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Gracias


Maria Beatriz.



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En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

14 de agosto de 2014

Perdonar 70 Veces 7 ¿Por qué Tantas Veces?

Jesús enseñó a sus discípulos que no hay que perdonar 7 veces, sino hasta 70 veces 7. Es decir, siempre.
En días recientes he tomado un curso muy interesante que me ha ayudado a comprender mejor el comportamiento humano. Aprendí dos datos estadísticos que me llevaron a reflexionar acerca de la gran necesidad que tenemos de perdonar a los demás una y otra vez.
Se nos explicó que todos los pacientes que deben ser sometidos a una cirugía de corazón para salvar sus vidas, de inmediato cuidan su alimentación según les ha prescrito el médico y comienzan a hacer ejercicio. No obstante, tan solo dos años después nueve de cada diez de ellos regresan a sus malos hábitos. Su dieta se llena nuevamente de grasas y azúcares y se olvidan del ejercicio. Solamente uno persevera en sus buenos hábitos para siempre.

Igualmente, se nos señaló que dos de cada tres delincuentes que han sido puestos en libertad tras haber cumplido su sentencia en la prisión, volvieron a ser arrestados tres años más tarde. Solo uno de cada tres se ha adaptado a la sociedad de una manera honrada para siempre.
Sin ser científico en la materia, pero razonando en la misma línea, te puedo asegurar lectora, lector querido, que sucede igual con la mayoría de las personas que se someten a una dieta para bajar de peso. Podría apostar que son la mayoría quienes una vez que han alcanzado el peso adecuado, dejan de hacer ejercicio y vuelven a consumir alimentos que los hacen subir de peso.
Estos datos me hicieron ver con mucha contundencia que todos tenemos una alta propensión a volver a cometer los mismos errores, las mismas faltas y hasta los mismos pecados una y otra vez. Comprendí entonces por qué es que el sacramento de la reconciliación, a diferencia del bautismo o la confirmación, no se recibe una sola vez en la vida.
Es preciso volver a confesarnos una y otra vez pues sucede que una y otra vez volvemos a pecar. Y es altísimamente probable, según estos datos estadísticos que he referido, que tras confesar un pecado y ser absueltos, volvemos a cometer exactamente el mismo pecado que nos llevó ante el confesor en primera instancia.
La conclusión obligada es que las personas tienen una alta propensión a volver a cometer sus mismos errores. Se vuelve claro el repetido adagio de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.”
En el ámbito familiar se vuelve imprescindible ser conscientes de esta realidad. Porque en nuestras relaciones interfamiliares muchas veces habremos de ser ofendidos por las personas a quienes más amamos. Y esto sucederá en más de una ocasión:
El hijo que desobedece y llega tarde de la fiesta muy probablemente volverá a hacerlo. Y más de una vez. El padre que monta en cólera cada vez que alguien toma prestada su caja de herramientas y se olvida de guardarla después, volverá a montar en cólera, gritará con la misma fuerza y aplicará los mismos castigos una y otra vez. Y quien se ha olvidado de guardar las herramientas volverá a olvidarse de guardarlas las más de las veces que las tome prestadas.
La madre que pierde los estribos cuando su hijo pequeño se comporta en público de la forma más desafortunada, se olvidará –a pesar de tenerlo ella misma más que claro- de que a un niño jamás se le debe reclamar en público y volverá a gritarle, amenazarlo y ridiculizarlo en frente de medio mundo. Y lo hará más de una vez.
El hermano que toma sin pedir prestadas las cosas de sus hermanos y las trata con descuido dañándolas frecuentemente, volverá a hacerlo en más de una ocasión.
Podríamos seguir dando ejemplos en lo que sería una lista interminable. Como interminables parecen ser las faltas, errores y ofensas que los miembros de una familia suelen cometer. Una y otra vez.
Es muy importante comprender que en la raíz de los enfermos del corazón que volvieron a sus malos hábitos de salud al igual que en los delincuentes que volvieron a ser arrestados, se descubre un problema de fuerza de voluntad. Mas nunca la intención de volver a poner en riesgo su vida o de volver a ser arrestados. Lo mismo pasa con los que habiendo bajado de peso se olvidan de la dieta y el ejercicio. ¿Acaso lo hacen porque deliberadamente quieren volver a subir de peso? Es claro que no.
En el ámbito familiar, sucede igual. Son poquísimos los que vuelven a actuar de tal o cual forma con el propósito expreso de ofender a sus familiares. Los padres gritones, las madres regañonas, los hermanos olvidadizos y descuidados y los hijos desobedientes no suelen volver a cometer los mismos errores de una manera deliberada y con el afán de ofender a los demás. Pero siendo propensos al error y sin haber desarrollado una fuerza de voluntad férrea, vuelven a cometer sus mismos errores, faltas y ofensas una y otra vez.
La persona ofendida tiene dos opciones: Perdonar y mantener las relaciones con sus familiares para siempre. O bien, aplicar la ley del hielo, no volver a dirigirles la palabra, separarse y levantar muros, quizás ofender de vuelta y terminar para siempre con los demás albergando además el veneno del rencor en su propio corazón que afectará sólo a quien fue ofendido. (Claro está, quien corre peligro pues las ofensas continuas consisten en agresiones físicas que ponen en riesgo la integridad física e incluso la vida, deben alejarse. Dios quiere que perdonemos, pero no desea que nadie atente contra nuestra integridad).
Con la primera opción, la del perdón constante, las familias se mantienen unidas para siempre. Con la segunda, la de la ley del hielo y la agresión recíproca, sobrevienen los divorcios entre padre y madre, entre hermano y hermana, y entre padres e hijos.

Hay pues que perdonar. Una y otra vez. Siete veces si es necesario. Y si lo llega a ser, hasta 70 veces siete.
Autor:Mauricio I. Pérez

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