Mateo 19, 13-15 – Dejad que los niños vengan a mí

Texto del evangelio (Mt 19, 13-15) – Dejad que los niños vengan a mí

En aquel tiempo, le presentaron a Jesús unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos». Y, después de imponerles las manos, se fue de allí.

Reflexión: Mt 19, 13-15

Desde hace algunos años los padres de familia han pasado al otro extremo. No todos, pero un gran número de ellos no tienen ningún control sobre los pequeños. No los educan ni ejercen ningún tipo de disciplina sobre ellos. Los niños hacen lo que se les antoja y los padres no ejercen control alguno. Es como que creyeran que no deben ni pueden conminarlos de ningún modo. No se atreven a silenciarlos o indicarles cómo comportarse. Los niños gritan, comen, corren, juegan donde se les antoja, incluso en el templo, sin que los padres atinen a nada. Es la tolerancia total o la incapacidad de ejercer autoridad. Los padres han renunciado a educar no se bajo que pretexto o creencia. Posiblemente sea el resultado del sentimiento de culpa que tienen de no poder estar con ellos todo el día, ya que ambos trabajan. Como sea, hay niños que son tan malcriados por sus padres, que cuando los quieren corregir hacen un berrinche tal, que prefieren dejarlos sueltos en plaza, haciendo lo que les place. Definitivamente se están tergiversando los conceptos. Los niños son humildes, sencillos, transparentes, puros…pero hay que educarlos con autoridad, que no es lo mismo que violencia. Hay que enseñarles a comportarse como corresponde en cada lugar y ocasión. Dejad que los niños vengan a míHasta hace no pocos años era muy común que los adultos sintieran que los niños estorbaban cuando había una reunión de adultos, al extremo que los encerraban o cuando menos les impedían estar con ellos. Jamás se les ocurría darles la oportunidad de expresarse o escucharlos. Los niños no tenían ni voz ni voto. Si alguien habría de manifestar sus deseos o necesidades eran los adultos a su cargo. Recuerdo innumerables invitaciones en la casa paterna, en la que a nosotros, los niños, que éramos 4 hermanos, nos tocaba observar de lejos y a escondidas lo que hacían los adultos. No hablábamos con ellos, no comíamos con ellos. Solo los veíamos y cuando nos pillaban a veces teníamos que pasar el bochornoso momento de saludar, que era tan incómodo para nosotros como para nuestros padres que antes nos habían aleccionado de no estar merodeando por ahí…pero éramos curiosos. Dejad que los niños vengan a mí

Entonces, no se trata de que los niños hagan lo que les viene en gana. ¡Hay que educarlos, sin que pierda su inocencia! Pero jamás hay que maltratarlos…Recordemos que por el contrario nosotros tendríamos mucho que aprender de ellos para entrar en el Reino. Eso que el Señor ve, eso es lo que hay que incentivar en ellos y en eso debemos hacernos parecidos. Observemos a los niños y aprendamos de ellos a ser sinceros, veraces, generosos, a no guardar rencor, a no tener prejuicios, a creer, a tener esperanzas, a ser alegres, a compartir, a ser cariñosos, solidarios, confiados…Dejemos que los niños se acerquen a Dios…Incentivémoslos para que lo hagan y seamos como ellos. Dejad que los niños vengan a mí¿Cómo sería en los tiempos en que vivió Jesús? No lo sé en realidad, pero si la mujer era tenida en menor valor que el hombre, podemos imaginar cómo serían considerados los niños. La sociedad ha cambiado mucho en 20 siglos sus criterios tanto respecto a la mujer, como respecto a los niños. Sin embargo hay algo que se mantiene casi intacto y es la apreciación que hace Jesús de los niños. Los niños son crédulos, limpios de corazón, sinceros y capaces de mirarte a los ojos, porque no tienen nada que esconder. Lamentablemente, en pleno siglo XXI la corrupción y el abuso contra los niños es alarmante. Hay niños obligados a trabajar en socavones y en lugares en los que difícilmente entraría un adulto. Niños engrosando filas de ejércitos terroristas. Niños abusados sexualmente, comprados, vendidos y prostituidos…Siendo tan confiados e indefensos, el peor pecado es el que se comete contra un niño. Por eso Jesús llega a decir que más le valdría a quien maltrata a un niño amarrarse una piedra de molino al cuello y echarlo al mar…Terrible será el castigo para quienes abusan de los inocentes. Dejad que los niños vengan a mí

Oremos:

Padre Santo, ayúdanos a tener corazón y alma de niños. Que no andemos tan atareados amasando fortuna o cuidándola y en vez de ello que prestemos atención a nuestro prójimo, llevando alegría, solidaridad, esperanzas y paz.…Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor…Amén.

Te lo pedimos Señor.Roguemos al Señor…

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)