Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



SI AL CRUCIFIJO Tu quita un Crucifijo y nosotros pondremos mil

En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

3 de julio de 2012

Juan 20, 24-29


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”
Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”
Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”
Jesús le dijo:
“Ahora crees, porque me has visto.
¡Felices los que creen sin haber visto!”
Comentario

El Día de hoy celebramos la fiesta dedicada a uno de los apóstoles de Jesús: Tomás.

El evangelio que hoy cita la liturgia hace referencia al pasaje donde Cristo se presenta ante los discípulos después de la Resurrección. Podríamos centrarnos en la incredulidad de Tomás o la Fe que nos solicita el Maestro, pero hoy preferimos contemplar dos gestos extraordinarios que tiene Jesús para con sus Amigos, y que por medio de ellos, se nos hace extensivo para cada uno de nosotros.

En primer lugar es su aparición, en medio nuestro, para entregarnos la Paz. Ese don gratuito que sólo es valorado cuando es extraviado. En medio de las dudas y cimbronazos internos, ante la inminente disolución de la comunidad, ante la persecución del mundo exterior y ante un futuro incierto, Jesús nos tranquiliza con su Paz. Que también es seguridad y respaldo en su seguimiento. Renovación en la confianza puesta en nuestras pobres vidas y aliento para salir de nuestros refugios comunitarios, para encontrarnos con nuestros hermanos, sedientos de saber acerca de la Resurrección de Jesús, y por sobre todo, una inmensa alegría de reencontrarnos con el Amor incondicional de Cristo.

¿Cuántas veces nuestras comunidades han perdido la Paz?

¿En qué momentos nuestros grupos han caído en desánimo y temor ante la tarea encomendada?

¿Hemos visto nuestras parroquias o movimientos decaer tanto, que parecían destinados a desaparecer?

Y en nuestras vidas ¿Cuántas veces hemos dudado de lo vivido con Cristo? ¿Nos hemos preguntado si todo fue en vano? ¿Dejamos lugar en nuestro interior para que crezca la desesperación?

Desde nuestro lugar, podemos afirmar tajantemente que esto ocurre siempre, hasta en los grupos más prósperos. Forma parte de nuestra debilidad individual y comunitaria. Y es muy bueno reconocernos limitados y necesitados de Jesús, porque sino, Él no podría entrar en nuestras vidas y en esta Iglesia.

Es aquí donde podemos mencionar el segundo gesto amoroso de Cristo: cede a sacarnos de nuestros miedos e incertidumbres, mostrándonos que Él realmente es el Hijo de Dios y es nuestro Salvador, que murió y ahora vive para siempre entre nosotros. A Jesús no le importa que tan pecadores somos. Él ya nos conoce de memoria lo frágiles que somos. Siempre reserva una nueva oportunidad para que creamos en Él.

¡No derramemos en balde tanta delicadeza de Cristo hacia nosotros! E imitemos a Tomás, no desde su incredulidad, pero si desde ese reconocimiento tan profundo y elocuente que realiza, es toda una profesión existencial de su Fe: ¡Señor Mío y Dios Mío!

Nada mas que esas mismas palabras que pronunciamos en cada Eucaristía cuando el sacerdote eleva en el altar a Jesús, son suficientes para decir que Cristo nos ha ganado el alma, que ya no tememos a nada, porque a pesar de todos nuestros errores, ahora somos soldados y compañeros del Señor que todo lo está haciendo.

Recordemos cada mañana al despertar que el motor que debe movernos a actuar durante el día, es el sabernos amados, recogidos y consolados en Jesús, que nos regala su Paz y compañía, alentándonos y dándonos fuerzas para que nosotros, simple trabajadores de su mies, sigamos trabajando para la mayor Gloria del Padre. Amen.

Imagen para contemplar

Contemplemos el rostro de Tomás viéndo al Resucitado.
¿Qué haríamos en lugar de Tomás?

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