Hola amigos, bienvenidos a este sitio que solo busca compartir todo aquello que llega a mi buzón, y nos ayuda a crecer en nuestra fe católica..
(casi todo es sacado de la red)

Si alguien comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia o que se retire, por favor, que me lo comunique y lo hago inmediatamente. Gracias.

Espero que os sirva de ayuda y comenteis si os parece bien...


Gracias


Maria Beatriz.



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En este blog rezamos por todos los cristianos perseguidos y asesinados

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NOTICIAS SOBRE S.S. FRANCISCO

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Hemos vuelto

Queridos hermanos en Cristo. Tras algunos años de ausencia por motivos personales. A día de hoy 24 de Marzo del 2023, con la ayuda de Dios Nuestro Señor retomamos el camino que empezamos hace ya algún tiempo. Poco a poco nos iremos poniendo al día, y trataremos de volver a ganarnos vuestra confianza.

Gracias de antemano y tenednos paciencia.
Dios os guarde a todos y muchas gracias a los que a pesar de todo habéis permanecido fieles a este blog, que con tanto cariño y tanta ilusión comenzó su andadura allá por el año 2009

Dios os bendiga y os guarde a todos.

CAMINATA DE LA ENCARNACIÓN

25 de febrero de 2012

La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo 6

VII
  
María en casa de Caifás


20. Jesús estaba encerrado en un pequeño calabozo abovedado, del cual se conserva todavía una parte. Dos de los cuatro alguaciles se quedaron con Él, pero pronto los relevaron otros. Cuando el Salvador entró en la cárcel, pidió a su Padre celestial que aceptara todos los malos tratamientos que había sufrido y que tenía aún que sufrir, como un sacrificio expiatorio por sus verdugos y por todos los hombres que, sufriendo iguales padecimientos, se dejaran llevar de la impaciencia o de la cólera. Los verdugos no le dieron un solo instante de reposo. Lo ataron en medio del calabozo a un pilar, y no le permitieron que se apoyara; de modo que apenas podía tenerse sobre sus pies cansados, heridos e hinchados. No cesaron de insultarle y de atormentarle, y cuando los dos de guardia estaban cansados, los relevaban otros, que inventaban nuevas crueldades. Puedo contar lo que esos hombres crueles hicieron sufrir al Santo de los Santos; estoy muy mala, y estaba casi muerta a esta vista. ¡Ah! ¡qué vergonzoso es para nosotros que nuestra flaqueza no pueda decir u oír sin repugnancia la historia de los innumerables ultrajes que el Redentor ha padecido por nuestra salvación! Nos sentimos penetrados de un horror igual al de un asesino obligado a poner la mano sobre las heridas de su víctima. Jesús lo sufrió todo sin abrir la boca; y eran los hombres, los pecadores, los que derramaban su rabia sobre su Hermano, su Redentor y su Dios. Yo también soy una pobre pecadora; yo también soy causa de su dolorosa pasión. El día del juicio, cuando todo se manifieste, veremos todos la parte que hemos tomado en el suplicio del Hijo de Dios por los pecados que no cesamos de cometer, y que son una participación en los malos tratamientos que esos miserables hicieron sufrir a Jesús. En su prisión el Divino Salvador pedía sin cesar por sus verdugos; y como al fin le dejaron un instante de reposo, lo vi recostado sobre el pilar, y completamente rodeado de luz. El día comenzaba a alborear: era el día de su Pasión, el día de nuestra redención; un tenue rayo de luz caía por el respiradero del calabozo sobre nuestro Cordero pascual. Jesús elevó sus manos atadas hacia la luz que venía, y dio gracias a su Padre, en alta voz y de la manera más tierna, por el don de este día tan deseado por los Patriarcas, por el cual Él mismo había suspirado con tanto ardor desde la llegada a la tierra. Antes ya había dicho a sus discípulos: "Debo ser bautizado con otro bautismo, y estoy en la impaciencia hasta que se cumpla". He orado con Él, pero no puedo referir su oración; tan abatida estaba. Cuando daba gracias por aquel terrible dolor que sufría también por mí, yo no podía sino decir sin cesar: "¡Ah! Dadme, dadme vuestros dolores: ellos me pertenecen, son el precio de mis pecados". Era un espectáculo que partía el corazón verlo recibir así el primer rayo de luz del grande día de su sacrificio. Parecía que ese rayo llegaba hasta Él como el verdugo que visita al reo en la cárcel, para reconciliarse con él antes de la ejecución. Los alguaciles, que se habían dormido un instante, despertaron y le miraron con sorpresa, pero no le interrumpieron. Jesús estuvo poco más de una hora en esta prisión. Entre tanto Judas, que había andado errante como un desesperado en el valle de Hinón, se acercó al tribunal de Caifás. Tenía todavía colgadas de su cintura las treinta monedas, precio de su traición. Preguntó a los guardias de la casa, sin darse a conocer, qué harían con el Galileo. Ellos le dijeron: "Ha sido condenado a muerte y será crucificado". Judas se retiró detrás del edificio para no ser visto, pues huía de los hombres como Caín, y la desesperación dominaba cada vez más a su alma. Permaneció oculto en los alrededores, esperando la conclusión del juicio de la mañana. VIII

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