Santos: Nabor y Félix de Mauritania, mártires; Juan Gualberto, abad. Beatos
Luis Martín y Celia Guerin, laicos.
Vísperas I del domingo: 3a semana del Salterio. Tomo III: pp. 1019 y 533.
Para los fieles: pp. 642 y 405. Edición popular: pp. 202 y 471. Feria (Verde)
AQUÍ ESTOY, MÁNDAME
Is 6, 1-8; Mt 10, 24-33
La conclusión del discurso misionero pretende infundir valor y serenidad al
grupo de los discípulos que partirá en misión. No es sencillo abanderar un
cambio social que cimbre los cimientos religiosos de una sociedad. Los
misioneros galileos no serán acogidos con aplausos, sino con recriminaciones y
reproches. La certeza de que eso ocurrirá es que así trataron a su Maestro.
Resistir a contracorriente es complejo. Es necesario recordarlo: quien asume la
causa del Reino, dispone del auxilio de Dios. En el relato de vocación del
profeta Isaías apreciamos algo parecido: el profeta experimenta su incapacidad
para comunicar una experiencia sobrecogedora y misteriosa. ¿Cómo hablar de
Dios, con la cortedad de lenguaje y con la fragilidad propia del ser humano?
Isaías siente que el impulso divino lo potencia desde dentro y se dispone a ser
enviado.
MISA DE SANTA MARÍA EN SÁBADO
ANTÍFONA DE ENTRADA
Dichosa tú, Virgen María, que llevaste en tu seno al creador del universo;
diste a luz al que te creó, y permaneces Virgen para siempre.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios misericordioso, auxilio en nuestra fragilidad, para que,
quienes celebramos la conmemoración de la santa Madre de Dios, con la ayuda de
su intercesión nos veamos libres de nuestras culpas. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Soy un hombre de labios impuros, y he visto con mis ojos al Señor de los
ejércitos.
Del libro del profeta Isaías: 6, 1-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre un trono muy
alto y magnífico. La orla de su manto llenaba el templo. Había dos serafines
junto a él, con seis alas cada uno: con un par se cubrían el rostro; con otro,
se cubrían los pies, y con el otro, volaban. Y se gritaban el uno al otro:
"Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos; su gloria
llena toda la tierra".
Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba de humo.
Entonces exclamé:
"¡Ay de mí!, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros,
que habito en medio de un pueblo de labios impuros, porque he visto con mis
ojos al rey y Señor de los ejércitos".
Después voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la mano una brasa,
que había tomado del altar con unas tenazas. Con la brasa me tocó la boca,
diciéndome:
"Mira: Esto ha tocado tus labios. Tu iniquidad ha sido quitada y tus
pecados están perdonados".
Escuché entonces la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré? ¿Quién
irá de parte mía?" Yo le respondí: "Aquí estoy, Señor, envíame".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
El Encuentro con el Santo
La primera lectura nos conduce de vuelta al sentido original de la palabra
"santo." Isaías tiene una experiencia intensa de la grandeza, belleza
y pureza de Dios, y frente a ese infinito de luz y de gloria se descubre
pequeño e impuro. Es el descubrimiento del abismo que nos separa de Aquel que
nos rebasa y envuelve, que nos abruma y maravilla, que nos fascina y hace
estremecer. Todo esto es la experiencia de la santidad de Dios.
Algunos autores han descrito apropiadamente esta manera de percibir a Dios
y lo divino como el "absolutamente Otro." Frente a los intereses,
explicaciones, potestades o placeres que de algún modo están frente a nosotros
o en nuestras manos, Dios es aquel que no podemos abarcar y del cual no podemos
apoderarnos. Nos excede sin violencia y nos colma sin hastío.
Sin embargo, no todo queda en la distancia. En la visión que recibe Isaías
hay un mensajero, un ángel de Dios, que trae fuego del cielo para purificar los
labios del profeta. Este signo sencillo es en sí mismo toda la diferencia que
hay entre nuestro Dios y el dios de un filósofo como Aristóteles, para el cual
era impensable que la divinidad quisiera ocuparse de creaturas menos perfectas
que él mismo. Nuestro Dios, en cambio, no disminuye su perfección al ocuparse
de nosotros los imperfectos, sino que al abajarse nos levanta.
Del salmo 92 R/. Señor, tú eres nuestro rey.
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y
majestad. R/.
Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu
trono. R/.
Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor, la
santidad adorna tu templo. R/.
ACLAMACIÓN (1 P 4, 14) R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos ustedes, si los injurian por ser cristianos; porque el Espíritu de
Dios descansa en ustedes. R/.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.
Del santo Evangelio según san Mateo: 10, 24-33
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "El discípulo no es más
que el maestro, ni el criado más que su señor. Le basta al discípulo ser como
su maestro y al criado ser como su señor. Si al señor de la casa lo han llamado
Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!
No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no
hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo
en pleno día y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.
Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni
uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a
ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no
tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante
mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres,
yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Valor y Empeño
El evangelio de hoy es como una pequeña colección de dichos de Jesús. Es
probable que Nuestro Señor no haya dicho uno después de otro o ni siquiera en
una misma ocasión todo lo que leemos de manera seguida en el texto que
conservamos y proclamamos. Sin embargo, de una cosa estamos seguros: quien ha presidido
y dirigido todo el proceso de memoria, recolección y redacción de los
Evangelios es el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que ungió a Cristo y le
impulsó a hablar, sanar, padecer y levantarse de entre los muertos.
En el caso de los textos de hoy, destacamos una idea: vencer al miedo.
Jesús lo dice de distintos modos: advirtiéndonos que seremos maltratados, y que
no por eso debemos escandalizarnos o detenernos; invitándonos al coraje y
empeño en la predicación, sin dejarnos amordazar por nada; mostrando que
incluso la tortura y la muerte no son la última palabra; estando convencidos de
cuánto nos conoce y ama el Padre del Cielo; anunciándonos, en fin, los grandes
males de acobardarse y los inmensos bienes de dar testimonio aunque las
circunstancias sean adversas. Todo apunta a una idea: vencer el miedo.
Puede parecer que estas palabras y recomendaciones de Cristo no son ya
necesarias, o por lo menos, no lo son en la mayor parte del mundo, pues las
religiones suelen ser respetadas por los Estados y la libertad de conciencia es
uno de los derechos humanos suscritos por casi todas las naciones. Y sin
embargo, hay muchos modos de persecución y muchos modos de exclusión. Ser de
Cristo entraña muchos conflictos pequeños y grandes, unas veces más visibles
que otros, y por eso la voz de Cristo llamándonos a la lucha de la fe nunca
sobra y siempre hace falta.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, te rogamos, Señor, que la
ofrenda que te presentamos nos transforme, por la abundancia de tu gracia, en
ofrenda permanente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de santa María Virgen.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 1, 49)
Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Ya que nos has concedido participar de la redención eterna, te rogamos,
Señor, que, quienes celebramos la conmemoración de la Madre de tu Hijo, no sólo
nos gloriemos de la plenitud de tu gracia, sino que experimentemos también un
continuo aumento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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