Santos: Lorenzo O'Toole, obispo; José Pignatelli,
presbítero. Beata Magdalena Morano, religiosa. Feria (Verde)
EL BAÑO
REGENERADOR
Tt
3,1-7; Lc 17,11-1
En ambas lecturas encontramos
una línea divisoria que separa el pasado del presente de los protagonistas. En
el Evangelio el narrador nos presenta a diez leprosos, quienes gracias a la
intervención de Jesús, dejaron atrás su existencia como personas marginales,
excluidas de la convivencia ordinaria por razón de su enfermedad. A partir del
encuentro con Jesús también ellos participaron del baño regenerador del que nos
habla la carta a Tito, y se reincorporaron como miembros de pleno derecho a su
sociedad. En cierto sentido, el gesto curativo de Jesús que devolvió la salud
corporal a los diez leprosos, fue un anticipo de la renovación interior que
opera en nosotros el Espíritu de Dios, a través del bautismo. En un par de
verbos concentra el autor la esencia de dicho cambio: la vida previa al
encuentro con Jesús estaba marcada por el odio y la rivalidad; en tanto que la
existencia cristiana del creyente está moldeada por la fuerza y el amor
desbordante de Dios.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 85, 3. 5)
Dios mío, ten piedad de
mí, pues sin cesar te invoco. Tú eres bueno y clemente y no niegas tu amor al
que te invoca.
ORACIÓN
COLECTA
Dios misericordioso, de quien
procede todo lo bueno, inflámanos con tu amor y acércanos más a ti a fin de que
podamos crecer en tu gracia y perseveremos en ella. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Andábamos perdidos, pero
Cristo nos salvó por su misericordia.
De la
carta del apóstol san Pablo a Tito: 3, 1-7
Querido hermano: Recuérdales a
todos que deben someterse a los gobernantes y a las autoridades, que sean
obedientes, que estén dispuestos para toda clase de obras buenas, que no
insulten a nadie, que eviten los pleitos, que sean sencillos y traten a todos
con amabilidad.
Porque hubo un tiempo en que también nosotros fuimos insensatos y rebeldes con
Dios; andábamos descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y
placeres; vivíamos una vida llena de maldad y de envidia; éramos abominables y
nos odiábamos los unos a los otros.
Pero, al manifestarse la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los
hombres, Él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de
merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que nos
regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios derramó
abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro Salvador. Así, justificados
por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice la esperanza
de la vida eterna.
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Comentario:
Una distinción sutil pero
necesaria
Hay un cierto orgullo que uno
puede sentir cuando el mensaje del Evangelio, más allá de su carga de cruz y
paradoja, se impone y triunfa. Cuando, por ejemplo, vemos a un Francisco de Asís
dando la espalda a los privilegios y halagos del mundo sólo por seguir la
lógica de Cristo, sentimos que el mundo mismo queda derrotado y tiene que
postrarse ante el poder de la gracia. Es fácil sentirse de orgulloso de eso.
Y es fácil también sentir algo de
orgullo cuando la radicalidad del Evangelio se vuelve intransigencia ante el
mundo, como cuando Jesús manifiesta su impresionante independencia o da
muestras de una libertad maravillosa. Ante Pilato, ante Herodes o ante Caifás,
gente a la que todo el mundo temía y ante la que todos temblaban, Cristo
muestra una pasmosa franqueza, desprovista de todo adorno y casi de toda
urbanidad.
Esos orgullos pueden
desorientarnos sobre una verdad fundamental: una cosa es evitar el servilismo y
otra cosa moverse en el ámbito de la grosería; una cosa es ser franco y otra
ser agresivo; una cosa es ser radical y otra ser rígido; una cosa es manifestar
la soberanía de Dios y otra pretender que uno no obedece a nadie; una cosa es
ensalzar a Dios y otra negar el honor debido a los seres humanos. Estas son
distinciones delicadas, casi sutiles, pero muy necesarias, si lo que queremos
es favorecer la obra de la evangelización. Ni la grosería, ni la altivez, ni la
petulancia son ayudas para la tarea de difusión de la Buena Nueva.
Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.
Del
salmo 22 R/. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y
hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque
camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu
cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza
con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré
en la casa del Señor por años sin término. R/.
ACLAMACIÓN
(1 Ts 5, 18) R/. Aleluya, aleluya.
Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que
ustedes hagan. R/.
¿No ha habido nadie,
fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?
Del santo
Evangelio según san Lucas: 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús
iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un
pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron
a lo lejos y a gritos le decían: "¡Jesús, maestro, ten compasión de
nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes".
Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que
estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de
Jesús y le dio las gracias. Ése era un samaritano. Entonces dijo Jesús:
"¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No
ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a
Dios?". Después le dijo al samaritano: "Levántate y vete. Tu fe te ha
salvado".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El pasaje de hoy narra un encuentro entre Jesús y diez leprosos.
Según la Ley (Levítico 13,45-46), los leprosos eran mantenidos aparte para que
no contagiaran al resto del pueblo; nadie podía acercarse a ellos sin quedar
impuro. Estos diez, movidos por la fe en Jesús, le piden sanación. Jesús les
manda ir a presentarse a los sacerdotes, que eran los que tenían el cargo
oficial de determinar si un leproso había sido curado y podía regresar a la
comunidad. Los diez obedecieron al Maestro y por el camino quedaron sanos, pero
sólo uno regresó a dar las gracias alabando a Dios. La enseñanza va más allá
del agradecimiento, ¡el único que regresó era samaritano!* El mensaje es claro:
si aquellos a los que la salvación llegó primero (judíos) no la reconocen, ésta
será ofrecida a todo el mundo.
*Los samaritanos y los judíos
eran enemigos. En este caso viajaban juntos porque ambos estaban excluidos de
sus comunidades.
Tres ideas importantes de la lectura:
Dios es misericordioso con los
agradecidos y los malagradecidos. Sólo Dios sabe los motivos de nuestras
acciones. Quizás los nueve leprosos pensaron que era más importante presentarse
a los sacerdotes que regresar a dar gracias a Jesús.
La fe de los leprosos los sanó
físicamente, pero la sanación del samaritano le trajo también la salvación.
Lucas es el único evangelista que
narra esta historia y también la parábola del Buen Samaritano. En ambos casos,
Jesús pone a un extranjero como ejemplo para los judíos.
Para la reflexión:
¿He tenido algún encuentro con un
“samaritano” –alguien de otra religión o raza que me dio un verdadero ejemplo
de fe y agradecimiento–?
¿Reconozco que Jesús es mi
sanador aún cuando la cura física no suceda como yo deseo?
http://www.alexlib.com
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te
presentamos y realiza en nosotros con el poder de tu Espíritu, la obra
redentora que se actualiza en esta Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Sal 30, 20)
Qué grande es la delicadeza del
amor que tienes reservada, Señor, para tus hijos.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que este
sacramento con que nos has alimentado, nos haga crecer en tu amor y nos impulse
a servirte en nuestros prójimos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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