la mesa en un templo de los
ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que está poco formada, a
comer de lo sacrificado a los ídolos?
Entonces, por culpa de tu conocimiento haces que se pierda el hermano que tiene
la conciencia poco formada, por quien murió Cristo. De esta manera, al pecar
ustedes contra sus hermanos, haciendo daño a su conciencia poco formada, pecan
contra Cristo. Por lo tanto, si un alimento le es ocasión de pecado a mi
hermano, nunca comeré carne para no darle ocasión de pecado.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Un Camino Práctico de Ejercer la
Caridad
Una de las virtualidades
de las Cartas de san Pablo es que, partiendo de situaciones muy concretas y
limitadas, saben darnos lecciones maravillosas de un alcance inmenso, y
prácticamente universal. La primera lectura de hoy es un buen ejemplo de ello.
La situación era esta:
en un ambiente pagano como el de la ciudad de Corinto algunos vendedores
ofrecían o consagraban sus productos en ofrenda a los dioses, con la esperanza
manifiesta de que esos poderes sobrenaturales les ayudaran a hacer buen dinero.
Además del afán de lucro, siempre presente, su petición tenía algo de
angustioso cuando se trataba de vender carnes, pues la falta de sistemas
apropiados de conservación hacía de cada día de venta un día de riesgo.
En ese contexto, algunos
cristianos sentían escrúpulos de comer esa carne comparada en el mercado,
porque sentían que comían algo que de algún modo pertenecía a los dioses
falsos, es decir, en últimas, a los demonios. Otros en cambio, obraban con
libertad de conciencia, muy seguros de que la fuerza de la bendición que hemos
recibido en Cristo es más poderosa que cualquier supuesta maldición o atadura
que estuviera ligada al consumo de ese alimento. Pablo evidentemente pensaba de
esta última forma.
Y sin embargo su
enseñanza es bella: no hagas de tu libertad de conciencia tu máxima norma de
vida: aún más importante que tu libertad es buscar el bien de todos. Más
importante que tener libertad es tener caridad. Y por eso propone lo que hemos
leído: que nuestro amor vaya más allá de preservar nuestros derechos.
Del salmo
138 R/. Señor, no dejes que me pierda.
Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas
mis sendas te son familiares. R/.
Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan
grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas. R/.
Examíname, Dios mío, para conocer mi corazón, ponme a prueba para conocer mis
sentimientos, y si mi camino se desvía, no dejes que me pierda. R/.
ACLAMACIÓN
(1 Jn 4, 12) R/. Aleluya, aleluya.
Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha
llegado en nosotros a su plenitud. R/.
Sean misericordiosos, como
su Padre es misericordioso.
Del santo
Evangelio según san Lucas: 6, 27-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: "Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen,
bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te
golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo
llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no
se lo reclames. Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes;
porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También
los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les
hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si
prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También
los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo
después.
Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar
recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque Él es
bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre
es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y
serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida,
apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida
con que midan, serán medidos".
Palabra del Señor, Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Una vida extraordinaria
En el evangelio de hoy, Cristo, como queriendo romper toda barrera y
trascender todo límite, nos lanza hacia lo extraordinario: el amor a los
enemigos.
Y no es poca la fuerza de lo extraordinario. El amor a los enemigos, la
capacidad de perdonar y compadecer, y otras virtudes por el estilo,
aparentemente "inútiles" y "débiles", fueron muy
probablemente una causa próxima de la propagación del Evangelio en el mundo
antiguo. Ver que alguien pretende imponer sus ideas, así sean ideas sobre lo
bueno y lo santo, es común; es lo que uno esperaría del ser humano. Pero uno no
espera del ser humano la capacidad de acoger el dolor de un desconocido o de
gastarse por alguien que ni siquiera lo agradece, o de ofrecer una mano al que
antes ha maltratado y humillado.
En tiempos, pues, de la antigua Roma, todas estas palabras tenían que sonar
a fantasías y debían parecer simplemente absurdas. La "realidad", la
dura y cruda realidad era el lenguaje del poder y de los poderosos, es decir,
de aquellos que tenían potestad hasta para hacer morir ignominiosamente a los
cristianos. Veinte siglos después, el Evangelio se propaga y gana nuevos
adeptos cada día. ¿Queda de aquellos emperadores algo más que un recuerdo a
menudo amargo?
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al celebrar el memorial de
nuestra salvación, imploramos humildemente tu clemencia, a fin de que esté
sacramento de amor sea para nosotros signo de unidad y vínculo de caridad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o II de la
Eucaristía.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Jn 6, 51-52)
Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de este pan vivirá eternamente. Y
el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios nuestro, que la
participación en este banquete celestial nos santifique, de modo que, por la
recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo, se estreche entre nosotros la unión
fraterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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