El discipulado pasa por ser como nuestro Maestro, y NO juzgar |
39 Jesús les puso esta comparación: "¿Acaso puede un ciego servir de guía a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? 40 Ningún discípulo es más que su maestro: cuando termine sus estudios llegará a ser como su maestro. 41 "¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tienes en el tuyo? 42 Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreves a decir a tu hermano: 'Hermano, déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo'? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.
MEDITACIÓN
Jesús ilumina nuestra vida con ejemplos sencillos que todos podemos entender y aplicar a nuestra propia realidad. Con estos ejemplos nos ayuda a tener dirección y a profundizar nuestras relaciones con los demás. A veces nos aconsejamos con gente que tiene nuestras propias deficiencias: lloramos juntos, reímos juntos, pero carecemos de la capacidad para enfrentarnos al problema y resolverlo. De la misma manera ocurre cuando criticamos a otros sin fijarnos en nuestras propias debilidades. En ambos casos nos hace falta el desafío para poder confrontar nuestras propias dolencias y miserias humanas. Todos necesitamos de apoyo espiritual, de un maestro que nos guíe, de alguien que nos acompañe y nos ayude a ver nuevos horizontes. El discípulo que escucha al maestro, que se deja guiar y que acepta los retos tendrá luego la inspiración para iluminar a otros. Todos los cristianos comprometidos estamos llamados a ser maestros. Entendamos la palabra maestro como un servidor que vive la Palabra, que es testimonio vivo del Evangelio y que tiene la vocación para instruir e iluminar a otros. Jesús es el ejemplo del maestro por excelencia y nos llama a enseñar, pero primero necesitamos liberarnos de nuestra hipocresía y de nuestra inclinación a juzgar a los demás. Jesús maestro, ayúdame a ser testimonio para los demás, ayúdame a ser transparente y a tener la capacidad de dar dirección, buen consejo e inspiración a todos aquellos que necesitan de tu ejemplo. Confío en ti, Señor.
Para la reflexión:
+¿Eres maestro o discípulo? ¿Cuándo eres uno o el otro?
+¿Has logrado darles dirección y guía espiritual a otras personas?
Cortesía de Antonio M
No hay comentarios:
Publicar un comentario