Santos: Agustín de Nipona, Doctor de la Iglesia; Moisés "el
Etíope", anacoreta; Edmundo Arrowsmith, mártir. Memoria (Blanco)
QUE NADIE PUEDA ACUSARLOS
1 Co 1,1-9; Mt 24,42-51
Tanto la Primera carta a los Corintios como el primer Evangelio ponen el
énfasis en la responsabilidad social que tenemos los cristianos. La iglesia de
Corinto había sido bendecida por Dios con numerosos dones y carismas. Nadie
carecía de un don o talento por pequeño que fuera. Todos podían abonarlo a la
edificación espiritual de la comunidad creyente. Viviendo en comunión y
solidaridad unos con otros, estarían cumpliendo con la vocación de vivir
santamente. Desde esa serena conciencia de ser fiel al querer divino, la muerte
deja de ser angustiarte. El contraste que propone el Señor Jesús en el
Evangelio de san Mateo ilustra el proceder dispar de ambos empleados. La
lección es clara, conviene vivir cumpliendo la voluntad de Dios; quien así lo
hace, supera preocupaciones y temores. La autocomplacencia y los excesos de
poder son riesgos que nos pueden separar de Dios y de los hermanos.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Si 15, 5)
En medio de la Iglesia abrió su boca, y el Señor lo llenó del espíritu de
sabiduría e inteligencia, y lo revistió de gloria.
ORACIÓN COLECTA
Renueva, Señor, en tu Iglesia el espíritu que infundiste en el obispo san
Agustín, para que, llenos de ese mismo espíritu, tengamos sed solamente de ti,
fuente de la verdadera sabiduría, y te busquemos como autor del amor verdadero.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Por Cristo, Dios los ha enriquecido en todo.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 1, 1-9
Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, mi
colaborador, saludamos a la comunidad cristiana que está en Corinto. A todos
ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo,
así como a todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Cristo
Jesús, Señor nuestro y Señor de ellos, les deseo la gracia y la paz de parte de
Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a
ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por Él los ha enriquecido con
abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el
testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que
no carecen de ningún don ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro
Señor Jesucristo. El los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el
día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo
Jesucristo, y Dios es fiel.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Saludo a los Fieles de Corinto
Así como al entrar a un banquete elegante o un restaurante de clase nos
presentan el menú de lo que vendrá más adelante, así conviene que nos
preparemos para alimentarnos sustanciosamente con la Primera Carta a los
Corintios cuya lectura iniciamos hoy. Aquí nos apoyamos en una notas de estudio
del P. Pedro Ortiz, SJ.
Corinto es una antigua ciudad griega, situada en el estrecho que une la
parte continental de Grecia con la península del Peloponeso. En el siglo I d.C.
estaba habitada principalmente por excombatientes romanos y por antiguos
esclavos libertados, procedentes de Italia, o por sus descendientes. Era
capital de la provincia de Acaya, y por su posición tanto geográfica como
política, tenía una activa vida comercial, cultural y religiosa. Las referencias
de algunos autores antiguos sobre el extremado desenfreno de sus costumbres no
parecen corresponder a la realidad de entonces. En este aspecto, la situación
de Corinto debía de ser semejante a la de tantos otros puertos del
Mediterráneo.
La comunidad cristiana de Corinto fue fundada por Pablo en su segundo viaje
misionero (cf. Hch 18,1–18), a principios de la década de los 50. Algunos de
estos cristianos procedían del judaísmo, pero la mayoría eran de origen pagano
(cf. 1 Cor 12,2). Aunque Pablo permaneció allí año y medio (Hch 18.11), solo
pudo poner los fundamentos de la fe cristiana (cf. 1 Cor 3,6, 10). Más tarde
llegaron otros maestros, entre los cuales Pablo menciona en particular a Apolo
(véase 1 Cor 1,12).
La actividad de algunos de los maestros venidos posteriormente fue ocasión
de que se crearan divisiones y grupos en la comunidad. Por otra parte, la
intensa vida carismática que se desarrolló en la iglesia de Corinto llevó a
algunos a creerse demasiado sabios. Además de todo esto, el pasado pagano de la
mayoría de los cristianos y el contacto inevitable con una sociedad pagana de
costumbres libertinas, así como las diferencias sociales entre los propios
miembros de la comunidad cristiana, dieron lugar a una serie de situaciones y
abusos, que Pablo se vio obligado a corregir.
Del salmo 144 R/. Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. Muy
digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable. R/.
Cada generación, a la que sigue anunciará tus obras y proezas. Se hablará
de tus hechos portentosos, del glorioso esplendor de tu grandeza. R/.
Alabarán tus maravillosos prodigios y contarán tus grandes acciones;
difundirán la memoria de tu inmensa bondad y aclamarán tus victorias. R/.
ACLAMACIÓN (Mt 24, 42. 44) R/. Aleluya, aleluya.
Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el Hijo del hombre.
R/.
Estén preparados.
Del santo Evangelio según san Mateo: 24, 42-51
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén
preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que
si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría
vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También
ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el
Hijo del hombre.
Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de
toda la servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento.
Dichoso ese servidor, si al regresar su amo, lo encuentra cumpliendo con su
deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de todos sus bienes.
Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a
golpear a sus compañeros, a comer y emborracharse, vendrá su amo el día menos
pensado, a una hora imprevista, lo castigará severamente y lo hará correr la
misma suerte de los hipócritas. Entonces todo será llanto y
desesperación".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El Mandato de Velar
Con un lenguaje sumamente gráfico Jesús apremia a todos con el mandamiento
de velar. Es muy interesante ver que él mismo, siendo quien es, se compara a un
ladrón, en el texto del evangelio que hoy hemos leído. Y en este género de
comparación no estamos ante un hecho insólito en los evangelios, pues muchas
veces Jesús opta por presentar a Dios no como es en sí mismo sino como cada
cual lo percibe. ¿Recordamos, por ejemplo, esa vez en que habla de Dios
comparándolo en cierta manera con un juez injusto al que una pobre viuda tiene
que insistirle una y otra vez (Lc 18,3-7)? Dios no ES un juez injusto, pero a
quien sufre y no se siente escuchado LE PUEDE PARECER que Dios es así, y Jesús
opta continuamente por situarse "del lado del cliente", no del lado
de la teoría o de "la verdad en sí misma".
En el caso presente, hay que decir que Dios parece un ladrón para quien se
siente tan dueño de su vida, su tiempo y sus cosas, que no quiere perderlos
jamás. Para el que quiere vivir mil años, Dios es un ladrón de años. Para el
que quiere disfrutar todos los placeres, Dios sólo puede ser un ladrón de
placeres. Para el que quiere gozarse de la creación para siempre, estorba el
llamado del Creador.
Notemos que en todos los casos en que Dios parece un ladrón es porque el hombre
ha querido sentirse "dueño". La clave en el discurso de Jesús está en
esto: no te sientas dueño y no verás en Dios un ladrón. Siéntete siervo, siervo
amado, siervo fiel, siervo en el que se puede confiar, y descubrirás un Dios
que te otorga el don de su amor y de su confianza.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al celebrar el memorial de nuestra salvación, imploramos
humildemente tu clemencia, a fin de que este sacramento de amor sea para
nosotros signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 23, 10. 8)
Su Maestro es uno solo, Cristo, dice el Señor, y todos ustedes son
hermanos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que nuestra participación en la mesa de tu Hijo nos santifique, Señor, para
que, como miembros de su Cuerpo, nos transformemos en el
mismo Cristo, a quien hemos recibido. Él, que vive y reina por los siglos de
los siglos.
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